martes, 29 de enero de 2013

LA TILINGUERIA "AL PALO": UNA REINA ARGENTINA

MAXIMA ZORRAGUIETA ES UNA APOSTATA

La nena tenía todo para llegar adonde llegó. Una ascendencia familiar alvearista; un padre procesista y pusilánime, unas vacaciones en Punta, un colegio bilingüe y caro, un Yatch Club para aprender a navegar, un instructor de esquí en Bariloche, unas vacaciones en Florianópolis, unos dinerillos para trotar por Europa. Y tenía —y sigue teniendo— un Rafael Braun (sacerdote jesuita amigo de la familia y que participo de su casamiento protestante) para que la inspirara y sostuviera espiritualmente.

Con tales antecedentes, ¿a quién podría sorprender que consintiera en que se basureara a su padre, impidiéndosele llevarla al altar?; ¿a quién que abandonara a su patria, exhibiéndose impúdicamente en medio de la opulencia cuando sus conciudadanos gimen?; ¿a quién que renegara de la Iglesia Católica, para abrazar el protestantismo?; ¿a quién que renunciara a educar a sus hijos en la Fe Verdadera?; ¿a quién puede sorprender incluso, que opte por vivir a gusto en un país en el que la degeneración y la contranatura tienen plena aceptación legal, mientras se escandalizan de nuestra represión militar al marxismo?; ¿a quién llamará la atención que se emparente con la alta alcurnia masónica de la Casa de Orange, homicida de católicos?

El tilingaje nativo tuvo su princesa para festejar “lo grande que somos los argentinos”. No faltó un imbécil que pidiera la asistencia en Amsterdam de la fanfarria del Regimiento de Patricios, ni señoras y señoros encandilados por la gracia y el ropaje de la Mínima. Pero la Iglesia —¡ay, nuestra Santa Madre y sus pastores!— la que primero debió hablar y sancionar, amonestar y prevenir, dilucidar y distinguir, calló con culpa y cobardía. Y aceptó —sin llamarlo al orden— el protagonismo del desdichado Braun; un heresiarca no menor ligado al progresismo marxistoide de Criterio, como para que no quedasen dudas de la ninguna incompatibilidad entre el protestantismo y la, por ellos llamada, “Iglesia Conciliar”. Si para tales tipejos da lo mismo el apareamiento transitorio, el ritual vudú del connubio, el magnum sacramentum o el trámite luterano.

No somos profetas para anticipar futuros, por módicos que estos sean. Todo puede sucederle a la muchacha; desde rectificar sus graves torceduras de rumbos hasta escaparse con el guardaespaldas; desde consolidar sus desarraigos fieros hasta hallar prematura fama y muerte accidentada. Si significara algo para ella, le recomendaríamos la lectura del Infierno del Dante, con sus círculos bien dispuestos para dar albergue a los traidores de toda especie.

Más realistas y modestos, le recordamos una cancioncilla que habrá escuchado alguna vez en sus correrías: “Qué va a ser de ti, lejos de casa. Nena, qué va a ser de ti”.

Antonio Caponnetto
 

jueves, 24 de enero de 2013

PARA PRINCIPIANTES

Estrella Federal nuestro simbolo robado
 Iniciamos aquí una serie de notas semanales destinadas a conocer que es el Nacionalismo. dirigidas especialmente a los mas jóvenes que recién se inician en la militancia por la Patria.
 
LA NACION

La nación pertenece al orden natural. Es naturaleza. Su origen está en la familia misma, que trasciende, inicialmente, al clan y a la tribu, por una acción cuantitativa, hasta devenir concretamente en "nación".
Por natural, entendemos lo que le ha sido "dado" al hombre; por histórico, lo que está en el mundo de las decisiones humanas. Lo que el hombre no puede cambiar, es naturaleza, en lo que puede influir, es historia. Lo que el hombre crea, es cultura.
En su inicio pues, la nación representa una unidad racial y la convivencia de las familias que la integran, en un mismo lugar. Por consiguiente, en la idea de nación, están implícitos el mismo origen y el mismo paisaje, o sea, una raza armonizada plenamente en su raíz biológica y en su adaptación telúrica.
En realidad, las naciones son agrupaciones de grandes ramas consanguíneas. Aún en los países que han sufrido grandes procesos migratorios, esto vuelve a ser una realidad al cabo de cierto tiempo. Un hombre, a través de veinte generaciones, tiene más de quinientos mil antepasados. Si una región, hace cuatrocientos años, tenía cien mil habitantes y no ha sufrido introducción de elementos foráneos de cierta importancia numérica, virtualmente los habitantes actuales son todos parientes consanguíneos entre si.
Todos los elementos en conjunto: unidad de raza, influencia del paisaje, adaptación vital al medio ambiente y evolución cuantitativa que se traducirá en una heterogeneidad cada vez mayor y más compleja del ser nacional, darán definitivamente el fenómeno "nación", cuya característica distintiva será el "temperamento" nacional, más preciso que las características somáticas, y más rápido que éstas en adquirirse y definirse.
Este fenómeno natural que es la nación, puede sufrir -y generalmente sufre- modificaciones en su ser genuino. Tanto el paisaje, con su tan íntima y directa influencia sobre la raza, como la raza misma, pueden cambiar o variar por causas naturales o históricas.
Cuando se pierde momentáneamente la unidad consanguínea, el paisaje vuelve a adquirir su importancia como forjador de razas, aunque su influencia, casi imperceptible para nosotros por su lentitud, provocará las consiguientes crisis en la evolución del ser nacional.
Cuando, además de quebrada momentáneamente la unidad consanguínea, no exista la fijeza o la unidad en el paisaje, la nación perdurará, no obstante, como tal, en virtud de un nexo psicológico: la voluntad de ser nación, que es al comienzo una necesidad de la vida común, y que luego, en etapas más evolucionadas en sentido de madurez -nunca de perfección- deviene sutilmente en poderosa idealización que llegará a crear en los individuos, nada menos que una jerarquía de valores.
A medida que el ser nacional evoluciona cuantitativamente, se opera una inversión, en orden de importancia, de sus elementos constituyentes. De la raza armonizada con el paisaje y tenuemente vinculada por el nexo psicológico -casi innecesario entonces- se pasa al nexo psicológico como factor principal de la constitución de la nación. Y tanto que, a veces, llega a ser absoluto y único, ya que puede darse el caso de que no exista, en un momento histórico determinado, la unidad racial y de que haya desaparecido el paisaje, por el cambio del paisaje o la variedad del mismo dentro del propio territorio y no obstante, la nación subsista y conserve intactas sus posibilidades de viabilidad.
Pocas son las naciones que han podido conservar cierto grado de pureza racial, no de unidad racial, esta sí, fácil de lograr y de conservar. Las migraciones, por causas bélicas, económicas, religiosas o políticas, han alterado permanentemente, en un constante fluctuar histórico, la pureza de las razas. La migración, en quienes emigran, implica asimismo el cambio de paisaje. En cuanto a la ausencia de paisaje -y que por su misma ausencia crea un influencia de carácter psicológico que reemplaza la específica de carácter telúrico- aparece sólo en ciertas expresiones excepcionales de "nomadismo cultural", de las cuales son una grotesca supervivencia -inclusive por su desconexión con el tiempo- las tribus gitanas. El mismo caso se da aunque con caracteres peculiarismos, en el pueblo judío y, desde luego, con mucha mayor nocuidad para las naciones que lo albergan. Más adelante veremos los problemas conexos que presentan en la actualidad, la supertécnica, la superpoblación, y conjugado con estos dos factores, el predominio nocivo de las grandes urbes sobre el espíritu de la tierra. Naturalmente, usamos el término de "raza" en su sentido habitual y convencional y no dentro del rigor científico.
Este nexo psicológico que en su inicio es simplemente un claro instinto gregario, no sólo participa de la necesidad y conveniencia de vivir en común, no sólo es un sentimiento de pertenecer a la comunidad nacional, sino que se traduce principalmente en una voluntad de pertenecer a la comunidad nacional omo ésta es y de conservarla como tal en su auténtico ser genuino, de tal manera que este nexo, para nosotros aparentemente psicológico tan sólo, llegará a constituir una ley de fidelidad específica.La pertenencia del individuo a la nación es de carácter ineludible e inevitable como la sangre misma.
En el prístino sentido de la palabra, se halla claramente expresado este concepto de origen, de filiación irreversible: nación de "nasce", nacimiento.
El "hacerce" de una nación, no está en contradicción con lo dicho. Ya que el "hacerse histórico", en el sentido de Ortega y Gasset, es un hacerse sobre una base natural. El "hacerse" deriva del "ser".
Y no solamente el hombre no podrá dejar de pertenecer a la nación, sino que tofo lo humano, todo lo que sea un producto o un producirse humano, será necesaria e ineludiblemente nacional.
EL ESTADO

