EL EVENTO TRUMP O LOS ROSTROS DE LA OLIGARQUÍA .
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Adelson por derecha |
El
multimillonario judío George Soros llena nuestro continente de
inmigrantes islámicos en nombre del multiculturalismo. Y el
multimillonario también judío Sheldon Adelson financia a la extrema
derecha islamófoba y filosionista que desencadenará la primera guerra de
religión posmoderna en tierras occidentales. Por supuesto, el hecho de
que ambos especuladores sean judíos es sólo una mera casualidad. Los
servicios de inteligencia de EEUU, Gran Bretaña y Arabia Saudí arman,
por su parte, a grupos yihadistas que luego arrasan Siria e Iraq, y
atentan contra inocentes en Europa o en la propia América (el 11-S y el
11-M, entre otros, fueron auto-atentados poco menos que descarados).
Todo ello siempre, siempre, en beneficio de Israel. Pero se trataría una
vez más, no teman, de otra casualidad. Netanyahu afirma, finalmente,
que el Estado judío representa la barrera protectora del "mundo libre"
frente a la barbarie, bochornosa confesión de cuál es, para Sion, la
utilidad del "terrorismo" que él mismo promueve, a saber: convencer a
los escrupulosos ciudadanos de occidente de que el exterminio de los
palestinos, incluidos mujeres y niños, correspóndese con la heroica
lucha "progresista" por la democracia y los derechos humanos.
Ultraderechismo e integrismo islámico conforman así el artilugio cuyas
chispas deben calar el incendio de la civilización occidental, el
definitivo ocaso de la cultura ilustrada y la hegemonía planetaria de la
religión judaica ("ideología del Holocausto"). Quien no quiera
reconocer la perfecta complementariedad de los acontecimientos es que
está ciego, es idiota o tiene miedo de sacar las palmarias consecuencias
de dicha constelación de datos.
SHELDON ADELSON Y GEORGE SOROS O LOS DOS POPULISMOS AL SERVICIO DEL PROYECTO OLIGÁRQUICO
La oligarquía, como hemos subrayado aquí repetidas veces, está formada
por una minoría del 1% de población que controla el 50% de la riqueza
mundial. Sería absurdo pretender que esta élite omnipotente no se haya
organizado para extender su poder sobre el fundamento de unos valores e
ideología comunes y de unos fines compartidos. Pero es falsa la teoría
de la conspiración. Muy pocos de los participantes atesoran todas las
piezas del puzle. Los oligarcas no "manipulan" la realidad, simplemente
la producen. Y es exactamente eso lo que está sucediendo. No hay
conspiración porque conspiradores son quienes pugnan por conquistar el
poder, mientras que aquí el poder ha sido establecido ya desde el final
de la Segunda Guerra Mundial. Y actúa a ojos vista, amparado por una
perversa combinación de prostitución de la prensa y cobarde estulticia
de las masas. El propio Soros, en efecto, no tuvo empacho en reconocer
que era él quien se encontraba detrás de la torrencial afluencia de
refugiados sirios a Alemania; canal por el que, así mismo, íbanse
infiltrando cientos de terroristas financiados por la Casa de Saud, una
franquicia de la City de Londres, es decir, de la misma oligarquía. En
tercer lugar, las conexiones entre la extrema derecha eurosionista e
Israel son también minimizadas por los medios de comunicación, pero no
resulta imposible detectar sus evidencias incluso en algunos artículos
periodísticos de empresas tan respetables como La Vanguardia.
Podemos y Trump representan dos formas de populismo, presuntamente
surgidos para combatir a las élites. Eso es lo que nos cuenta la
telepantalla corporativa. En realidad, el populismo de izquierdas y el
populismo de derechas son dos tentáculos del pulpo oligárquico al
servicio del mismo proyecto racista y genocida: la dominación mundial de
la extrema derecha judía.
TRUMP: UN HITO FUNDAMENTAL EN LA IMPLEMENTACIÓN DEL PROGRAMA OLIGÁRQUICO
Un caso muy próximo a nosotros es el de Josep Anglada, quien recibió
financiación del FPÖ, partido ultraderechista que en breve podría
alcanzar el poder en Austria. Ahora bien, las fotografías del ex nazi
Strache, el máximo dirigente del FPÖ, en su visita a Israel rodeado de
ultras judíos, son también conocidas y perfectamente accesibles en la
red.
