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“¡Estamos
rodeados!”
“¡No los
dejemos escapar!”
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Por
qué hay que conmemorar la Reconquista y Defensa
de
Buenos Aires
Porque a partir del rescate de la auténtica "memoria" y alrededor
de ella, debe movilizarse la búsqueda de la "verdadera historia de la
Patria".
Porque la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, derrotando al
conquistador inglés, constituye el primer hecho histórico y fundacional
del nacimiento de la nueva Nación que luego adoptará la identidad de
Argentina.
Porque tamaña epopeya no puede ser ignorada y borrada del
alma colectiva, como lo es hoy y desde hace varias décadas, por la acción
cómplice de la masonería, de sus cipayos y de sus sirvientes nativos
de turno.
Porque constituye el único punto referencia espiritual y moral de
nuestra historia que se explica por sí mismo, sin necesidad de recurrir a
argumentaciones adicionales, y sobre el cual se debe movilizar y
llamar a reunión a los mejores argentinos para "Reconquistar la
Patria" del espíritu entregador de los gobiernos de turno, de la
impudicia, de la corrupción y de la inmoralidad de los perdularios que
están en el poder o aspiran a ocuparlo; de la codicia de los enemigos de
la Nación y, también - es justo y necesario decirlo - del olvido, del
desinterés y de la indiferencia cómoda de los propios
argentinos.
Por estas razones, una vez más - como lo hacemos
sistemáticamente todos los años desde 1994- los Centros Cívicos
Patrióticos, Patria Argentina y la Red Patriótica,
asumimos la iniciativa de recordar y rendir homenaje a dicha
Epopeya y a los hombres que encarnaron las
gestas de 1806 y 1807, a sus muertos, heridos y
combatientes.
Con ello pretendemos, con todos los argentinos que
generosamente participen en esta humilde celebración, a unir nuestro
homenaje histórico en una única oración de agradecimiento y de ruego a
Dios, Nuestro Señor - y Señor de la Historia – y a su
Santísima Madre, bajo las advocaciones de la Virgen de
Luján, del Rosario de la Reconquista y Defensa, de la Merced y del
Carmen, para que ese hecho histórico ejemplar se constituya en
punto de referencia y en un jalón que auxilie y guie a los argentinos que
aún batallan, a encontrar la unidad y el camino para la restauración de la
Verdadera Tradición Histórica-Cultural y Religiosa de la Patria
y para una Nueva y Definitiva
Reconquista de la Nación Argentina para mayor
Gloria de Dios.
Sabemos que las auténticas fuerzas de la tradición y del
nacionalismo han sido arrasadas por sus propios errores, su debilidad, la
defección de muchos y por las tentaciones populistas o liberales en que
muchas veces fueron entrampados y que a nada condujeron.
Sabemos, también, que a ello contribuyeron - en un
contexto de tremenda confusión - los vientos triunfantes del modernismo
religioso y cultural; las perversas ideas liberales y marxistas; las
prácticas disolventes de la masonería; las utopías progresistas,
internacionalistas y mundialistas, y los espejismos de la Globalización,
del Nuevo Orden y la pretensión de instaurar un Gobierno Mundial. Todas
ellas no han sido otra cosa que emanaciones del perverso poder del
imperialismo internacional del dinero, real entidad
política-económica de alcance mundial, a pesar de que se niegue su
existencia.
Por estas razones, nos dirigimos especialmente a
aquellos argentinos que aún sobreviven, a los que no están quebrados ni
quieren rendirse, a los que se niegan a entregarse, a los que mantienen
alto el espíritu de sacrificio y voluntad de lucha, a los que no se venden
ni se dejan comprar, y para todos los que son conscientes de que en esta
hora aciaga para el mundo y, particularmente para la Patria, a que
elevemos juntos nuestra oración.
No obstante los obstáculos, las dificultades, la
falta de recursos y el miedo que inspira el “enemigo de Dios y de la
humanidad”, es necesario seguir las palabras de San Pablo: “Tomad, por eso, la
armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo
y, habiendo cumplido todo, estar en
pie”. Es
preciso mantener firme la Fe en que ¡Para Dios nada es
imposible! y ¡Quién como
Dios!
Esa fue la situación y el sentir que vivió el
General Santiago de Liniers, en la noche del 11 de
agosto de 1806, cuando clandestinamente se presentó para orar en
la Iglesia del Convento de las Monjas Clarisas (de
clausura), oportunidad en la que les pidió que rezaran durante toda la
noche por el triunfo de la epopeya que emprendería al día siguiente.
Humanamente la expulsión de los ingleses era una empresa imposible, dada
la su gran superioridad militar y la no poca complicidad de algunos
sectores nativos "resignados" o “colaboracionistas con
el conquistador”. Sólo la ayuda de
Dios pudo hacer posible la Victoria.
Desde una
perspectiva puramente humana, la ejemplaridad de Santiago de Liniers
es el paradigma del hombre, del héroe y del verdadero católico,
que necesariamente debe ser reivindicado, desagraviado e imitado, pese a
que la masonería lo condenó al olvido eterno.
¡Que
somos pocos! ¡Muy pocos! Es
cierto.
Que se trata de una
"quijotada". También puede ser, pero ya estamos curtidos - después
de tantos años - de caminar al borde del ridículo por la causa de
Reconquistar la Patria. Pero la diferencia es que
hoy somos mucho más débiles que en
1806.
Todo eso es cierto. Además
sabemos que ¡Estamos rodeados! pero, a
pesar de ello, tenemos la obligación de no
“¡Dejarlos
escapar!”
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Lunes 13 de agosto, 19.15
Hs.
Iglesia San Juan Bautista
(Alsina y
Piedras)
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jueves, 9 de agosto de 2012
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