En todo lo gregario, existe la necesidad de un orden, que, a su vez, requiere la presencia de un poder para su mantenimiento.
La necesidad de este orden responde a tres claras finalidades: la justicia, para la cohesión interna; la economía, para la perdurabilidad biológica y la defensa, para la supervivencia.
En el mismo inicio del existir nacional, surgen “usanzas”, “costumbres”, que son aceptadas o consentidas por el común y cuya validez de conveniencia es universalmente reconocida. El poder –cualquiera sea la forma con que actúe o el órgano en el que se personifique- ejercido en función de la costumbre, surge espontánea y simultáneamente y se identifica, en ese primer instante histórico, con el concepto de “autoridad”.
Es entonces que nos hallamos ya, en presencia del “estado”, en sus caracteres más elementales pero suficientemente expresivos.
La costumbre, que está originada en motivos pragmáticos, pues nace de la necesidad y se dirige al bien común, es, en realidad, un “habito” del organismo social, en el estricto sentido filosófico del término. En etapas más evolucionadas, la costumbre deviene en ley. Y lo que caracteriza principalmente al estado, es la presencia de la ley, expresión cuasi-cultural del fenómeno histórico que es la costumbre. En virtud de la ley, el estado adquiere una personalidad, una individualidad propia y distinta.
Cuando el poder es ejercido fielmente, en función de la ley, deja de ser mero “poder” para convertirse en “autoridad”.
Pero el estado, que en su inicio parecía ser de origen natural –tan natural como la organización de una colmena- y que pertenece normalmente al orden histórico, llega, en ciertos momentos críticos de a vida nacional, a pertenecer exclusivamente al orden cultural.
Diríamos que el estado es una forma que corresponde a la corporeidad que representa la nación.
Cuando esta forma está determinada por los lineamientos generacionales de la corporeidad nacional, el estado es un fenómeno histórico- y obra en el sentido de la autenticidad del ser nacional.
Es lo que, co menos claridad, tortuosamente y en cierto modo tomando causa por efecto, trata de expresar Spengler cuando dice: “Un pueblo está en forma cuando constituye u estado”.
Cuando es una forma artificial que no coincide o no corresponde a la realidad corporal de la nación, es un fenómeno estrictamente cultural y obra en un sentido de adulteración del ser genuino.
Es decir, que cuando la estructura del estado es el producto de puras causas históricas; cuando es el producto de la auténtica evolución institucional de un pueblo, no ofrece problemas. En cambio, cuando esta estructura responde obedece a imposiciones “racionales” de “teorías” que contradicen al ser genuino, se origina el divorcio entre la nación y el estado, a consecuencia de lo cual se produce un fenómeno de carácter histórico, por el cual, o bien el estado altera o aniquila a la nación, dando lugar en todos los casos a una nación nueva y distinta, o bien la nación destruye al estado antinacional y recrea la legítima estructura del estado, que permitirá el auténtico existir de la nación.
EL estado, únicamente como fenómeno cultural, no puede alterar o destruir a la nación. Sólo puede hacerlo mediatamente, cuando llega a producir causas naturales o históricas. Si no llega a producirlas, el estado nacional es en realidad una pseudo forma, debajo de cuya aparente estructura, subsisten intactas las autenticas vivencias nacionales.
La lucha entre el estado como fenómeno histórico y el estado como fenómeno cultural, engendra la teoría del derecho.
De la alteración de los verdaderos caracteres de la ley (cuyo principal es la aceptación o consentimiento de la comunidad nacional); de la diferencia entre el concepto de “poder” y el de “autoridad” y de la degeneración del estado como fenómeno histórico, en el estado como fenómeno cultural, surgen los problemas que van a dar origen, como reacción de solución histórica, a ciertas expresiones particularísimas y circunstanciales del nacionalismo.


EL NACIONALISMO


El eje de la filosofía nacionalista, es la premisa de que toda nación tiene un ser genuino y que toda la dinámica de su evolución, debe estar destinada –últimamente- al desarrollo legítimo –en el sentido de fidelidad- de este ser genuino.
A su vez, este ser genuino, se traduce en un existir esencial y en un existir formal. Es decir, en una evolución natural de la comunidad política implícita en la nación y en una coetánea evolución institucional. Ambas son el producto del ser genuino. Se influyen recíprocamente entre sí y a su vez, influyen reflexivamente sobre aquél.
Los problemas y conflictos que se derivan de estas circunstancias son permanentes. Han existido siempre aunque condicionados, como es lógico, a las circunstancias históricas. Van ceñidos estrictamente a todas las características sociológicas y están determinados, en primer lugar, por la naturaleza religiosa y biológica de cada ser nacional y luego por las influencias espirituales y culturales por un lado, y por las formas institucionales del derecho público y privado por el otro.
El conflicto cardinal surge cuando estas evoluciones son deformadas caprichosamente por propósitos o intereses ajenos al ser nacional. Entre estos propósitos figuran, por ejemplo, la subordinación del ser nacional a “teorías” institucionales extrañas, como en el caso de la Argentina en 1853; a intereses dinásticos, como en el caso de los Habsburgos, no sólo al dificultar la unificación de Alemania, sino y principalmente, en cuanto intentaron la desgermanización de Austria; a la influencia de minorías que no se integran en las naciones que las albergan; a la simple penetración imperial o al predominio liso y llanamente extranjeros, como en el caso de Flandes afrancesado o Polonia rusificada.

