CACICA TUCUMANA: MAS TRUCHERIO INDIGENISTA |
En 2008, El Periódico nos informaba que en una comunidad “indígena”, asumió una “cacica”, superando así los “prejuicios de género”.
Se trata de una ciudadana argentina llamada Nora Sequeiro. Otra contradicción, porque en los verdaderos pueblos indígenas, para ser cacique, no solo que había que heredarlo, sino también ser varón. Confieso que debiera releer varios libros sobre historia regional prehispana para ver cuantas mujeres fueron cacicas, porque no recuerdo que las haya habido. He leído nombres como Chelemín, Martín Iquisi, Juan Calchaquí, Canamico. Todos ellos varones. Pero no recuerdo a “cacica” alguna.
La asunción de una “cacica” es atentar contra la tradición de los pueblos indígenas, mas allá de que en la gesta tupacamarista (dejando Tucumán para ubicarnos en el lejano Perú), ya en el último medio siglo de la colonia, se haya distinguido Tomasa Tito Condemayta Hurtado de Mendoza, cacica de la localidad de Acos (Cusco) quien, liderando a un grupo de indígenas, derrotó al ejército realista en la batalla de Puente de Pillpinto.
Notables e insalvables diferencias entre una legítima CACICA de la época colonial con todo el linaje que la avalaba, protagonista de la guerra de la independencia dentro de un contexto indígena quechua, y otra “cacica” de Casas Viejas, resultado de la coyuntura democrática y de la “avivada”.
En el caso de que en el Tucumán prehispano haya habido caciques del sexo femenino, éstas no fueron muchas, lo que hace que, institucionalizar el cacicazgo femenino sea bastante traído de los pelos. De igual modo, resultaría totalmente desgraciado valerse de precedentes como los de Micaela Bastidas Phuyuqhawa (esposa de Tupac Amaru II) y los de la esposa de Tupaq Katari, Bartolina Sisa, verdadera pesadilla para los realistas de La Paz, que terminaron haciéndola padecer todo tipo de vejaciones, para justificar el cacicazgo de Sequeiro. También, aunque algunas mujeres, en el origen de la civilización andina hayan tenido mando político, sea dentro de la mitología inca o en la realidad, formando parte de la élite gobernante, y aunque el mando entre ambos sexos haya estado medianamente compensado por el poder político alcanzado por algunas mujeres, éstas eran de sangre real, y no pertenecían al hatun runa. Esas mujeres gobernantes no eran mujeres del pueblo, sino de la realeza. ¿Se puede afirmar que la señora Sequeiro pertenezca a alguna realeza? o, para circunscribirnos a la cultura local, ¿puede probar la señora Sequeiro descender de algún cacique del Tucumán prehispano?
Idéntica situación refléjase en un artículo publicado por La Gaceta el Domingo 7 de Agosto de 2011 en que se contradice al de El Periódico de 2008, pues considera La Gaceta que la primera “cacica” de este Tucumán posmoderno es María Lilia Delgado. La autora del penoso artículo, Mirta Isabel Lazzaroni, Editora de Información General del diario de calle Mendoza, escribe: “es menuda, de rasgos delicados que denotan su ascendencia indígena, habla pausada y suavemente pero con decidida autoridad. Está orgullosa y no lo disimula. María Lilia Delgado es cacica de la comunidad Indio Colalao desde junio pasado, cuando fue electa por el voto de su pueblo”. La foto de la “cacica” es una clara evidencia del mestizaje. Son notables sus razgos nativos. Pero es mas evidente que no tiene la pureza racial que se debiera tener para autodenominarse “india”. Trátase de otra “cacica” surgida como resultado de la avivada democrática. Democracia que permite que cualquier persona, por tener cabello rígido y negro, piel oscura y ojos rasgados se autodenomine “indio”, sin que se tenga en cuenta la ascendencia hispana que los hace mestizos. Eso es así. La “cacica” Delgado, tiene los mismos rasgos mestizos de cientos de miles de tucumanos que a diario transitan por las calles de San Miguel de Tucumán, de ciudades y pueblos del interior y por parajes de zonas rurales a quienes jamás se les ocurriría ser “caciques”.