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Soros por izquierda |
Por otra parte, no existe duda alguna respecto del papel de
Sheldon Adelson en la financiación de la campaña de Trump, por no hablar
de la ideología ultra-sionista de Adelson, quien propone nada menos que
arrojar una bomba atómica sobre Irán. Recordemos que uno de los puntos
del programa trumpista es revocar el tratado nuclear de Obama con
Teherán. ¿A qué se dedican, pues, los periodistas? A mentir, a ocultar
la realidad, justamente lo contrario de aquello que se esperaría de
ellos en tanto que define su profesión: el imperativo de veracidad. Hay
muchas formas de engañar y una de ellas es ensordecer los hechos,
ocultarlos o minimizarlos en la producción del "relato". Presentar a
Trump como un antisemita es un fraude, pura propaganda, a menos que los
antisemitas trabajen inconscientemente en provecho de la extrema derecha
judía. Las evidencias apabullantes que hemos señalado deberían ser, en
todo caso, profundamente analizadas, pero el silencio mediático y la
complicidad de los intelectuales, no digamos ya de los políticos,
produce sonrojo.
ERETZ ISRAEL: UN ESQUEMA INTERPRETATIVO DE LOS HECHOS QUE NO DEJA DE CONFIRMARSE
Los hechos en cuestión sólo pueden explicarse racionalmente a partir de
un esquema interpretativo que venimos desarrollando, cada vez con más
detalle, desde hace años, a saber, los intereses del Estado de Israel,
su proyecto expansionista (Eretz Israel) y la necesidad sionista de
aplicar la "solución final" (Endlösung) al pueblo palestino. Los
atentados terroristas en Europa y EEUU deben desencadenar una respuesta
islamófoba desde posiciones abiertamente ultraderechistas, por lo cual,
además de llenar occidente de inmigrantes árabes y yihadistas, es
menester promover los correspondientes grupos políticos racistas e
incluso neonazis. Porque el sistema oligárquico no puede hacerse cargo
oficialmente de los crímenes de lesa humanidad que van a perpetrarse. A
los fascistas se les reserva, nuevamente, el trabajo sucio, unas
atrocidades que luego, una vez utilizados, les reprocharán "las
instituciones humanitarias" en nombre de la "democracia" y los "derechos
humanos".
EL TRIUNFO DE LOS RABINOS ULTRADERECHISTAS JUDÍOS
Los ultras cristianos, esos eternos auxiliares de Sion que no en vano
adoran a un dios judío, se han vuelto imprescindibles para el sistema
oligárquico. En efecto, sólo si la opinión pública occidental asimila e
identifica a los palestinos con los "terroristas" que atentan contra sus
conciudadanos, consentirá por activa o por pasiva el genocidio
palestino que el Estado de Israel debe realizar para erigir el Gran
Israel a la sombra del Tercer Templo de Jerusalén. El triunfo de la
extrema derecha fundamentalista cristiana en Estados Unidos en nada
cuestiona los fines o intereses del establishment, antes bien, como era
de esperar, confirma la fatal complementariedad con unas presuntas
"políticas humanitarias" de inmigración del populismo de izquierdas,
cuyo objeto es la fabricación desvergonzada y criminal del futuro
escenario bélico.
El Brexit y, sobre todo, la llegada de Trump al
poder no significan, en definitiva, resultados "inesperados",
acontecimientos que favorezcan a fuerzas "antisistema", sino hitos
fundamentales en la consumación de la agenda oligárquica. Una agenda
profética, mesiánica y teológica que pretende hacer descarrilar
definitivamente la modernidad, la ciencia, la racionalidad, la
democracia y la civilización laica ilustrada para conducirnos a una
nueva Edad Media, aunque en esta ocasión completamente judaica.
JAUME FARRERONS
TRUMP
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¿El presidente menos pensado? |
Como dicen en el barrio: calavera no chilla.
Usualmente la reacción de las personas que se equivocan en sus
predicciones suele ser la de pretender que, en realidad, no se
equivocaron. Yo podría tratar de argumentar que al fin y al cabo Hillary
sacó más votos que Trump [1] y que la victoria de éste se debe al
perverso sistema del colegio electoral norteamericano y no a la votación
en sí porque bla, bla, bla, bla …
Sería perfectamente estúpido, por supuesto. En mi articulejo anterior aposté a que "las próximas elecciones presidenciales norteamericanas las gana Hillary Clinton".
