viernes, 22 de abril de 2016

NACIONALISTAS A LAS COSAS



José Ortega y Gasset al ver que nuestro país extraviaba su destino promisorio nos dejó como un mandato imperativo aquella famosa frase “Argentinos a las cosas”.
Lamentablemente los argentinos hicieron oídos sordos a la recomendación del ilustre pensador español, y lo que es peor,ni siquiera los nacionalistas se hicieron eco de ella.
Es por ello que este movimiento patriótico, que tiene el noble propósito de defender los intereses nacionales y preservar nuestra identidad, hoy se encuentra en un estado comatoso. No solo persistieron en éllas divisiones y las rencillas internas que lo marcaron desde sus orígenes mismos, sino que se llegó a una situación tal en la que muchos de sus integrantes prácticamente han renunciado a toda actividad política.
Otros, siguiendo la tradición intelectual de los grandes maestros de los primeros tiempos, se refugiaron en el ámbito de la cultura, conformando cenáculos culturales valiosos pero intrascendentes políticamente hablando.
Lejos, muy lejos quedó  la consigna murrasiana“la política primero”, aquella que sabiamente explicitaba el cura Castellani aclarando que ello no quería decir que la política estaba por encima de todo sino que en ciertos casos era lo más urgente.
Que no se mal entienda, no postulamos ningún desdén por la actividad intelectual, todo lo contrario, pero si el nacionalismo quiere verdaderamente “salvar a la Patria”, no puede conformarse con la mera denuncia testimonial,  o  con un accionar limitado a lo cultural; todo ello es importante pero no alcanza; se debe pasar a lo político, estrictamente hablando. 
Para dar ese paso tan necesario es fundamental que los nacionalistas se junten, se organicen, se doten de estructuras orgánicas y salgan a la arena política, a hacer sentir su presencia en la calle, en el trabajo, en todos los frentes en donde se libre la batalla por la supervivencia de la Patria. Nadie dice que esto sea fácil, pero hay que hacerlo.
Por supuesto que no todos están llamados a la lucha política y es cierto que algunos tienen una vocación intelectual que no debe ser desperdiciada y que da excelentes frutos. Pero justamente, por ello mismo, la producción de estos intelectuales y doctrinarios debe concurrir a sostener y complementar la acción de  los que tienen  vocación política, iluminando su accionar. No puede ser que las disputas intelectuales distraigan o desalienten un accionar que -dada la crisis por la que atravesamos- se torna urgente.
Por otro lado también es cierto que muchos, nacionalistas que se avocaron a la política concreta terminaron dejando de lado los principios que supuestamente los inspiraban y se pasaron con armas y bagajes al nefasto y podrido Sistema de dominación que asfixia a la Patria. El activismo sin convicciones morales conduce a ello, sin embargo eso no invalida la convocatoria a la militancia.
Todavía estamos a tiempo, algunos ya lo entendieron y aceptaron el desafío. Habrá que templar el espíritu y tener en cuenta los errores del pasado; hacernos cargo de ellos. Los mejores nacionalistas lo hicieron.
Urge entonces dejar a un costado las cuestiones personales, las suspicacias y las ambiciones caudillistas. Tenemos la obligación de crear entre nosotros un clima de concordia que demuestre que realmente estamos dispuestos a darlo todo por la Patria, inclusive la vida si fuere necesario. De lo contrario nuestra Argentina –lisa y llanamente- desaparecerá como nación.

                                                                                                             Edgardo Atilio Moreno

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