La naturaleza religiosa y biológica, obra en el sentido de la autenticidad, siempre inequívocamente, ya que, como acertadamente dice Belloc, “el tono y carácter de toda sociedad proceden en último término de su filosofía activa: esto es de su religión”. En cambio, las influencias culturales y las formas institucionales, pueden obrar, a veces, en el más peligroso sentido de contradicción, o con toda precisión, podríamos decir, en un sentido de “sofisticidad” del ser genuino de la nación.
Dentro del mundo llamado “occidental” las influencias culturales han sido más características de la época moderna y ello se debe a que nunca, las ideologías, las corrientes espirituales y artísticas y las formas institucionales, has tenido un origen más “teorético”, más “racional”, más “desarraigado”, que en los últimos tiempos. De manera que, a través de minorías de intelectuales, lejanos y aún divorciados del espíritu del país; ajenos –dentro de lo relativo de esta posibilidad- a sus comunidades nacionales, las expresiones culturales y las instituciones de derecho, han sido creaciones “artificiales” de los individuos menos nacionales, y aparecen impuestas a la nación, con el resultado, consciente o no, de subordinar su acción, no al ser genuino, como sería el proceso auténtico, sino a otros propósitos, de distinta naturaleza, pero siempre extranacionales.
Frente a esto, el nacionalismo aparece como tendencia espontánea orgánica, casi como el instinto de conservación de la vida en el individuo, o mas acertadamente, la conservación de su personalidad, de su concepción del mundo, de lo que él considera su goce de la vida, su particular idea de la felicidad, en suma, la libertad de su sujeción. Naturalmente que hay individuos que pierden su personalidad, o que se suicidan, y hay naciones que también se suicidan, o deslíen su personalidad, o varían en una gigantesca anormalidad social.
Por eso, la fuerza del nacionalismo en un pueblo, depende de su salud, de su estar en forma. Y en crisis supremas en que parecen perderse, muchos pueblos sacan reacciones insospechadas y se dan los fenómenos extremos del nacionalismo: el más nítido de ellos, la conquista del estado para preservar, a través de éste, la vida de la nación.
Si la nación es una protoforma, el nacionalismo es la sana intención de que ésta permanezca dentro de dicha protoforma.
La nación es naturaleza, pero el nacionalismo, como excepcional movilización del alma, puede ser historia en instantes decisivos. Cuando la nación está sana, el nacionalismo es consubstancial con ella, es instintivo, pero cuando no, surge el nacionalismo no ya como un suceder, espontáneo y fluente, sino como un volver a ser deliberado y volitivo; el fenómeno natural se hace fenómeno histórico.
Claramente pues, la intención del pueblo de permanecer fiel a la nación, fiel a la personalidad nacional, fiel al ser genuino de la nación, es lo que constituye el nacionalismo.

Fragmentos del libro "Universalidad del Nacionalismo", de Emilio Juan Samyn Duco

domingo, 20 de enero de 2013

ACTIVIDAD MILITANTE

Campamento de la Agr. Lacebrón Guzmán (Buenos Aires)



La Agr. Lacebrón Guzmán realizó un campamento de camaradería y formación en la localidad de Magdalena. Fueron muchos los frutos que se cosecharon de amistad, y camaradería que servirán para continuar con la tarea que nos convoca y que, a pesar de algunas ausencias, mas que nada por la época del año y por cuestiones impostergables, ha servido para renovarnos y continuar adelante.

¡¡¡ ADELANTE CAMARADAS!!!  ¡¡¡ ARRIBA ARGENTINA!!!

viernes, 18 de enero de 2013

LA AGRESIÓN PERMANENTE

Netanyahu enfatiza la continuación de asentamientos israelíes
 
CARNICERO SIONISTA
El primer ministro del régimen de Israel, Benyamin Netanyahu, hizo el miércoles hincapié en la continuación de la construcción de asentamientos israelíes en el territorio ocupado palestino en 2013.
En unas declaraciones pronunciadas tras visitar una base militar cerca de la Franja de Gaza, Netanyahu afirmó que el régimen de Israel no sólo continúa la expansión de sus asentamientos, sino que no se retiraría de las fronteras de 1967.
Además de expresar que la comunidad internacional no puede presionar al régimen de Tel Aviv para que cese la construcción de los asentamientos, el premier del régimen israelí anunció que recurrirá a todas las medidas para salvar a este régimen.
Cabe mencionar que la construcción de asentamientos ilegales israelíes alcanzó un récord en 2012, luego de que el primer ministro del régimen de Tel Aviv aprobara la edificación de más de 6.670 viviendas para los colonos.
Recientemente, el régimen israelí ha anunciado licitaciones para la construcción de 198 nuevas viviendas ilegales en la Cisjordania ocupada, así como ha publicado los planes para la construcción de otras 170 viviendas y 84 habitaciones en el valle del Jordán, sita en el norte de Cisjordania.
El pasado 30 de noviembre, el régimen de Tel Aviv, en represalia por el reconocimiento de Palestina como un Estado observador no miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), anunció la construcción de otras 3 mil viviendas en Al-Quds (Jerusalén) y en Cisjordania.
Más de medio millón de israelíes viven en más de 120 asentamientos ilegales construidos desde la ocupación, en 1967, de los territorios palestinos en Cisjordania y Al-Quds, a pesar de que la ONU y la mayoría de los países del mundo repudian la política expansionista del régimen de Israel y la califican de ilegal.
Pese a la amplia oposición a la construcción de colonias ilegales y las advertencias de la Comunidad Internacional para detener dicha actividad, el régimen de Israel, haciendo caso omiso a estas denuncias, sigue actuando de forma violenta contra los palestinos y les niega sus derechos básicos.

