Estamos en este mundo para que,
en algún lugar, podamos sentir
que hemos hallado nuestro hogar.
Aron Tamási
(1897–1966)

El problema del hogar, sin duda alguna, es complejo; y no por casualidad la protagonista central del tema es la mujer.
Imagínense a una mujer adulta frente a un funcionario burócrata respondiendo a las preguntas de un formulario:
-- ¿Profesión?
-- Ama de casa.
¿Pueden imaginar la cara del burócrata? Yo sí. La he visto un buen par
de veces. Levanta las cejas, pero no la cabeza, y mirando un poco de
abajo hacia arriba se queda un instante como preguntando: "
¿Nada más?" Faltaría que diga "
¿Solo eso? ¡Pobrecita!"
No lo dice, pero su cara lo está gritando. El burócrata no tiene ni la
más repálida idea del enorme esfuerzo, trabajo y dedicación que requiere
ser una ama de casa a tiempo completo – y ni hablemos de ser una
buena ama
de casa – pero la sola idea de ser "solo y nada más que" una ama de
casa le suena a algo así como sinónimo de "personal doméstico gratuito
en relación de esclavitud".
Podemos girar la cuestión y mirarla desde otra faceta. Imagínense el
diálogo entre dos amigas contemporáneas que están por terminar el
colegio secundario.
-- ¿Y? ¿Decidiste ya qué carrera vas a seguir?
-- No. La verdad es que todavía no...
-- Mirá, decidite. Hoy por hoy no podés andar sin título.
-- ¿Y por qué? ¿Qué tiene de malo no tener un título?
-- Es que quedás indefensa. ¿De qué vas a trabajar? ¿Cómo vas a hacer
para ganar plata y mantenerte? Si no tenés un título vas a estar
obligada a depender de un hombre y pasártela fregando y lavando platos
toda la vida. Y eso si tu marido gana lo suficiente como para mantener
la casa. Porque si no, vas a tener que trabajar de vendedora en un
negocio por dos pesos con cincuenta para complementar el sueldo de tu
marido y encima vas a tener que fregar y lavar los platos igual. No
nena. Haceme caso. Conseguite un título.
Giremos la cuestión de nuevo. Mirémosla del lado del varón. Un varón al
que le han dicho que la plata grande no se hace trabajando; un varón que
compara los ingresos del futbolista, del guitarrista de rock, del
piloto de Fórmula 1, del capo narco, del macho alfa de la farándula, del
banquero, del especulador, o del político de turno con los del médico,
el maestro, el ingeniero, el policía o el profesor universitario. Un
varón que, si después de eso todavía se anota en alguna carrera, es
porque, o bien tiene realmente una vocación muy fuerte, o bien no
encontró la forma de engancharse en alguna de las otras opciones y,
dentro de todo, no quiere convertirse en el "nini" que ni estudia ni
trabaja.
Después, claro, la vida se encarga de que esa mujer y ese varón se
encuentren. En algún momento dado se forma una pareja. En algún momento
la pareja deviene en matrimonio. Y como la plata no alcanza ambos tienen
que salir a trabajar. Además, sería ridículo pensar que la mujer, con
un título universitario en su haber o cerca de obtenerlo, se va a quedar
en un departamento de un ambiente para jugar a la ama de casa. Así, ese
departamento se convierte en un dormidero. De día no hay nadie porque
ambos trabajan; de noche se juntan, al día siguiente se repite el ciclo
cinco veces y los fines de semana se hace el mantenimiento de lo que no
se pudo hacer los cinco días anteriores y, en una de ésas, puede haber
una visita a los padres, a la quinta de un amigo o a salir a comer por
ahí, siempre y cuando no sea fin de mes.
Y en algún momento, si no irrumpe una frustración que termina en
separación o divorcio, el matrimonio se convierte en familia. Aparece
una criatura con sus necesidades y sus exigencias. Los que antes eran
amantes se convierten en progenitores con las diferentes obligaciones y
responsabilidades de madres y padres. El departamento de un ambiente
empieza a tener fecha de vencimiento. Dentro de muy poco hará falta más
espacio. Pero "más espacio" significa más dinero. Ni pensar en dejar de
trabajar. Pero, si la madre sigue trabajando, ¿quién se hará cargo de la
criatura? No se la puede dejar sola en el dormidero, obviamente. ¿Una
guardería? ¿Alguna de las abuelas? ¿Una niñera? ¿Algún personal
doméstico multipropósito? ¿Alguna combinación de soluciones
intermedias?
