Ricardo Martin Bustamante
La sociedad burguesa es economicista, pero lo mas característico de su economía es el mercantilismo o “comercialismo”, un sistema de relaciones humanas que involucra toda la sociedad y culmina en la subordinación de la economía productiva a la finanzas, es decir, a la usura.
Esto vale ser resaltado por que aún existe un discurso marxista atrasado y funcional al poder usurero Ese discurso difunde dogmáticamente que las finanzas están subordinadas a la producción de bienes y servicios o sea a lo que ellos llaman “burguesía” dueña de los medios de producción,
Enseñan (en nuestras universidades publicas especialmente) que la financiera es una función auxiliar de esa burguesía dueña de los medios de producción Ellos no advierten (ni han estudiado condicionados como están por el “librito marxista” de un siglo atrás) la autonomía actual que el fenómeno financiero encarna globalmente y el nivel de control que toma dentro de las estructuras económicas primero, para pasar al control político y de la cultura posteriormente. No advierten justamente lo más perverso que es la sociedad sodomizada por aquellos que deberían ser en el mejor de los casos, solo auxiliares de la producción. Los que han extendido ese mercantilismo al mismo dinero de manera que se transforme en mercadería escasa que justamente ellos, al mismo tiempo, crean de la nada, la magia financiera en acción
Sólo después que el capitalismo financiero subyuga la economía en su totalidad, puede llegar esta economía degradada a controlar usurpándolas las funciones políticas y culturales de la comunidad en su conjunto, marcando las pautas mercantilistas como criterios últimos e indiscutibles de conducta y de verdad.
Sólo después que el capitalismo financiero subyuga la economía en su totalidad, puede llegar esta economía degradada a controlar usurpándolas las funciones políticas y culturales de la comunidad en su conjunto, marcando las pautas mercantilistas como criterios últimos e indiscutibles de conducta y de verdad.
La comunidad se convierte así a la postre en mero sustrato humano de la society, es decir, de una maraña contractual interconectada formada por socios que acumulan riqueza. Para eso el discurso oficial burgués ha creado un nuevo sentido común, este, llama al burgués “una persona normal “. No otro será el sentido de la existencia humana, que convierte en “locos” a quienes no estén de acuerdo con el ideal de obtener dinero por amor al mismo dinero y por el disfrute que ello produce. Obtenerlo por lo general de la manera que sea, sin desechar método alguno por inmoral que fuere. Sería eso el eterno camino de la búsqueda de la felicidad según el ideal hedonista del liberalismo que incluso se explicita en una de las piezas basales del constitucionalismo moderno, suerte de fetiche del burgués tipo, la declaración de la independencia norteamericana.(1)
La comunidad subsistirá tal como se la conoce , pero sometida al sistema de relaciones sociales capitalista, que en definitiva la consume poco a poco; el capital necesita, por ejemplo, familias con hijos para que trabajen e incluso valores “patrios” a fin de disponer de soldados enfervorizados que combatan en guerras con fines crematísticos -por poner un ejemplo: la guerra de Iraq para controlar las reservas petrolíferas de Oriente Medio y los medios económicos que ellas producen- o necesita o requiere de facilidades para disfrutar del dinero y los placeres que produce el mismo. Para vivir esa felicidad a veces la familia con hijos comienza a molestar y se comienza a elaborar discursos justificatorios para reducir su cantidad: se impone el control artificial de la natalidad o la permisividad abortiva: la comunidad tradicional entonces será instrumentalizada, doblegada, engañada y reducida a su mínima expresión.
La comunidad subsistirá tal como se la conoce , pero sometida al sistema de relaciones sociales capitalista, que en definitiva la consume poco a poco; el capital necesita, por ejemplo, familias con hijos para que trabajen e incluso valores “patrios” a fin de disponer de soldados enfervorizados que combatan en guerras con fines crematísticos -por poner un ejemplo: la guerra de Iraq para controlar las reservas petrolíferas de Oriente Medio y los medios económicos que ellas producen- o necesita o requiere de facilidades para disfrutar del dinero y los placeres que produce el mismo. Para vivir esa felicidad a veces la familia con hijos comienza a molestar y se comienza a elaborar discursos justificatorios para reducir su cantidad: se impone el control artificial de la natalidad o la permisividad abortiva: la comunidad tradicional entonces será instrumentalizada, doblegada, engañada y reducida a su mínima expresión.