domingo, 13 de enero de 2013

MILTON FRIEDMAN Y LA IDEOLOGIA OLIGARQUICA III


KEYNES: ESTADO DE BIENESTAR Y HEDONISMO

Estamos siguiendo una vía indirecta hacia la comprensión política del neoliberalismo, fenómeno que poco tiene que ver con las cadenas de ecuaciones matemáticas de la obra académica de Milton Friedman. Primero hemos identificado aquella doctrina económica que, durante mucho tiempo, fue considerada la "negación" del ideario neoliberal, a saber, el keynesianismo. Pudimos comprobar también, empero, con estupefacción, que el "keynesianismo" no fue más que la forma "políticamente correcta" de designar y adaptar a los valores de las sociedades hedonistas europeas de posguerra un modelo socio-económico cuyo origen habría que rastrear en dos direcciones: 1/ la Alemania imperial bismarkiana; 2/ los fascismos o "socialismos nacionales" derrotados por la alianza liberal-comunista.
 Dicho modelo suele denominarse pudorosamente "economía mixta" y, en el caso alemán, fue erigido por el nacionalsocialismo como baluarte para evitar el "contagio" europeo de la revolución bolchevique, con toda la barbarie que ésta implicaba y que a la sazón, estando ya perfectamente documentada antes del ascenso al poder de Adolf Hitler, provocó la justificada alarma de viejas naciones cultas como Alemania. Para los fascistas se trataba así de impulsar una sinergia entre los aspectos positivos del mercado, el patriotismo y el socialismo, con medidas correctoras y protectoras en favor de los trabajadores, todo ello bajo un Estado autoritario que frenase, mediante el uso de la fuerza si necesario fuere, el avance del comunismo y en defensa de la "civilización occidental". Desde luego, la opinión que los "liberales" tenían del fascismo en los años veinte y treinta en nada se parece a lo que nos cuentan ahora los neoliberales del cheque escolar. Veamos, por ejemplo, cómo describe Ludwig von Mises (el primer doctrinario histórico de lo que medio siglo después será el neoliberalismo) a los futuros aliados de EEUU e Inglaterra, los revolucionarios comunistas:
  “ Estas últimas concesiones al liberalismo desaparecieron cuando, concluido ya el gran conflicto, accedieron al poder los socialdemócratas marxistas, convencidos como estaban de que la era liberal-capitalista había concluido para siempre. La tercera internacional justifica cualesquiera medios que puedan, en su opinión, contribuir a la consecución de los fines perseguidos. Quien no comulgue íntegramente con la línea del partido, merece la muerte; amenaza que, desde luego, no deja hacerse efectiva, sin respetar ni edad ni sexo, en aquellas zonas donde los marxistas puedan libremente operar. / Esta mentalidad de aniquilar al disidente, recurriendo incluso al asesinato, ha dado lugar al nacimiento de amplios movimientos de oposición. Se les han abierto, de pronto, los ojos a los detractores antimarxistas del liberalismo. Porque éstos, hasta hace poco, admitían que, incluso en la pugna política, por agria que ésta fuera y por odioso que el contrario resultara, existían ciertas reglas que no podían ser transgredidas; nadie, por ejemplo, podía nunca recurrir al homicidio para imponer sus propias ideas. Por eso, mal que bien, respetaban los medios de expresión, escritos y orales, de la oposición. Pero, de pronto, advirtieron, sobresaltados, que habían surgido unas gentes que hacían mofa de todo lo anterior, hallándose dispuestas a emplear cualesquiera artes para triunfar (Mises, L., Liberalismo, Barcelona, 1994, pp. 68-69, original alemán Liberalismus, del año 1927).
    ¿Quiénes eran estos antimarxistas detractores del liberalismo a los cuales, de repente, se les habrían "abierto los ojos"? Pues precisamente, según Mises, los fascistas:
 La idea fundamental de los aludidos movimientos, que cabe designar en términos generales como fascistas, de acuerdo con el nombre del correspondiente partido italiano, el mayor y más disciplinado, supone recurrir, en la lucha contra el socialismo, a los métodos despiadados y sin escrúpulos que él mismo emplea (Mises, L., op. cit., ibidem).
Y añade:
  Los recientes desmanes y asesinatos de los soviets han hecho que alemanes e italianos olvidaran los tradicionales frenos de la justicia y la moralidad, lanzándose por el camino del sangriento contraataque. Los actos de los fascistas son reacciones reflejas, provocadas por la indignación que lo efectuado por los marxistas en todas partes desatara. Pasado el inicial momento de iracundia, sin embargo, el fascio ha ido moderándose, lo que seguramente se acentuará con el paso del tiempo (Misses, L., op cit., p. 70).
Los liberales apoyan de alguna manera a los fascistas, ¿por qué? Mises lo explica en 1927, pero, por ejemplo, "Intereconomía" nunca se atrevería a recordar fragmentos como los citados o el siguiente:
 Hay quienes apoyan a los fascistas, pese a su programa intervencionista, por cuanto piensan que se detendrán a medio camino, sin alcanzar nunca los extremos destruccionistas, carentes de sentido, de los archienemigos de la civilizacíón, los comunistas (ibidem).
Desde luego, Mises ofrece una visión muy idealizada de los liberales, a los que presenta como caballeros respetuosos de la ley a pesar de las atrocidades que ya habían perpetrado mucho antes de que el comunismo existiera, pero lo cierto es que la barbarie comunista legitimó en su momento una contra violencia fascista y el temor al ocaso de la civilizacíón que el régimen de Moscú representaba por su mera forma de proceder menos que por sus ideas. No obstante, los países occidentales, liberales de pro, terminaron aliándose con la URSS contra Alemania. ¿Por qué? La excusa no puede consistir aquí en relatar una vez más "los crímenes cometidos a la postre por los fascistas", siendo así que, cuando se celebra esa alianza entre Occidente y "los archienemigos de la civilización" (1941), los bolcheviques ya cuentan en su haber con 13 millones de víctimas, mientras que el holocausto, incluso en la versión oficial, ni siquiera ha empezado (!sólo comenzará a finales de 1942 y una vez iniciada la campaña inglesa de bombardeos incendiarios contra los civiles alemanes!). El verdadero factor explicativo es quizá "económico": el fascismo ha sorprendido a los liberales, quienes pensaron que no estaban ante un régimen socialista "de verdad" y que los fascistas "se detendrían" antes de llevar "hasta sus últimas consecuencias" el modelo de economía mixta. El proyecto "socialista nacional" -comprendiéronlo ahora de pronto los banqueros-, no contemplaba una dictadura transitoria, pantomima pseudo patriótica que evitara a los ricos la ignominia de tener que beber hasta las heces el amargo caliz de la colectivización comunista: en las entrañas del fascismo anidaba un "sistema socialista propio", con posibilidades de viabilidad económica y social, tan peligroso o más que el marxista-leninista, pues no se basaba en la barbarie revolucionaria (las revoluciones fascistas escasa sangre derramaron, y Hitler llegó al poder democráticamente), sino en un principio prusiano, alternativo al inglés, de civilización europea, donde lo social y lo nacional subordinaban el imperativo económico del beneficio a los intereses superiores de la política y de la cultura. En consecuencia, el fascismo debía ser exterminado. En 1941 se filtró en un libro titulado Germany must perish el tipo motivaciones genocidas de la guerra occidental contra Alemania. Fue el conocimiento de ese plan por parte de las autoridades alemanas el que generó las condiciones del holocausto. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, los vencedores se cuidaron muy mucho de aplicar un programa neoliberal y de desmantelar las economías mixtas ideadas por los fascistas. Salvaron el esqueleto de la estructura y lo rellenaron de pautas de conducta (consumo) basadas en criterios hedonistas, con los que, sin embargo, no podría funcionar a la larga; forjaron en fin un "Estado social y democrático de derecho" perecedero con la doble misión de desacreditar al comunismo y de impedir que el fascismo volviera a resurgir. Es este montaje, el pseudo socialismo consumista de mercado, el que recibió el nombre de keynesianismo, cuya clave está en los "valores de bienestar" pero que, respecto a este punto, se coloca en las antípodas del fascismo. Para documentar la importancia de los valores en el keynesianismo recomendamos la lectura del artículo de Robert Skidelsky "La rebelión contra los victorianos":
El intento de basar la revolución keynesiana en una nueva toma de conciencia puede, pero no debería, chocar al economista profesional. Cada sistema económico depende de una apropiada disposición psíquica o "ética". (...) Los ataques al ahorro, que aparecen en los escritos económicos de Keynes, desde mi punto de vista pueden ser rastreados hasta su nueva ética personal. La aceptación política y social de la revolución keynesiana puede, a su vez, rastrerase hasta una conciencia social modificada, cuya base material fue provista por el comienzo de una economía de consumo masivo a finales del siglo XIX (Skidelsky, R., El fin de la era keynesiana, Barcelona, Laia, 1977, pp. 20, 21).
El cambio subjetivo de valores burgués que va a convertirse en modelo para las posteriores "sociedades de consumo" tiene su expresión en palabras del propio Keynes citadas por Skidelsky:

    "Nuestros objetivos fundamentales en la vida eran el amor, la creación y el disfrute de la experiencia estética y la búsqueda del conocimiento. Entre ellos, el amor era con mucho el principal" (in op. cit., p. 25).