Pues no las ganó. Punto. No hay argumento, por retorcido que sea, que
pueda cambiar eso. Lo que corresponde, entonces, es pagar la apuesta y
callarse la boca. En todo caso corresponde también averiguar la razón
del error. Es una forma de aprender. Y hasta quizás sea la mejor forma.
Porque se aprende más de los errores que de los aciertos. Claro que para
eso hay que hacer algo que mucha gente no quiere hacer: reconocer que
ha cometido un error.
Por eso: calavera no chilla. Paga y se la banca. (Aunque, digamos la
verdad, tampoco fue tan dramático. Las "gastadas" fueron por demás
amistosas y me divertí un buen rato. No exageremos).
¿Por qué le erré con mi predicción? Por algo muy simple en realidad: mi
herramienta de análisis ya es obsoleta. Hasta la última elección de
Obama funcionó aceptablemente bien. Uno iba, se fijaba en el dinero
invertido en la campaña electoral y el candidato que más dinero ponía,
ése ganaba. O lo hacían ganar de prepo como sucedió con George W. Bush
hace tan solo 16 años atrás.
Además, el fenómeno del candidato que obtiene más votos reales pero
pierde porque el candidato con menos votos consigue más representantes
en el Colegio Electoral es algo muy viejo en la política norteamericana.
Pasó al menos cuatro veces antes de esta elección. En 1824 Andrew
Jackson obtuvo más votos pero menos representantes y perdió frente a
John Quincy Adams. En 1876 Samuel Tilden perdió frente a Rutherford B.
Hayes. En 1888 Grover Cleveland perdió frente a Benjamin Harrison. Y en
el 2000, como ya vimos, Al Gore perdió frente George W Bush. Lo que
importó siempre fue el dinero invertido y la estrategia de inversión. Al
poner los grandes cañones electorales y publicitarios en Estados que
envían muchos electores nunca importó demasiado perder en Estados que
envían solo unos pocos electores. Pues ésta es una de las cosas que ya
no funcionaron. Los grandes cañones electorales y publicitarios
demostraron tener muy poca eficacia.
En materia de prensa escrita, por ejemplo, a Hillary la respaldó toda la
artillería pesada de 229 diarios y 131 semanarios. En ese rubro Trump
apenas si contó con 9 diarios y 4 semanarios. ¿Dónde está, entonces, la
diferencia que explica el triunfo de Trump? Está en Internet. Está en
las redes sociales. Está justo en el ámbito que no revisé como es debido
porque pensé (equivocadamente) que el mundo virtual todavía no tenía
una fuerza decisiva y que, en todo caso, el establishment norteamericano podría manejarlo con un ejército de trolls
fáciles de alquilar. Pues no fue así, sea porque la dirección de la
campaña de Hillary cometió el mismo error que yo, sea porque los trolls
de Trump se manejaron mucho mejor que los de Hillary (incluso siendo
probablemente menos en cantidad), la cuestión es que cuatro días antes
de las elecciones, Trump ya tenía 11,9 millones de "me gusta" en
Facebook y 12,9 millones de seguidores en Twitter mientras Clinton
llegaba a 7.8 millones en Facebook y a 10.1 millones en Twitter. [2]
Estos números, por supuesto, no lo explican todo, ni mucho menos. Pero
son varios los analistas que señalan el intensivo uso de las redes
sociales por parte de Trump. Pepe Escobar, que es un muy buen analista y
que siempre tuvo una rara capacidad para ver más allá de las
apariencias, lo publica con todas las letras: "Trump ganó la Casa Blanca vía los medios sociales; los grandes medios principales nunca lo vieron venir." [3]
Tampoco lo vieron venir los encuestadores, aunque las fallas de las
encuestas ya no son nada raras y, en algunos casos al menos, hasta han
sido deliberadas para favorecer a algún candidato. Así y todo, no deja
de llamar la atención que, a pesar de una tecnología cada vez más
sofisticada que debería llevarlos a acertar cada vez más, los
encuestadores aciertan cada vez menos. Le erraron con el Brexit, le
erraron también con Colombia y ahora le erraron con Trump. [4] Muchos se
preguntan cómo ha sido esto posible. La respuesta no es simple pero
podría resumirse en:
- Demasiada atención puesta en las masas urbanas de las grandes
ciudades e incluso hasta solo en determinados sectores de esas
poblaciones urbanas.