En las fotos que publicó La Gaceta, en poses muy “holliwoodenses”, esta mujer aparece con la Casa Histórica de la Independencia de fondo exhibiendo sus supuestos “atributos de mando”: “El cetro con la cabeza de jaguar fue tallado por el abuelo de María Lilia. El jaguar es el símbolo del fuego y tiene que ver con mi personalidad. Me identifico con el fuego y con el jaguar". Delgado es otra alteradora de la tradición indígena de llegar al curacazgo por linaje y no por medio de los votos. Recordemos que en nuestro pasado prehispano, si bien no existía la desigualdad social que se evidencia por culpa de este capitalismo salvaje que lleva a la desnutrición a miles de argentinos, tampoco existía ninguna práctica que se la pudiera relacionar con la “movilidad social”.
Estos pequeños grupos humanos que se hacen llamar “indios”, pretenden “hacer revivir” las culturas indígenas. Pero no en base a sus patrones culturales, sino a una forma de gobierno originada en la antigua Grecia. Al respecto, en una flagrante tomada de pelo para quienes alguna idea tienen sobre el tema, en el artículo de La Gaceta dice la nobel “cacica”: “"Antes el cacicazgo era hereditario, y el varón era el referente de las comunidades. Ahora, como ya no hay esa diferencia marcada entre el hombre y la mujer, nosotras también nos animamos a ser parte de una elección. El pueblo elige, de acuerdo con las capacidades por voto democrático", explica María Lilia”.
Toda esta tomada de pelo tiene una explicación. La educación en nuestro país siempre ha estado en manos de europeizados que educaron al pueblo de nuestro país con una mirada eurocéntrica y sin tener en cuenta la realidad social y cultural que hace a nuestra cotidianeidad regional.
Las elites en su generalidad, de tanto pretender ser europeas, al parecer creían que la gente de piel oscura y ojos rasgados habitaba en los límites con Bolivia y no en Tucumán, e ignoraron el notable mestizaje que hace a la identidad etnocultural de nuestra región.
Es así que de los centros educativos de nuestra provincia siempre egresaron profundos conocedores de Historia Universal que, con sólidos conocimientos, pueden hablar de temas como Egipto, Grecia, Roma, la Revolución Francesa y demás tópicos que en modo indirecto están relacionados con la historia e identidad cultural del Noroeste Argentino profundo.
Pero se olvidaron que vivían en un territorio que, antes de ser (hasta un cierto punto) lo que pretendieron Alberdi y Sarmiento, primero formó parte del Tawantinsuyu, luego del Virreynato del Perú y posteriormente del Virreynato del Río de la Plata.
Por esa mentalidad europeista que nuestras elites aplicaron e impusieron en nuestras escuelas, es que cientos de miles de tucumanos saben perfectamente qué significa “I love you” y un grupo reducido conoce el significado de la expresión “Je t’aime”. Pero casi nadie entenderá cuando alguien diga “munakuyki”. Ese cipayismo educativo llevó a que la mayoría de nuestros habitantes tenga una idea concreta de quien fue Napoleón Bonaparte, pero que no sepa quienes fueron Tupaq Amaru, Tupaq Katari, Qhanamikhoq, Chelemín, Juan Calchaquí. No solo eso. Ni siquiera saben quienes fueron Diego de Rojas ni Pedro Bohorquez. Y si muchos tucumanos escucharon hablar de Fernando Mate de Luna es solamente porque una de nuestras principales avenidas recibe tal denominación.
Toda esa colonización pedagógica generó tal ignorancia que, en su mayoría, nuestro pueblo no pueda entender con claridad qué es Milagro Salas. Tanta extranjerización cultural no permite a los tucumanos del Siglo XXI advertir la mentira de las comunidades supuestamente indígenas. Y como si todo esto no bastara, actualmente, cuando se toca temas prehispánicos en nuestro sistema educativo es “a la pasada”, y sin profundizar al respecto. Pero para mal, porque ahora se está comenzando a evidenciar en algunos docentes tucumanos posturas que van desde una marxistoide y anacrónica dialéctica, a otra posición negadora, no necesariamente de lo hispano, sino de lo mestizo.