HITLER: EL SOCIALISMO HEROICO
Desde luego, cuando la mutación burguesa de valores llegue a las capas inferiores de la escala social, los resultados no serán tan refinados. Puede describirse esta evolución como la consecuencia de la crisis de las doctrinas religiosas entre la propia burguesía (op. cit., p. 22) y como la evolución de un eudemonismo de la felicidad, basado en la creencia en la salvación del alma, a un "materialismo" del placer inmediato que niega el ahorro. En efecto, el ahorro, para los puritanos victorianos, equivalía a una renuncia al placer. El éxito económico se convertía en un signo divino de la propia elección. Pero la bancarrota de esta fe entendida así como "pacto comercial entre Dios y el creyente", tiene consecuencias materialistas cuando esa creencia se desmorona y una de las "partes" del contrato no puede "cumplir" sus obligaciones soteriológicas. Es famosa la frase de Keynes: "A largo plazo, todos muertos" (op. cit., p. 24). Pero, aunque Skidelsky no lo dice, encuentra su equivalente en las mismísimas Sagradas Escrituras: "Si los muertos no resucitan comamos y bebamos que mañana moriremos" (Primera Carta a los Corintios, 15, 32). En suma, a pesar de su aparente ascetismo, en el puritanismo, que es lo más próximo en occidente al judaísmo, se encontraban enquistados los gérmenes del hedonismo:
 El objetivo de la autodisciplina, en el sistema puritano, era destruir la alegría espontánea de vivir y así librar tiempo y energía para el serio negocio de amontonar  dinero y éxitos para mayor gloria de Dios y la seguridad del alma inmortal de cada uno (Skidelsky, R., op. cit., p. 24).
El puritanismo remonta sus orígenes al calvinismo y se encuentra en la base del programa neoliberal, el cual no es sólo un programa económico, sino ante todo un intento de restablecer las condiciones religiosas que hacen posible el ahorro (interpretando de alguna manera las tesis del sociólogo conservador Daniel Bell, véase foto a la izquierda). Para los orígenes puritanos del calvinismo, Skidelsky es claro: allí donde el keynesianismo muestra su disposición psicológica y ética hedonista de base, la más clara forma de vinculación entre economía, psicología y valores la ilustró Max Weber con sus estudios sobre las raíces religiosas del capitalismo moderno:
  La más famosa asociación de esta clase es la establecida entre protestantismo y capitalismo. Max Weber argumentó que la intensa ansiedad creada por la doctrina calvinista de la predestinación produjo una ética de "ascetismo mundano" favorable al capitalismo, en particular, la idea de una vida dirigida hacia una meta, en la que un programa de proyectos a desarrollar se liga sistemáticamente a recursos limitados de tiempo y energía, fue esencial para el desarrollo de la racionalidad capitalista. Por tanto es difícilmente sorprendente que el cambio de prioridades económicas implicadas en a revolución keynesiana hubiera tenido su origen en un cambio de "ética" (Skidelsky, R., op. cit., p. 20).
En su famosísimo estudio del año 1976 The Cultural Contradictions of Capitalism, Daniel Bell analiza la contradicción central entre "sociedad de producción" y "sociedad de consumo" en el seno del capitalismo o, dicho en otros términos, el cortocircuito de keynesianismo y puritanismo. La sociedad de producción y, por ende, el capitalismo, no pueden perpetuarse por mucho tiempo asentadas en una base psicológica y ética hedonista. Una consecuencia que se puede extraer del análisis de Bell es la de un programa de desmantelamiento de la sociedad de consumo. Pero, y hete aquí lo más importante, esta doctrina comporta, según como se lea, "recuperar" los fundamentos religiosos del sistema capitalista, es decir, la actitud ética que hace posible el ahorro y, por ende, la constante reinversión del capital.  El proyecto neoliberal genera una agenda política neoconservadora ligada a un fundamentalismo que ya no es calvinista, sino explícitamente judío, es decir, cristiano-sionista. Y aquello que se desmorona no es tanto el consumismo en sí, cuanto la economía mixta de protección social que ha permitido el acceso al consumo de amplias capas de la población. En su lugar, aparece la sociedad oligárquica del siglo XXI, polarizada entre una "élite" hiperminoritaria ("pueblo elegido cristiano sionista") y una masa amorfa semiesclava ("gentiles fascistas"), sociedad que deberá consumir si produce en gran escala, ciertamente, pero no ya bienes de carácter hedonista para una mayoría de los ciudadanos, sino al servicio de "lo religioso puritano-judío", en una suerte de faraonismo mesiánico de guerras santas ligado a la construcción estadounidense del Eretz Israel.
Excurso sobre el fascismo
El único elemento importante en que la socialdemocracia superaba a las economías mixtas del Eje era la democracia, incluso en su dudosa versión liberal, frente a dictaduras carismáticas cuya continuidad, como sistema político, era por definición imposible, al depender de la azarosa aparición de líderes y personalidades de características únicas. El pacifismo socialdemócrata, en cambio, era sólo una consecuencia de su hedonismo. En el caso específico del nacionalsocialismo (no del fascismo en general), el racismo constituye un handicap tan importante que a la postre resultará determinante en la derrota alemana en el frente del Este y, por ende, en el resultado de la Segunda Guerra Mundial.
 Después de la Segunda Guerra Mundial, las finalidades de los regímenes liberal-democráticos a la hora de promover en Europa occidental el keynesianismo, es decir, una economía mixta, no fueron, pues, del todo distintas a las de los fascistas, a saber, evitar que todo el continente cayera en manos de Moscú, pero los principios axiológicos y éticos que guiaron esa combinación de mercado y protección social desde el año 1945 eran de tipo hedonista, no heroico-patriótico, de manera que la sociedad de consumo surgida bajo los auspicios del antifacismo estaba condenada a la quiebra. En efecto, la "protección social", en un contexto axiológico consumista del "bienestar", degenera en parasitismo como consecuencia de la propia lógica del marco cultural, del que referentes públicos de la sociedad como los políticos corruptos son los primeros responsables. El Estado social deviene un lastre insoportable por la sobrecarga de demandas amparadas en un anhelo pasivo de felicidad que las autoridades deben supuestamente satisfacer. !Los propios "representantes del pueblo" dan ejemplo! Las políticas keynesianas de estímulo de la demanda no pueden a la postre impedir el colapso fiscal del sistema. A esto se añade, a partir del año 1989, el hecho de que el comunismo ha dejado de representar una seria amenaza para occidente.
FEDER: ECONMISTA "ANTIMAMONISTA"