El liberalismo monopolista oligárquico la habrá herido mortalmente en sus índices de natalidad. De suerte que paradójicamente la sociedad burguesa misma, que no puede existir sin sustentarse en un fundamento comunitario, siembra el veneno de su propia extinción demográfica.(2)
Debe así, al fin, como es el caso de los países centrales, importar inmigrantes (o dejar que entren) de otras comunidades menos aburguesadas para sustituir la mano de obra extinta que el capitalismo necesita y que una decadente multitud de consumistas ayunos de valores éticos ya sólo de forma muy deficitaria puede y en ciertos y no pocos casos quieren proporcionar. Vaya esto de la natalidad como mero ejemplo bastante difundido hoy en día
Resulta interesante analizar este tema del hedonismo y la búsqueda de felicidad entendida como placer y disfrute meramente material sensualista y egoísta de placeres que nos transmite la cultura burguesa y el complejo entramado de relaciones económicas que posibilitan su existencia, con su discurso cultural hegemónico representado por el progresismo, el marxismo cultural, especialmente el de Marcuse que es el substrato del marginalismo dominante en cultura.
Así como el capitalismo da los elementos materiales al burgués para encontrar esa felicidad, el discurso progresista la fundamenta y justifica. Para Marcuse liberar el Eros es fundamental. La actividad placentera es lo fundamental en la vida del hombre, es justamente la felicidad. El hombre marcusiano es aquel que goza y si no goza esta reprimido por diversas estructuras (la moral tradicional, la Iglesia, el Estado etc.).(3)
La felicidad será entonces disfrutar del placer y plantear la socialización del mismo a todos los estratos integrando a la normalidad a las mas claras expresiones de la anormalidad o de la marginación así se une a la formulación del nuevo sentido común divorciado de toda ética y de toda moral que no sea la del placer El reino de la “Cajita Feliz” que ya hemos mencionado con anterioridad
Hay una enfermedad crónica, incurable y terminal de la sociedad burguesa, a saber, es la contradicción axiológica entre la “sociedad de producción”, regida por el valor trabajo y, por ende, por el imperativo de la verdad racional que hace posible la eficacia y la eficiencia laborales (el sacrificio), y la “sociedad de consumo”, basada en la “felicidad”, léase: en la subordinación de cualquier principio racional a los intereses hedonistas, a los deseos, a las “esperanzas de mayores medios para lograr el mayor disfrute”, a las pulsiones del individuo liberado de todo deber moral o político intrínseco (el placer).
Para el freudomarxismo progresista que ya hemos citado es la lucha de Eros contra Thanatos. De manera tal que la construcción ideológica propia de éste resulta tan aplicable a los marginales (maricones, prostitutas, drogadictos, delincuentes, aborteros) que tratan de ganar la normalidad como para los burgueses que aceptan el hedonismo como nueva formulación del sentido común una forma más del Eros liberado y la irrupción en lo normal de la codicia y la avaricia como otra forma de liberar ese Eros.
”.
, De hecho la inclusión de los sujetos revolucionarios marcusianos (marginales) a la sociedad burguesa es ampliamente aceptada y promovida por ella misma, así como son aceptadas sus mas recientes formulaciones teóricas como lo es la temática de genero fogoneada por los círculos y aparatos de legalización de las novedades culturales y políticas, como las ONGs y los organismos internacionales, por lo general financiados copiosamente por los mas encumbrados personajes de la “cajita feliz” capitalista, como podrían ser Soros Rokefeller, Buffet o Gates, cuando no directamente por los países centrales
Así quien no acepta la ortodoxia actual, el nuevo sentido comun o sea la acumulación de dinero por el dinero mismo y por el placer que proporciona, será un “loco”, quien no acepta los criterios de la cultura hegemónica que justifica teóricamente la degradación del Sistema de Dominación demoprogreplutocratico será un “fascista” y por consiguiente sujeto a las represiones que ideen los “no represivos”.
NOTAS
(1)" Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad..."
Vease tambien "Capitalismo y felicidad" http://www.juandemariana.org/comentario/791/capitalismo/felicidad/
(2) Jaume Ferrerons. www.nacionalrevolucionario.blogspot.com(3) Es la temática permanente de Marcuse en su celebre libro "Eros y Civilización"
3 comentarios:
Buen articulo. Me interesó mucho eso de la contradicción de la sociedad burguesa, del sacrificio en cuanto a la producción y el hedonismo en cuanto al consumo. Muy bueno.
Espectacular, los marginales tambien "buscan la felicidad" al igual que los burgueses y los explotadores y estafadores de la finanza global. Muy buen post.
Felix Parga
Muy buen articulo, pone el dedo en la llaga al tocar dos temas claves: 1) el papel funcional del marxismo en el Sistema al soslayar que el capital finaciero es el que domina la economia mundial.
2)el papel -de nuevo funcional- del neomarxismo al proporcionar el sustrato cultural de la sociedad burguesa, el cual permite que el capitalismo financiero funcione adecuadamente.
Edgardo
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