Sea como fuere, luego de un tiempo la madre vuelve al trabajo. Lo
necesita. De otro modo los números de la familia no cierran. Aun cuando
una parte sustancial de sus ingresos se vaya en gastos de guardería,
personal doméstico o alguna otra solución adoptada. Además, es una
profesional. Para eso se rompió el alma estudiando durante años. Para
eso se conquistó, con mucho esfuerzo, una posición que le permite
sentirse libre, dueña de su propio dinero, y respetada – quizás hasta
envidiada – por las demás mujeres. O al menos eso es lo que ella cree.
Y con el hombre sucede algo muy similar. Antes se sentía responsable por
su mujer; ahora se siente responsable por su mujer y su hijo o hija. Si
antes apenas conseguían llegar a fin de mes, ahora los gastos son
mayores. Hace falta más plata por mes. Va a necesitarse más todavía en
el futuro cuando haya que mandar al chico a la escuela y ni hablemos de
si viene un segundo hijo... Hay que cambiar de trabajo por otro mejor
remunerado. O conseguir otro trabajo adicional. O trabajar horas extras
para mejorar los ingresos. Resultado: el hombre estará fuera de su casa
durante más horas que antes. Se convertirá en un misterioso ser que
llega cuando su hijo ya está durmiendo y se habrá ido antes de que
despierte. Como padre será un prodigio que ocurrirá solo los fines de
semana.
En este ambiente, "la profesión", "el trabajo", se convierte en el casi
indiscutido núcleo central de la existencia. La familia termina
construyéndose a su alrededor, como una especie de objetivo secundario y
muchas veces obstaculizante. Lo cual, obviamente, resulta favorecido
por el hecho que muchas veces las actividades formadoras de opinión
resultan ocupadas por personas que, aunque más no sea para
auto-justificarse, proponen y defienden esta forma de vida.
Así y todo sin embargo, la verdadera búsqueda de todos los involucrados
es la de hallar la felicidad; algo que la enorme mayoría de nuestra
sociedad – tal como lo demuestran todas las estadísticas – solo puede
imaginar en un hogar, desde el seno de una familia estable y armónica.
Es lo que todos disfrutan cuando se jubilan. Es lo que todos añoran
cuando es obvio que ya nunca lo tendrán. Hasta ahora no sé de nadie que,
en su lecho de muerte, haya exclamado: "
¡Ojalá hubiera estado más tiempo en la empresa, con los proveedores, con los clientes y con mis compañeros de trabajo!".
¿Qué clase de vida brinda este entorno? Es fácil sacar la cuenta. Un
caso típico sería el de una persona que duerme 8 horas y trabaja 9 por
día. Bien. Veamos. 8 horas de sueño más nueve de trabajo dan 17 horas.
Si el viaje de casa al trabajo, entre colectivo y subte, o tren y subte,
o alguna otra combinación lleva 1 hora y media, tenemos, entre una cosa
y otra 3 horas de viaje por día. Van 17 +3 = 20 horas. Hay que comer,
hay que bañarse, arreglarse, ocuparse de la canilla que gotea y de la
bombita de luz que se quemó, de planchar la ropa para mañana, cocinar,
etc. Seamos optimistas, pongámosle una hora para los hombres y más para
las mujeres. Resumen y total: de las 24 horas del día, con suerte queda
algo así como el 10% del tiempo disponible para dedicarlo al hogar y a
la familia. Con suerte.
La pregunta que, inevitablemente, uno se hace es: ¿vale la pena?
Sinceramente no lo creo. Lo que sucede es que, hasta ahora, había pocas
posibilidades de escapar de ese entorno. O bien uno se iba a vivir al
campo, o bien el hombre conseguía uno de esos raros trabajos que
permitían mantener una familia sin el necesario aporte económico de la
mujer. Sin embargo, la cosa está cambiando y es principalmente gracias a
la tecnología informática que está empezando a surgir una modalidad de
trabajo desconocida hasta ahora: el trabajo desde la casa o, como lo
llaman los norteamericanos, el "home-working".