Las intenciones de los gobernantes y de las élites burguesas capitalistas no eran precisamente humanitarias cuando gestionaron el keynesianismo, como no lo fueron tampoco las de los regímenes fascistas. Una vez concluida su función de escaparate consumista frente al Telón de Acero, los democráticos estados del bienestar europeos estaban destinados al desmantelamiento. Los actuales acontecimientos que se viven en Europa señalan el final de un proceso para el que los propios europeos hemos estado ciegos. Y los indignados que protestan por los recortes, no pueden imaginarse que ni tan siquiera con la mejor de las voluntades, el tipo de sociedad que ellos añoran no volverá jamás porque es contradictoria en sus mismos fundamentos. Además, han logrado convencerles, gracias a impostores como Stéphane Hessel, que los "recortes" de las garantías de protección laboral o sanitaria y otras conquistas sociales son culpa de los fascistas, como si Wall Street no fuera, más bien, un ícono del antifascismo. ¿El fascismo vuelve? No, al contrario, estamos transitando hacia la fase terminal de un proyecto de erradicación del "fascismo" que en la actualidad empieza a mostrar su verdadera faz incluso ante los más lerdos. Primero se derrotó al fascismo militar (1945) y políticamente (juicio-farsa de Nüremberg); luego se procedió a su erradicación axiológica (1945-1989) con el fomento consciente de "valores antiheroicos" (Marcuse) y el consumismo (que incluye el consumo de drogas y perversiones sexuales como la pederastia), finalmente se van a liquidar las postreras ruinas del Tercer Reich, a saber: las economías mixtas, el Estado social proteccionista e intervencionista (1989-2013). Habrá que añadir, como cláusula secreta del protocolo antifascista, la desaparición (2013-2050), por sustitución étnica (inmigración), de los contigentes demográficos -las etnias europeas en tanto que puro sustrato biológico- que sirvieron en su día a "la causa del Anticristo" (Walter Benjamin). Como lerdos que son, y al parecer han sido siempre (de otra manera no nos explicamos tanta estupidez), a los actuales indignados se les ha hecho creer que sus males proceden de... Adolf Hitler -el mayor enemigo histórico de la oligarquía financiera-; de que, en una palabra, los "señores de la tijera" son nazis de las SS disfrazados de tecnócratas económicos de Chicago. !Oponerse a quienes hoy criticamos los preceptos de "libre circulación de la mano de obra" (=inmigración masiva), pilar central de la globalización neoliberal, es decir, a los "fascistas" (y somos los únicos en atrevernos a expresar públicamente esta crítica), va a devolverles el trabajo y la vivienda -o eso promete Hessel- a las familias en paro que la alta finanza sionista está arrojando cada día a la intemperie! !Y los indignado-lobotomizados, producto tardío de la aculturación axiológica de Europa (segunda fase del proyecto antifascista) se lo creen a pies juntillas!
 En un determinado momento de la historia comienza a adquirir preponderancia el neoliberalismo, frente al keynesianismo, en cuanto doctrina económica. Es el inicio del asalto al poder de la alta finanza que ya pronosticara Hitler si Alemania perdía la guerra, como hemos señalado en el post anterior.
No entraremos aquí en otros aspectos del nacionalsocialismo susceptibles de crítica o franca reprobación (!de ello ya se encargan demasiados especialistas en el tema!), sino que nos limitaremos a constatar el acierto de ciertas predicciones y enfoques "nazis" en materia de "mammonismo", los cuales el tiempo no ha hecho más que confirmar ad nauseam. Con todo, conviene señalar que dichos elementos de crítica al fascismo caminan en dos direcciones: 1/ los valores trágico-heroicos del fascismo tenían una expresión  básicamente militarista, circunstancia que condujo a una suerte de expansionismo compulsivo crónico en que la industria de fabricación de armas y la retórica del régimen quedaban encadenados a la misma rueda del destino; 2/ los fascismos eran dictaduras, pero la historia griega acredita que la tragedia, el héroe trágico, el pensamiento racional y la democracia son hijos de una mima matriz cultural. La Izquierda Nacional de los Trabajadores (INTRA) fundada por Jaume Farrerons, no es, en este sentido, un proyecto fascista, sino nacional-revolucionario (NR) o "socialista nacional" que combina nacionalismo, democracia, economía mixta y unos valores trágico-heroicos expresados en la cultura y la ciencia, no en la guerra. Nunca se ha dado históricamente, hasta el momento, esta forma de gobierno, que fundamentalmente se resume en un Estado social y nacional democrático basado en el valor verdad ("la verdad en sí misma y por sí misma") y ajeno tanto al consumismo cuanto al militarismo expansionista. Como antecedentes teóricos y políticos de nuestra izquierda nacional tenemos a los nacional-revolucionarios de izquierdas prefascistas (Sorel) y al primer fascismo hasta el programa de 13 de mayo de 1919, que era pacifista, democrático e incluso "feminista" (igualdad de voto para la mujer) en una época en que la mitad de la nación carecía de derechos políticos bajo la Tercera República francesa o en la famosa isla de Su Majestad.
A finales de los setenta, con la crisis del petróleo, se produce el giro ideológico que pondrá fin a las "economías mixtas", pero Europa todavía no se entera de lo que se le viene encima. Los primeros experimentos neoliberales realízanse en el Cono Sur y tienen como víctimas a prósperas economías proteccionistas que, no obstante, atentaban contra el dogma capitalista del librecambio. Habitualmente, las dictaduras sudamericanas son consideradas ejemplos postfascistas de fascismo, cuando en realidad combatieron y erradicaron a movimientos como el peronismo, de ideología nacional-revolucionaria, en provecho de los intereses de Washington y Tel Aviv. La ortodoxia económica aplicada en esos países-víctima fue la diseñada por Milton Friedman. La ola de aquello que empezó en Iberoamérica a finales de los setenta, alcanza ahora las costas de Europa ante la perplejidad de unos tontos del haba que creían en el "amor" pero dejaban morir de hambre a millones de personas del Tercer Mundo mientras ellos disfrutaban de su cochecito utilitario y sus vacaciones pagadas. Los avisos han sido, empero, muchos y el proceso, lento, se ha aplicado a los Estados europeos con suma cautela precisamente por ser dichos países las patrias del fascismo y de las economías mixtas. Europa se enorgullecía neciamente de su "modelo social" frente a EEUU ignorando la realidad de que ese modelo no era más que lo poco que quedaba del fascismo y una fase ya casi perimida en un vasto programa de implantación de la oligarquía financiera sionista a escala mundial. Quienes tenemos cierta edad podemos todavía recordar el pasmo que nos produjo en los años setenta y ochenta el tipo de argumentación con que se justificó la abolición de la legislación laboral franquista, a saber, que era demasiado protectora del trabajador. !Y decíase esto en los inicios de la "democracia"! ¿Pero no hablaban ya entonces claro quienes ahora nos conducen al matadero social?
 La historia del neoliberalismo es la historia de un retroceso de los derechos sociales de "la gente" (=los gentiles) a manos de quienes pretenden representar los valores del humanismo, los derechos humanos y el lloriqueo por "Auschwitz". Europa, desde los años ochenta, comienza a ser víctima de dos fenómenos paralelos: 1/ la llegada masiva de inmigrantes extra-europeos que presionan a la baja el valor del trabajo y gracias a los cuales los empresarios pueden practicar el más descarado dumping en perjuicio de los trabajadores autóctonos; 2/ los recortes en la protección social que había justificado, en su día, frente al comunismo, la existencia de un "capitalismo con rostro humano". A partir de este momento, el rostro del capitalismo volverá a ser inhumano, y la retórica humanitaria del mismo añadirá sólo una nota de crueldad y de cinismo al tipo de sociedad, basada en el poder de los ricos que, en nombre de la "democracia" y, no lo olvidemos, del antifascismo, vuelve ahora su guadaña contra nosotros. Contra los trabajadores de la nación.
Fuente: Blog Nacional Revolucionario

