José Ortega y Gasset al ver que nuestro país extraviaba su
destino promisorio nos dejó como un mandato imperativo aquella famosa frase
“Argentinos a las cosas”.
Lamentablemente los argentinos hicieron oídos sordos a la recomendación
del ilustre pensador español, y lo que es peor,ni siquiera los nacionalistas se
hicieron eco de ella.
Es por ello que este movimiento patriótico, que tiene el
noble propósito de defender los intereses nacionales y preservar nuestra
identidad, hoy se encuentra en un estado comatoso. No solo persistieron en éllas
divisiones y las rencillas internas que lo marcaron desde sus orígenes mismos, sino
que se llegó a una situación tal en la que muchos de sus integrantes prácticamente
han renunciado a toda actividad política.
Otros, siguiendo la tradición intelectual de los grandes maestros
de los primeros tiempos, se refugiaron en el ámbito de la cultura, conformando
cenáculos culturales valiosos pero intrascendentes políticamente hablando.
Lejos, muy lejos quedó
la consigna murrasiana“la política primero”, aquella que sabiamente
explicitaba el cura Castellani aclarando que ello no quería decir que la
política estaba por encima de todo sino que en ciertos casos era lo más
urgente.
Que no se mal entienda, no postulamos ningún desdén por la
actividad intelectual, todo lo contrario, pero si el nacionalismo quiere
verdaderamente “salvar a la Patria”, no puede conformarse con la mera denuncia
testimonial, o con un accionar limitado a lo cultural; todo
ello es importante pero no alcanza; se debe pasar a lo político, estrictamente
hablando.
Para dar ese paso tan necesario es fundamental que los
nacionalistas se junten, se organicen, se doten de estructuras orgánicas y
salgan a la arena política, a hacer sentir su presencia en la calle, en el
trabajo, en todos los frentes en donde se libre la batalla por la supervivencia
de la Patria. Nadie dice que esto sea fácil, pero hay que hacerlo.
Por supuesto que no todos están llamados a la lucha política
y es cierto que algunos tienen una vocación intelectual que no debe ser
desperdiciada y que da excelentes frutos. Pero justamente, por ello mismo, la
producción de estos intelectuales y doctrinarios debe concurrir a sostener y
complementar la acción de los que
tienen vocación política, iluminando su
accionar. No puede ser que las disputas intelectuales distraigan o desalienten
un accionar que -dada la crisis por la que atravesamos- se torna urgente.
Por otro lado también es cierto que muchos, nacionalistas que
se avocaron a la política concreta terminaron dejando de lado los principios
que supuestamente los inspiraban y se pasaron con armas y bagajes al nefasto y
podrido Sistema de dominación que asfixia a la Patria. El activismo sin
convicciones morales conduce a ello, sin embargo eso no invalida la
convocatoria a la militancia.
Todavía estamos a tiempo, algunos ya lo entendieron y
aceptaron el desafío. Habrá que templar el espíritu y tener en cuenta los
errores del pasado; hacernos cargo de ellos. Los mejores nacionalistas lo
hicieron.
Urge entonces dejar a un costado las cuestiones personales,
las suspicacias y las ambiciones caudillistas. Tenemos la obligación de crear
entre nosotros un clima de concordia que demuestre que realmente estamos
dispuestos a darlo todo por la Patria, inclusive la vida si fuere necesario. De
lo contrario nuestra Argentina –lisa y llanamente- desaparecerá como nación.
Edgardo Atilio
Moreno
No hay comentarios:
Publicar un comentario