A fines de 2016 y principios de este año, en los EE.UU. ya eran por lo
menos 100 empresas importantes las que ofrecían trabajo en esta
modalidad. [1] La lista incluía a Amazon, Teletech, Hilton Worldwide,
Xerox, Dell, IBM, Wells Fargo, Aon, Adobe, Sodexo, Eaton, American
Express, Motorola Solutions, Lenovo, JPMorgan Chase y varias más. [2] En
los EE.UU. el porcentaje de trabajadores que realizan sus tareas
parcial o completamente desde sus domicilios se incrementó de un 19% en
2003 a un 24% en 2015 según el Bureau of Labor Statistics. [3] En
las profesiones relacionadas con administración, negocios, operaciones
financieras y ocupaciones profesionales, los porcentajes fueron de 35% a
38% respectivamente. Además, el 68% de los trabajadores norteamericanos
respondieron que esperan trabajar en forma remota en el futuro. [4]
Las industrias más proclives a considerar el trabajo remoto incluyen las
de tecnología informática, medicina, salud, administración estatal y
finanzas. Servicio al cliente, educación, capacitación y ventas también
ofrecen puestos de trabajo en esta modalidad. El trabajo desde el
domicilio bajo el modelo TRaD por sus siglas en inglés [5] está
creciendo y ya es una alternativa seriamente considerada, en especial
por las empresas de servicios. [6]
¿Terminaremos trabajando desde casa en el futuro? Muchos probablemente sí. Porque, por supuesto, esto no es para todos los
oficios. No podría fabricar un auto desde mi casa. No podría ni
pintarlo ni ensamblarlo, eso es obvio. Pero el departamento contable de
la fábrica de autos seguramente tiene operaciones que se podrían hacer
de manera remota y el área de Recursos Humanos también realiza
operaciones que no tienen por qué hacerse necesariamente dentro de la
empresa. Ni el cálculo de sueldos y jornales ni el diseño y
mantenimiento de la Intranet de la compañía tienen que hacerse
necesariamente dentro de la compañía misma. El departamento de Marketing
podría trabajar con diseñadores gráficos remotos. Excluyendo los
procesos de manufactura propiamente dichos, las posibilidades son
amplias.
¿Lo haremos?
Creo que sí. Todavía falta desarrollo y cultura laboral en este sentido,
sobre todo en nuestros países. Llevará tiempo y requerirá varios
cambios, en especial de mentalidad. Pero la nueva generación, ésa que
nació con la computadora ya en la cuna, poco a poco hasta irá
presionando para hacerlo posible.
Porque este mundo, así como está hoy, es absurdo. Estamos más tiempo con
extraños y hasta con completos desconocidos que con nuestras propias
esposas, esposos, hijas e hijos. Y después nos lamentamos que el
matrimonio y la familia resisten cada vez menos el embate de quienes se
han propuesto hacerlos desaparecer.
Porque, a diferencia de los matrimonios que no necesitan más que una
vivienda, las familias necesitan un hogar. Y el hogar, tradicionalmente,
era ese lugar en el que se mantenía encendido el fuego alrededor del
cual la familia se reunía todos los días para comer, calentarse,
charlar, divertirse, recordar anécdotas, comentar los hechos del día,
discutir puntos de vista diferentes, intercambiar opiniones... En pocas
palabras, el hogar fue siempre el lugar en donde quienes se aman pueden
estar juntos para comunicarse, para entenderse y para compartir.
Y creo que debe volver a serlo.
Porque, al igual que Aron Tamási, creo que en este mundo, en algún
lugar, deberíamos poder sentir que hemos hallado nuestro hogar.
Y también creo que en ese hogar deberíamos poder vivir nuestras vidas junto a las personas que amamos.
http://denesmartos.blogspot.com.ar/2017/07/hogar-y-familia.html
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NOTAS:
1)- Cf. https://www.flexjobs.com/blog/post/100-top-companies-with-work-from-home-jobs-in-2016/
2)- Cf. https://www.flexjobs.com/
3)- https://www.bls.gov/opub/ted/2016/24-percent-of-employed-people-did-some-or-all-of-their-work-at-home-in-2015.htm
4)- https://www.flexjobs.com/blog/post/work-flexibility-milestones-infographic/
5)- "Telecommuting, Remote, and Distributed model" = Modelo telecomunicado, remoto y distribuido.
6)- https://trad.works/