sábado, 5 de enero de 2013

NO OLVIDAR NUESTROS OBJETIVOS

¿QUE QUEREMOS LOS NACIONALISTAS?

Debemos refrescar la memoria, mucha gente no quiere ni escuchar hablar sobre esto, prefieren mantenerse con una etiqueta mas que hablar sobre el contenido del frasco, prefieren el nombre de fantasía más que la realidad del producto. Pero lo nuestro, como ya lo hemos dicho mil veces es la definición, lo concreto, lo real. No nos gusta la nebulosa, preferimos la lógica aristotélica al humo intelectual de la modernidad. A riesgo de ser  reiterantes volvemos sobre el tema, hablando nuevamente de nuestro programa político ideológico, especialmente para aquellos que no lo conocen y para que nadie se confunda y crea que el nacionalismo tiene un enfoque que lo hace imposible o que lo ata a ideas irreales, que se pueden haber dado en otro tiempo y lugar pero que hoy son impracticables. Si bien el nacionalismo desde lo filosófico tiene un innegable espíritu universal, su aplicación  su concreción político ideológica y programática tiene en cada país y tiempo  sus propias particularidades. Esto para aquellos que se encuentran hipnotizados por concreciones nacionalistas en países que están muy lejos de parecerse si quiera minimamente a la Argentina y a muchos años de distancia temporal.

La política y lo social

Lo nuestro, nuestra tarea- aquí y ahora- es terminar con este Sistema, cuyas lacras no es necesario ni mencionar pues las tenemos a la vista todos los días y las reseñamos desde hace años en estas páginas. No queremos adecentar esto, pasarle el plumero, queremos que desaparezca para que Argentina pueda sobrevivir como entidad soberana.  
No nos interesan las propuestas del Sistema de Dominación no queremos ni Duhalde, ni Macri, ni Solanas, ni ninguna opción por el estilo que sea hija del mismo y que aspire a continuarlo por los mismos o diferentes medios que el kirchnerismo y con  idénticos fines.
En pocas palabras no queremos más democracia de masas, capitalismo y cultura marxista o progresismo. Los tres elementos que forman el Sistema de Dominación a nivel local y mundial y con lo que se está disolviendo a la Argentina
Por eso no hay en nuestra lucha contra el Marxismo y contra el Capitalismo (elementos confortantes de ese Régimen) ninguna diferencia esencial, pues el liberalismo (y materialismo) existente en ambos, son nuestros enemigos por igual. a lo cual agregaría que nosotros predicamos el Nacionalismo  conforme a su esencia, como el enemigo tanto de la burguesía capitalista como del marxismo internacional en cualquiera de sus versiones y vemos la tarea de  superar a ambos especialmente dándole el sentido correctamente social, a pesar del hecho de que ese sentido social, para el imaginario colectivo actual, esta unido a las  falsas enseñanzas del materialismo y del internacionalismo bolchevique o al capitalismo con rostro humano que plantea la temática progresista de la inclusión social., inclusión lógicamente en el Sistema
Hay también, un cierto prurito burgués  liberal en algunos propios, al referirse a lo social creyéndolo como algo propio de la zurda, o del populismo cuando no es así. Capitalismo y marxismo se encuentran insertos en el esquema de dominación  actual, con tacita división de tareas, con una comunidad de valores que siempre han tenido, y una sola  finalidad, la dominación a escala mundial. El logro acabado de la globalidad. Lo social les importa poco y nada, para la globalidad el hombre de carne y hueso solo cuenta como mano de obra y peón del mercado y eso siempre y cuando no pueda ser suplantado por una maquina. Por lo tanto al plantear la opción social del nacionalismo, planteamos lo contrario a la idea del hombre de la globalidad. El hombre para el Nacionalismo es un ser trascendente y religado a Dios y al prójimo, es el trabajador, pero es también el patriota, el padre de familia, el hijo, el amigo, el militante el camarada. Por eso no somos adversarios del Sistema sino enemigos declarados. Ese sistema ve al hombre como mero sujeto que produce y consume y como potencial votante o como objeto de su propaganda política, cultural y mercantil demenciales. Todo orientado al más crudo materialismo y a la disolución de la Patria
Planteadas así las cosas, nuestro universo es el de la resistencia. Pero la resistencia no es nada si mientras se lucha no se elabora una opción nueva y contraria a lo que se resiste. Para tener éxito habrá que comunicarla, difundirla, predicarla, darla a conocer al pueblo. Por que es bueno recordarlo, que sin el pueblo hacer política es imposible y hasta absurdo, siendo que justamente aspiramos al bien común de nuestra gente. Por eso desde el vamos debemos decir que queremos y que aspiramos a establecer en reemplazo de este sistema opresivo actualmente en vigencia

Economía y organicidad social.

Aspiramos a un nuevo tipo de representación popular que nada tiene que ver con los partidos políticos del Régimen ni con el sistema de la democracia de masas. El Nacionalismo con un amplio sentido, da campo  a la libertad individual de las fuerzas que el sistema liberal oprime, para que aquellas puedan desarrollarse armoniosamente en el sentido adecuado para los objetivos de la Argentina. Somos partidarios de crear un sistema vivo de representación sindical y corporativa, con responsabilidad personal de los dirigentes en vez del antinatural parlamentarismo partidocratico en el que nadie tiene responsabilidades de nada y se cede a una masa anónima o se gobierna en propio beneficio de la camarilla política mafiosa invocando la diosa de la soberanía popular.
Demás esta decir que esto nada tiene que ver con el sindicalismo como es entendido aquí y  ahora: como una banda de burócratas gangsteriles que se dedican a extorsionar a los políticos y empresarios para obtener prebendas en propio beneficio. Eso es la consecuencia última y posiblemente inevitable del  error y la indefinición ideológica de Perón, de querer establecer una Republica Orgánica manteniendo las instituciones demo liberales emergentes de la constitución de 1853
El Nacionalismo no es  mero "reformador social", los cambios que impulsa son revolucionarios y no nos preocupa decirlo, aunque los liberales y marxistas hayan distorsionado desgraciadamente el sentido del término...Partimos de la idea de que una Nación la conforman personas que tienen una comunidad de destino. Así también  para tener una comunidad de destino  hay que tener una comunidad de necesidades y desde lo económico es lo que el nacionalismo aspira  a satisfacer, en base a la justicia social La identidad de nuestro Nacionalismo se reconoce por completo en el sistema de la economía orgánica, cuya  finalidad primordial no es solamente ansiar la riqueza o las ganancia privada, sino la satisfacción de las necesidades de la Patria y su pueblo.