Notables e insalvables diferencias entre una legítima CACICA de la época colonial con todo el linaje que la avalaba, protagonista de la guerra de la independencia dentro de un contexto indígena quechua, y otra “cacica” de Casas Viejas, resultado de la coyuntura democrática y de la “avivada”.
En el caso de que en el Tucumán prehispano haya habido caciques del sexo femenino, éstas no fueron muchas, lo que hace que, institucionalizar el cacicazgo femenino sea bastante traído de los pelos. De igual modo, resultaría totalmente desgraciado valerse de precedentes como los de Micaela Bastidas Phuyuqhawa (esposa de Tupac Amaru II) y los de la esposa de Tupaq Katari, Bartolina Sisa, verdadera pesadilla para los realistas de La Paz, que terminaron haciéndola padecer todo tipo de vejaciones, para justificar el cacicazgo de Sequeiro. También, aunque algunas mujeres, en el origen de la civilización andina hayan tenido mando político, sea dentro de la mitología inca o en la realidad, formando parte de la élite gobernante, y aunque el mando entre ambos sexos haya estado medianamente compensado por el poder político alcanzado por algunas mujeres, éstas eran de sangre real, y no pertenecían al hatun runa. Esas mujeres gobernantes no eran mujeres del pueblo, sino de la realeza. ¿Se puede afirmar que la señora Sequeiro pertenezca a alguna realeza? o, para circunscribirnos a la cultura local, ¿puede probar la señora Sequeiro descender de algún cacique del Tucumán prehispano?
Idéntica situación refléjase en un artículo publicado por La Gaceta el Domingo 7 de Agosto de 2011 en que se contradice al de El Periódico de 2008, pues considera La Gaceta que la primera “cacica” de este Tucumán posmoderno es María Lilia Delgado. La autora del penoso artículo, Mirta Isabel Lazzaroni, Editora de Información General del diario de calle Mendoza, escribe: “es menuda, de rasgos delicados que denotan su ascendencia indígena, habla pausada y suavemente pero con decidida autoridad. Está orgullosa y no lo disimula. María Lilia Delgado es cacica de la comunidad Indio Colalao desde junio pasado, cuando fue electa por el voto de su pueblo”. La foto de la “cacica” es una clara evidencia del mestizaje. Son notables sus razgos nativos. Pero es mas evidente que no tiene la pureza racial que se debiera tener para autodenominarse “india”. Trátase de otra “cacica” surgida como resultado de la avivada democrática. Democracia que permite que cualquier persona, por tener cabello rígido y negro, piel oscura y ojos rasgados se autodenomine “indio”, sin que se tenga en cuenta la ascendencia hispana que los hace mestizos. Eso es así. La “cacica” Delgado, tiene los mismos rasgos mestizos de cientos de miles de tucumanos que a diario transitan por las calles de San Miguel de Tucumán, de ciudades y pueblos del interior y por parajes de zonas rurales a quienes jamás se les ocurriría ser “caciques”.
En las fotos que publicó La Gaceta, en poses muy “holliwoodenses”, esta mujer aparece con la Casa Histórica de la Independencia de fondo exhibiendo sus supuestos “atributos de mando”: “El cetro con la cabeza de jaguar fue tallado por el abuelo de María Lilia. El jaguar es el símbolo del fuego y tiene que ver con mi personalidad. Me identifico con el fuego y con el jaguar". Delgado es otra alteradora de la tradición indígena de llegar al curacazgo por linaje y no por medio de los votos. Recordemos que en nuestro pasado prehispano, si bien no existía la desigualdad social que se evidencia por culpa de este capitalismo salvaje que lleva a la desnutrición a miles de argentinos, tampoco existía ninguna práctica que se la pudiera relacionar con la “movilidad social”.