- Mucha gente está harta de las encuestas (especialmente de las
telefónicas) que preguntan por cualquier cosa: desde qué canal de TV
estamos mirando hasta cual es nuestro grado de satisfacción con el
intendente de nuestra zona. El hartazgo lleva luego con frecuencia a
contestar cualquier gansada.
- Si todos los medios masivos de difusión insisten en que un candidato
es impresentable, quienes piensan votar por él no siempre lo
confesarán. Es el llamado "voto vergonzante" y tuvimos ejemplo de ello
en nuestro país. Recuerden: cuando en 1995 Menem ganó su segundo mandato
en primera vuelta todos nos preguntamos "¿Pero quiénes fueron los que
votaron por este tipo?". [5]
- Y por último tampoco dejemos de considerar que las encuestas mismas
son una herramienta de presión que puede utilizarse para fabricar la
opinión pública en lugar de reflejarla. Si seis encuestadores dicen que
Fulano no llega, muchísima gente puede terminar opinando que,
efectivamente, Fulano no llegará; y a nadie le gusta apostar a perdedor.
En última instancia, como decía Bernard Shaw, las estadísticas
constituyen el arte de mentir con cifras y no es nada tan difícil
amañarlas. [6]
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Hillary y la idea fija progresista |
El método de las encuestas está empezando a ser por lo menos tan
obsoleto como mi método del dinero invertido en la campaña. La prueba
está – otra vez – en Internet y el secreto se llama "Big Data" (Datos
Masivos o Macrodatos), que consiste en almacenar enormes cantidades de
datos y luego buscar modelos o patrones reiterativos dentro de esa masa
de datos. Por ejemplo, si consiguiese armar una base de datos con todos
los registros de ventas de todos los supermercados de Buenos Aires, no
me costaría nada determinar qué marca de aceite comestible es la más
vendida, o en qué zona de la ciudad la gente gasta más plata en el
supermercado, o a cuanto asciende en pesos una compra promedio. Yo sabía
que esto podía hacerse con la técnica del llamado "data mining" [7]. Lo
que no sabía, y me vengo a desasnar ahora, es que esto mismo se puede
aplicar a las redes sociales para averiguar las tendencias de la gente
que participa en ellas.
De hecho, una de las pocas empresas que correctamente predijo el triunfo
de Trump es justamente una empresa dedicada al "Big Data". La firma
inglesa Cambridge Analytica con sede en Londres [8] ya semanas
antes de la elección observó un significativo avance de Trump en Estados
como Ohio, Pennsylvania, Michigan y Wisconsin que pertenecen al llamado
"Cinturón Industrial" de los EE.UU. A partir de esos datos la firma
profundizó su análisis y terminó haciendo el pronóstico correcto. Según
Matt Oczkowski, director del equipo que intervino en el proyecto, "Donald
Trump no es el típico candidato republicano, de modo que no se le puede
aplicar la misma demografía de personas que en 2012 votaron por Mitt
Romney. [...] La norma histórica de personas consideradas probables
votantes republicanos nunca nos hubiera revelado quién ganaría esta
elección". [9]
Para mí, la gran lección a aprender es que hay que prestarle cada vez
más atención a Internet y a las redes sociales. Ya no se trata de un
espacio de experimentación, de exploración y de esparcimiento.
Decididamente es, cada vez más, una herramienta útil para múltiples
fines. Y hay que aprender a usarla a fondo porque muchos procesos del
futuro pasarán – como que varios del presente inmediato ya pasan –
inevitablemente por ahí.
Básicamente no cuesta mucho entender el "efecto Internet" en política.
