El sistema político vigente en nuestro País, con leves modificaciones, es fruto del denominado “Pronunciamiento de Urquiza” del 1 de mayo de 1851, el cual desemboca en el tratado que se firma el 21 de noviembre de ese año entre las provincias de Corrientes y Entre Ríos, la República Oriental del Uruguay y el Imperio del Brasil, en el mismo se sella una alianza político, militar y financiera, principalmente entre el Gral. Justo José de Urquiza (gobernador de Entre Ríos) y el Imperio del Brasil. Dicho tratado ha dejado asentado un penoso antecedente, que consciente o inconscientemente, ha constituido el fundamento subyacente de todo el desenvolvimiento del sistema político, social, económico y financiero que nos rige.
En primer lugar, se “aclara” que el objetivo del connubio no es hacer la guerra a la Confederación Argentina ni a su pueblo, sino “libertar al pueblo argentino de la opresión que sufre bajo la dominación tiránica del gobernador Don Juan Manuel de Rosas”; unos de los principales objetivos culturales de la “Línea Mayo-Caseros” fue el de denominar “Libertad” al mas abyecto sometimiento a las potencias extranjeras y “tiranía” a un gobierno que , aún a su pesar y con los defectos que pudiera tener, desafió a los dictados imperiales, resistiendo y repeliendo agresiones militares, bloqueos, intentos de magnicidio, etc.
En segundo lugar, el siempre presente financiamiento extranjero para todo aquél que contribuya desde adentro a la ruina del país o a su indefensión , en el artículo 6 se establece que: “los Estados de Entre Ríos y Corrientes en situación de sufragar los gastos extraordinarios que tendrán que hacer con el movimiento de su ejército, su Majestad el Emperador del Brasil les proveerá en calidad de préstamo, la suma mensual de 100.000 patacones por el término de cuatro meses, contados desde la fecha en que dichos Estados ratificaren el presente convenio, o durante el tiempo que transcurriesen, hasta la desaparición del Gobierno del General Rosas........”. En el artículo que sigue, dispone: “Su excelencia el señor gobernador de Entre Ríos se obliga a obtener del Gobierno que suceda inmediatamente al del Gral. Rosas, el reconocimiento de aquél empréstito como deuda de la Confederación Argentina y que se efectúe su pronto pago con el interés del seis por ciento al año....”; si el “Ejército Grande” no lograba imponerse, quedaban hipotecadas las rentas y los terrenos de propiedad pública de los estados de Entre Ríos y Corrientes (art.7).
En tercer lugar, la mas vil traición a la Patria, fundada en motivos espurios y ambiciones personales a satisfacer a cualquier precio que en el caso que nos ocupa se “disfrazó” de “afán constitucionalista”.
En cuarto lugar, someter expresamente a voluntad foránea decisiones cuyas consecuencias será estrictamente locales, como lo fue el artículo 18 que establecía que las condiciones de paz, es decir, la finalización de la guerra, “serían ajustadas entre los jefes de las fuerzas aliadas, solicitándose para su ejecución la aprobación de los gobiernos respectivos, o de sus representantes debidamente autorizados”, o sea, que si así lo deseaba el Jefe de la División Imperial, la guerra (la batalla de Caseros) podría haber continuado al costo de mas sangre argentina derramaba (HOY, trabajadores argentinos ven peligrar su fuente de trabajo por decisiones que toman los directivos de las empresas extranjeras en donde se desempeñan, gracias al alto nivel de extranjerización de la economía nacional).
Este tratado fue y es tan caro al sistema vigente, de evidente sesgo colonialista, que no hubo infamia ni traición a la Patria relevante que no se haya cubierto bajo el manto de legitimidad de la “Línea Mayo—Caseros”; una de las peores, fue la guerra de la “Triple Alianza”, donde entra a actuar uno de los capitostes del sistema de dominación, el Gral. Bartolomé Mitre, respondiendo una carta a Urquiza en 1865 integrante de una serie de epístolas que se intercambiaron estos funestos personajes acerca de la alianza con el Imperio del Brasil: “Nos toca combatir de nuevo bajo la bandera que reunió en Caseros a todos los argentinos. Me congratulo por ello”.
Establecidos estos antecedentes, cualquier régimen que gobierne, no afectará al sistema inaugurado en tanto y en cuanto no discuta sus dogmas, que ya fueron prolijamente propagados y publicitados a través de la falsificación histórica y de la cultura a contrapelo de la identidad nacional. Todo sistema político, cualquiera sea su denominación y naturaleza, busca objetivamente como fin último , estabilidad y perdurabilidad, para ello actúa y se ejecuta a través del régimen que considere mas apropiado para el cumplimiento de sus objetivos.
De esta manera, sistema y régimen se retroalimentan también gracias a estructuras institucionales copiadas del extranjero, con debilidad endémica que facilitó y promovió la recurrente dialéctica “gobiernos de iure—gobiernos de facto”; el establecimiento de uno u otro dependía de la puesta en peligro del sistema por uno u otro, indistintamente, a través de agentes, golpes de estado o “cuartelazos” y/ promoviendo empañados regresos democráticos. Demostración de ello, es que en la Argentina en el siglo XX, los golpes cívico--militares de 1930, 1955 y 1976, que fueron pergeñados principalmente por civiles y/o embajadas extranjeras, utilizaron al Ejército, pagando éste el costo político ante la “gilada”, para la que siempre la responsabilidad de la ruptura institucional fue de los “milicos”.
El único golpe de naturaleza estrictamente militar fue la Restauración del 4 de junio de 1943 y también el único auténticamente nacional, con objetivos claramente difundidos y cumplidos, y no puras declamaciones y promesas de regresar el poder a los mismos inoperantes que lo habían perdido; éste golpe rompió la continuidad del sistema, y por ende, pudo ser un régimen diferente, ya sea al otro “gobierno militar” anterior (1930-32) como a los civiles que le siguieron. Por ello, el sistema, para desgracia de nuestra Patria, reaccionó virulentamente, al ver como la Argentina volvía a ser Libre y Soberana, rompiendo sus cadenas y no lustrándolas simplemente con palabreríos y con armas embotadas. Las Fuerzas Armadas, única institución socialmente jerarquizada, cuya misión es resguardar y proteger la soberanía nacional, debían ser destruidas y desmovilizadas para que el “Sistema Caseros” de decadencia y postración nacional (lo que implica para el pueblo argentino desocupación, pobreza, marginación social, etc), para ello se las infiltró con agentes y cipayos que subvirtieron su naturaleza, dejando de ser sanmartiniano para que sea la facción armada de Lavalle, Urquiza, Mitre, Aramburu, Lanusse, Videla, etc, realizando estos personajes, como tristemente conocemos, las acciones mas viles, cobardes y antinacionales a designio con los fines de ensuciar y desprestigiar a las Fuerzas Armadas ayer, para justificar el desmantelamiento de hoy y asegurarse que nadie esté en condiciones de enfrentar al “Sistema Caseros”.
Como siempre en la historia, NADA está dicho y NADA en este mundo es perpetuo, la posibilidad de cambiarlo está nada mas y nada menos que en las manos del Pueblo de la Nación Argentina.
LUIS ASIS DAMASCO
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