Estos pequeños grupos humanos que se hacen llamar “indios”, pretenden “hacer revivir” las culturas indígenas. Pero no en base a sus patrones culturales, sino a una forma de gobierno originada en la antigua Grecia. Al respecto, en una flagrante tomada de pelo para quienes alguna idea tienen sobre el tema, en el artículo de La Gaceta dice la nobel “cacica”: “"Antes el cacicazgo era hereditario, y el varón era el referente de las comunidades. Ahora, como ya no hay esa diferencia marcada entre el hombre y la mujer, nosotras también nos animamos a ser parte de una elección. El pueblo elige, de acuerdo con las capacidades por voto democrático", explica María Lilia”.
Toda esta tomada de pelo tiene una explicación. La educación en nuestro país siempre ha estado en manos de europeizados que educaron al pueblo de nuestro país con una mirada eurocéntrica y sin tener en cuenta la realidad social y cultural que hace a nuestra cotidianeidad regional.
Las elites en su generalidad, de tanto pretender ser europeas, al parecer creían que la gente de piel oscura y ojos rasgados habitaba en los límites con Bolivia y no en Tucumán, e ignoraron el notable mestizaje que hace a la identidad etnocultural de nuestra región.
Es así que de los centros educativos de nuestra provincia siempre egresaron profundos conocedores de Historia Universal que, con sólidos conocimientos, pueden hablar de temas como Egipto, Grecia, Roma, la Revolución Francesa y demás tópicos que en modo indirecto están relacionados con la historia e identidad cultural del Noroeste Argentino profundo.
Pero se olvidaron que vivían en un territorio que, antes de ser (hasta un cierto punto) lo que pretendieron Alberdi y Sarmiento, primero formó parte del Tawantinsuyu, luego del Virreynato del Perú y posteriormente del Virreynato del Río de la Plata.
Por esa mentalidad europeista que nuestras elites aplicaron e impusieron en nuestras escuelas, es que cientos de miles de tucumanos saben perfectamente qué significa “I love you” y un grupo reducido conoce el significado de la expresión “Je t’aime”. Pero casi nadie entenderá cuando alguien diga “munakuyki”. Ese cipayismo educativo llevó a que la mayoría de nuestros habitantes tenga una idea concreta de quien fue Napoleón Bonaparte, pero que no sepa quienes fueron Tupaq Amaru, Tupaq Katari, Qhanamikhoq, Chelemín, Juan Calchaquí. No solo eso. Ni siquiera saben quienes fueron Diego de Rojas ni Pedro Bohorquez. Y si muchos tucumanos escucharon hablar de Fernando Mate de Luna es solamente porque una de nuestras principales avenidas recibe tal denominación.
Toda esa colonización pedagógica generó tal ignorancia que, en su mayoría, nuestro pueblo no pueda entender con claridad qué es Milagro Salas. Tanta extranjerización cultural no permite a los tucumanos del Siglo XXI advertir la mentira de las comunidades supuestamente indígenas. Y como si todo esto no bastara, actualmente, cuando se toca temas prehispánicos en nuestro sistema educativo es “a la pasada”, y sin profundizar al respecto. Pero para mal, porque ahora se está comenzando a evidenciar en algunos docentes tucumanos posturas que van desde una marxistoide y anacrónica dialéctica, a otra posición negadora, no necesariamente de lo hispano, sino de lo mestizo.
4 comentarios:
Si esta es india entonces yo soy un vikingo.
¿Sos nordico Martín?
Yo soy de la comunidad andaluza, por parte de mis abuelos. Espero que eso no les moleste.
Digamos que sos de ascendencia español por parte de tus abuelos, pero sos argentino supongo ¿o te haces llamar andaluz?...ademas no nos molesta de donde provengas sino que se falsifiquen las cosas en este caso que se llame "indios" a los que son criollos mestizados al solo efecto de obtener beneficios en dinero del Estado. Los indios Tucumanos hace cientos de años que desaparecieron. Los que se dicen indios alli son solo argentinos criollos mentirosos.
Parece que el anónimo no capta los sarcasmos. Después le regalo una entena a ver si capta mejor.
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