Uno de sus principales aspectos es que permite calibrar con bastante
precisión la aceptación que puede tener un criterio o una idea. Quienes
tienen más o menos mi edad recordarán nuestras buenas viejas épocas del
mimeógrafo y el panfleto de entrega manual. En aquellos tiempos, al
final uno siempre se quedaba con la sensación de ser el único imbécil,
último orejón del tarro, que peleaba contra molinos de viento con ideas
que le importaban un pito a todo el mundo. En esas condiciones, con esas
herramientas, resultaba completamente imposible pelear contra los
cañones de grueso calibre que disparaban desde los grandes medios. Era
la época inmediatamente posterior a la de Jauretche cuando escribió
aquello de "... dice La Nación, dice La Prensa..." Uno decía algo diferente y terminaba creyendo que estaba irremisiblemente solo con sus ideas trasnochadas.
Pues Internet nos permitió darnos cuenta de que no es así. No estamos
solos. Es más: no solamente no estamos solos sino que somos unos
cuantos. Cuando miro las estadísticas de este blog a veces me sigue
costando creer que tanta gente se tome el trabajo de ingresar aquí para
enterarse de lo que Denes Martos tiene para decir. Y no lo digo para
hacerme autobombo. Una, porque no me la creo y dos, porque por más que
el número de mis lectores en Internet sea muy superior al que jamás
conseguiría con las tradicionales impresiones en papel, me queda
perfectamente claro que – medido en términos justamente de Internet – el
tráfico de este blog es modesto. Pero es bueno saber que todos ustedes
están ahí y que, aunque meta la pata hasta el cuadril con mis apuestas,
no soy un lobo solitario aullando en el desierto.
¿Por qué ganó Trump? Para tratar de entenderlo, lo primero que hay que
tener presente es que los EE.UU. no son un país. Son dos países sobre el
mismo territorio. Uno de ellos es la USA real, con gente que tendrá su
identidad, su idiosincrasia y sus características propias como las tiene
la población de cualquier país del mundo pero que, en lo esencial, no
tiene una dinámica política y social demasiado diferente a cualquier
otro país de Occidente. El otro es la USA imperial – o al menos con
pretensiones imperiales – regenteado por una plutocracia que, dotada de
un inmenso poder financiero, se cree capaz de dictarle el comportamiento
político y económico a todo el resto del mundo.
Lo que sucedió el 8 de Noviembre pasado fue simplemente que la
Norteamérica real le ganó la cuerda a la Norteamérica imperial. Emergió
de pronto la Norteamérica profunda, harta y cansada de los experimentos
globalizadores, pseudoimperiales, políticamente correctos y
rematadamente hipócritas que empujaron a la Norteamérica real a perder
posiciones y a empobrecerse paulatinamente. De repente los verdaderos
pobladores de "la tierra de los libres y el hogar de los valientes" [10]
se hicieron presentes y expresaron su hartazgo a pesar de la presión
del establishment plutocrático internacional y la histeria de los
intelectuales de la decadencia.
Lo más interesante de todo es que este fenómeno no es ni único ni
totalmente nuevo. En los últimos tiempos viene dándose con sorprendente
frecuencia. El UKIP en Inglaterra, Marine Le Pen en Francia, el AfD en
Alemania, el Jobbik en Hungría y varios movimientos similares en otros
países revelan la existencia de una importante cantidad de personas que
no están para nada conformes con el famoso Nuevo Orden Mundial que la
plutocracia norteamericana quiere imponer con la colaboración del
liberalismo de izquierda. Un Nuevo Orden Mundial que solo ha tenido
éxitos bastante parciales últimamente si consideramos el fracaso de la
"primavera" árabe, el avance del coloso chino y la independencia hasta
ahora invulnerable de la Rusia de Putin, tan solo para citar lo más
obvio. Gracias a la hipocresía liberal, en casi todos los países
democráticos, o supuestamente democráticos, puede apreciarse un país
real debajo del país formal.
Y aquí es donde me surge la gran pregunta: ¿En qué medida es auténtico
Donald Trump? ¿Es realmente representante de la Norteamérica real y
profunda o es tan solo una válvula de escape permitida por el poder
imperial para que los disconformes descarguen algo de presión? En los
grandes bancos de cerebros – tanto los del Council on Foreign Relations
como los de la Rand Corporation, la Trilateral Commission, los
Bilderberg, George Soros y su Open Society Foundations y habría unos
cuantos más para citar – ¿nadie, pero nadie se dio cuenta del gran
descontento de una masa importante de la población real norteamericana?
Me cuesta mucho creerlo. Como que también me cuesta horrores creer que
nadie en la Norteamérica imperial pudo sacar de la galera un candidato
mejor que Hillary Clinton. ¿Nadie se dio cuenta de que Hillary, una
mujer con la simpatía de una iguana y la calidez de un bloque de hielo,
no podía detener a un supuestamente rebelde cowboy norteamericano que se
mofaba de las letanías políticamente correctas y expresaba libre y
desfachatadamente lo que piensan millones de norteamericanos que todavía
(o ya no) tienen el cerebro (completamente) lavado?
Repito la pregunta: ¿en qué medida es auténtico Donald Trump? ¿En qué
medida es realmente lo que pretendió ser durante la campaña? No sé.
Puedo equivocarme otra vez. Pero así como en Enero 2009 no me equivoqué
por mucho cuando opiné sobre el recién elegido Obama y dije que no sería
más que el CEO del establishment plutocrático, [11] realmente creo que
es muy difícil que Trump sea el hombre capaz de poner a los plutócratas
en su lugar y dar vuelta toda la política norteamericana. En primer
lugar el hombre no es un político. Jamás tuvo ni ejerció un cargo
público de modo que es un perfecto advenedizo en ese mar de arenas
movedizas que es la política norteamericana. Y, en segundo lugar, estimo
que todavía es demasiado pronto. A menos, por supuesto, que estalle una
crisis indetenible, creo que el poder anti-sistema en EE.UU. (y no solo
en EE.UU.) necesita todavía más tiempo para establecerse, fortalecerse y
consolidarse. Todavía quedan unas cuantas vallas por superar para poder
decir que la plutocracia financiera internacional ha quedado finalmente
derrotada. Y es muy difícil que un advenedizo como Trump consiga
liderar esa victoria. No estoy diciendo que esa victoria es imposible.
Si creyera eso no estaría escribiendo esto aquí. Lo que no creo es que
Trump sea el hombre y éste ya sea el momento.
Por más que sea muchísimo más flexible, a la larga el capitalismo
colapsará del mismo modo en que se derrumbó el comunismo. Y por la misma
razón: porque es inviable e insostenible en el largo plazo. Pero no
creo que ese derrumbe sea tan inminente como para que le toque justo a
Trump. Sigo pensando que, en última instancia, tanto Trump como Hillary
no han sido más que payasos del mismo circo cuyos dueños están haciendo
malabarismos para sostener el espectáculo. Cada día les cuesta más
mantener funcionando el show, es cierto; pero todavía lo sostienen.
Por eso, finalmente, yo que Trump tendría cuidado. Llegar al puesto de
presidente es una cosa; ejercer el poder es otra muy diferente y el
poder real norteamericano tiene métodos bastante expeditivos de
deshacerse de los presidentes que no le son funcionales. Hasta ahora
mataron a cuatro (Lincoln, Garfield, MacKinley y John F. Kennedy) más un
posible quinto (Harding) y casi un sexto (Ronald Reagan con 4
atentados, hasta que por fin entendió). [12] Y cuando eso no funciona,
no conviene o resulta imposible, siempre queda el recurso que le
aplicaron a Nixon.
Esperemos a ver el final de la película.
Gracias a todos por leerme.
DENES MARTOS
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NOTAS
1)- A las 15 hs GMT del 9 de Noviembre, Hillary tenía 59,299,381 votos
en total mientras que Trump cosechaba 59,135,740 sufragios. Había, pues,
en ese momento 163,641 votos a favor de Hillary.
Cf. p.ej.
http://metro.co.uk/2016/11/09/hillary-clinton-actually-got-more-votes-than-donald-trump-but-he-still-won-the-election-6247216/
2)- http://www.revistaanfibia.com/ensayo/los-diarios-hillary-los-fans-trump/
3)- https://www.rt.com/op-edge/366026-us-trump-markets-down/
4)- http://www.clarin.com/opinion/Ir-Hillary-volver-Trump_0_1684631524.html
5)- Cf. http://entrama.educacion.gov.ar/uploads/documentos/las_elecciones_de_1995/documento_1.pdf
6)- Ver Darrell Huff
Como Mentir con Estadísticas. La Nueva Editorial Virtual, 2014
7).. "Minería" o explotación de datos. http://www.sinnexus.com/business_intelligence/datamining.aspx
8)- https://cambridgeanalytica.org/
9)- Cf. http://mashable.com/2016/11/10/donald-trump-polling-data/#qarjxcgcUSqQ
10)- "
the land of the free and the home of the brave" . Estrofa-estribillo de
The Star-Spangled Banner, el himno nacional de los Estados Unidos.
11)- Ver mi artículo
¡Agárrense y no hagan olas! de Enero 2009 en
Doce Buenos Años, La Editorial Virtual, pág.561
12)- Ver otro artículo mío de Noviembre 2003
Yo no creo en brujas, pero que las hay.... en
Doce Buenos Años La Nueva Editorial Virtual, 2014, Págs. 235 y ss.
DONALD TRUMP UNA VARIANTE DEL SISTEMA
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Sionismo para todos y todas |
No nos hagamos ilusiones, el recientemente
electo presidente de esa Republica de herejes y masones ubicada al norte del
rio Bravo, Donald Trump, no es un político anti-Sistema, ni el sepulturero del
Atlantismo pro-sionista, como algunos creen.
Que no haya sido el favorito del establishment,
es otra cosa. Pero este nuevo ocupante de la Casa Blanca es un
hombre que vivió dentro del Sistema, y del Sistema. Y seguirá así; basta ver
sus antecedentes.
Lo que pasa es que este hombre es esencialmente
un pragmático, en el peor sentido del término, es decir una persona a quien no
le importa en lo mas minimo el Bien o la Verdad y que hace solo lo
que le conviene a sus intereses. El pragmatismo fue su norma de conducta en la
vida privada, y lo es en la política.
Por eso en su campaña electoral hizo todo lo
que consideró que le era útil para llegar al poder; y ahora, no quepa ninguna
duda, que hará todo lo que sea necesario para conservarlo. De modo pues que no
existe ninguna posibilidad de que cumpla con sus promesas electorales, al menos
aquellas que podrían afectar la “estructura de poder mundial”.
Un ejemplo del pragmatismo de este
multimillonario atorrante es su postura
respecto al aborto. De un día para el otro, cuando pensó que le convenía ganarse
los votos de los norteamericanos pro-vida, dejó de ser abortista para
convertirse en antiabortista; por lo que no sería extraño que mañana mismo –a
tenor de las exigencias de la política- pueda volver a cambiar su opinión.
Y lo mismo en cuanto a la economía, las
finanzas, y la política internacional. En esto también todo huele a
oportunismo. En efecto, ante un cada vez más creciente número de personas
disconformes con el funcionamiento del Nuevo Orden Mundial; Trump tuvo la perspicacia
y –hay que reconocerlo- la osadía de lanzar algunas consignas políticamente
incorrectas; sin embargo no existe ninguna posibilidad de que este vaya a
cumplir con sus dichos, por la sencilla razón de que detrás suyo ya se perfilan
como miembros de su futuro gabinete reconocidos hombres del poder financiero
internacional y del sionismo.
Se dirá que Hillary Clinton, su contrincante en
la carrera presidencial, era de terror, que era el peor escenario. Es cierto,
esa bruja abortera fue la opción preferida de los banqueros y de la izquierda
progresista. Por algo los grandes medios de comunicación hicieron todo lo
posible para promocionarla y para defenestrar a Donald Trump.
Sin embargo se debe tener en cuenta que las
elites que conforman el Poder Mundial no ponen las fichas en un solo lado; actúan
siempre dialécticamente y controlan las opciones que se presentan dentro del
Sistema; de modo que, gane quien gane, su hegemonía se mantenga incólume.
Además no parece posible que justo ahora, en
momentos en que la globalización unipolar en la que estamos inmersos enfrenta
el desafío del surgimiento de un mundo multipolar; precisamente ahora la
plutocracia usuraria internacional venga a perder el control del país que mejor
le sirve a sus intereses. Eso no puede suceder, al menos no tan fácilmente.
Por lo tanto nos atrevemos a sostener que este
nuevo presidente de los Estados Unidos no puede ser más que una variante atípica
del Sistema; y que en virtud de su pragmatismo esencial podrá alternar entre la
receta neoconservadora y la progresista, pero eso sí, ni ebrio ni dormido “sacará
los pies del plato”.
EDGARDO ATILIO MORENO