Creemos  que el trabajo es más importante que la propiedad de una cosa, que el servicio es más que el dividendo o la renta.  Creemos que la producción es lo importante y lo saludable y que la especulación especialmente mediante el dinero y la cuestión del interés es lo patológico Es la más funesta herencia del sistema económico capitalista, el que la medida del valor de todo se haga en dinero (cuando este solo sirve para medir el valor de las cosas que están en el comercio), la propiedad sin limitación alguna o la posesión. La degradación  de los pueblos es la consecuencia directa del uso de esta falsa escala de valores que agrega ahora el status, la posición social o el éxito mediático o político medido también en dinero, así como la sensualidad y el goce y mero placer físico como norte y fruto del poder mal entendido y del dinero generalmente mal habido
El Nacionalismo rompe con este privilegio (materialista) medido en plata y  la liberación del trabajador argentino  debe extenderse en su participación orgánica en la creación de la riqueza común que va más allá del salario con una consiguiente justa participación en la plusvalía, y fundamentalmente en el servicio a la Patria. Pero significaría un retroceso si  dejásemos aquí la cuestión y no se iniciara también la necesaria revolución de las mentes, que nos libere de la mentalidad del Sistema materialista actual difundido en forma de lavado de cerebro por la cultura disolvente transmitida en cadena por los medios de comunicación, agentes  del sistema mamonista

Nosotros ponemos conscientemente el valor del servicio y del consiguiente sacrificio por encima del valor medido en dinero, A diferencia del Sistema de Dominación y su perversa escala de valoraciones ponemos el servicio a la Nación en el punto central y no los dividendos o el ganancias, no el disfrute meramente sensual, librado a nuestros propios e individualistas deseos como también lo predica el progresismo marxistoide, para el cual si no se disfruta y se hace nuestro antojo somos “reprimidos”.

Revolución Cultural

Todo eso debe iniciarse con  una verdadera revolución cultural diametralmente opuesta a la cultura sistémica, la del permisivismo, la de la negación de la Patria, la de la destrucción de la familia y la ridiculización de la religión. Francamente el que cree que reírse o fustigar a la Iglesia, protestar contra la autoridad, promover el aborto o el casamiento homo, promover la disolución de las costumbres o de la familia natural, forma parte de una suerte de ideario revolucionario de cambio, están más que equivocados. Hoy la cultura dominante es esa, el status quo es ese. Los que así se creen revolucionarios son los peores conformistas y ni siquiera se dan cuenta.

Hoy junto a los políticos mas corrompidos los capitalistas más logreros, las multinacionales más negreras, los bancos más usureros, figuran en primera fila los intelectuales difusores del permisivismo, el marginalismo o progresismo que predican la putrefacción como forma de  avance o de revolución social. Infinidad de ellos son financiados y promovidos por esos políticos, empresarios, multinacionales y bancos. Cuando estos hablan loas de los integrantes del panteón del semianalfabetismo (Guevara, Castro, los desaparecidos, Bonafini y ahora Kirchner) quienes les creen son carne de cañón del capitalismo global y así seguirán. La “cultura” como opio del pueblo. La cultura como un elemento más de dominación.

Nuestra revolución cultural es una vuelta a las fuentes, para decir que la Patria existe y que su libertad es posible, que el hombre solo puede desarrollarse como tal dentro de una familia. Que somos hijos de estirpe criolla, española pero también autóctona que lograra sintetizar en las artes, las letras, en la música, la pintura los elementos más ricos de ambas expresiones: la europea y la indígena. Negar esto es negar la realidad y atarse a construcciones mentales que no encajan para nada en nuestra Argentina. La Argentina criolla, donde la inmigración apuntalara una cultura del trabajo que se integró a nuestras costumbres, cultura que ahora corre peligro de morir por la irrupción de masas que viven del mendrugo y la dadiva de los políticos. No habrá Patria digna con pueblo en la indignidad de la miseria
La revolución cultural es la del esfuerzo, la consolidación del principio de autoridad como pilar de toda comunidad organizada, la jerarquía que se basa en el merito y en el servicio a la verdad. Es la revolución del sacrificio, y del servicio. La Revolución que Dios nos pide y quiere
Una Revolución que se basa en las columnas de siempre, una revolución que si se quiere se la puede nombrar con reminiscencias de la época de Don Juan Manuel como la Revolución de los Restauradores hecha sobre las bases inconmovibles y permanentes de Dios, Patria y Hogar.

Articulo de referencia:

AYUDAMEMORIA

jueves, 3 de enero de 2013

FALACIAS DEL ABORTISMO

Existen dos argumentos muy utilizados por quienes persiguen la despenalización del aborto. Uno de ellos consiste en resaltar el número de abortos practicados en el país para concluir que resulta necesaria su legalización; y el otro hace hincapié en los índices de mortalidad materna a causa de los llamados abortos inseguros, concluyendo que se evitarían muchas muertes si se legalizara la práctica.



Se analizarán a continuación dichas afirmaciones para determinar su verdadera fuerza argumentativa.
  • 1. Índice de abortos practicados por año en la Argentina.
  • 1.1 Método basado en egresos hospitalarios
  • 1.2 Método residual
  • 1.3 Conclusión
  • 2. Índices de mortalidad materna a causa de los llamados abortos inseguros.
1. Índice de abortos practicados por año en la Argentina.
Más allá de la falacia que implica concluir que resulta necesario legalizar una conducta delictiva por su simple repetición, cabe asimismo poner de manifiesto la falta de sustento científico de que adolecen las estadísticas que reflejan la cantidad de abortos practicados por año en la Argentina.
La Guía Técnica para la Atención Integral de los Abortos No Punibles publicada por el Ministerio de Salud de la Nación expresa que "por tratarse de una práctica clandestina no se dispone de datos precisos sobre el número de abortos inducidos que se producen en el país. Las estimaciones recientes indican que ocurren 460.000 abortos inducidos por año."
La única información disponible es el número de hospitalizaciones por complicaciones de aborto en los establecimientos públicos del país -en la que no se distingue entre abortos espontáneos y provocados- y representa sólo una fracción del total de los abortos que ocurren anualmente".93
La nota II a la cual remite la Guía aclara que el valor de abortos inducidos resulta de la utilización de dos métodos: el método de los egresos hospitalarios por complicaciones de aborto y el método residual.94 Conviene entonces realizar algunas consideraciones acerca de los métodos mencionados.
 
1.1 Método basado en egresos hospitalarios
Este método arriba al número total de abortos tras multiplicar el número de egresos hospitalarios (conforme estadísticas del Ministerio de Salud) por un coeficiente multiplicador que pretende corregir el resultado final atento que, se supone, no todos los abortos inducidos requirieron hospitalización.
El coeficiente multiplicador se elabora a partir de una encuesta de opinión a "informantes clave" tales como proveedores de servicios de salud reproductiva, y demás profesionales de la salud que permita dar cuenta de la práctica del aborto inducido y no registrado en las estadísticas hospitalarias. La encuesta indaga sobre el tipo de proveedores habituales de aborto, técnicas utilizadas, probabilidad de complicaciones y de que las mujeres que las sufrieron sean hospitalizadas.95
Se observa claramente la fragilidad de las estadísticas resultantes de la aplicación de este método, dado el carácter "subjetivo" del multiplicador utilizado.96 Esta subjetividad es reconocida por las mismas investigadoras quienes manifiestan que "el cálculo del multiplicador se basará, por tanto, en los conocimientos y percepciones que los encuestados han adquirido en la experiencia directa de trabajo".97
El único dato oficial y objetivo es el referido a la cantidad de egresos hospitalarios, el multiplicador en cambio se ha construido a partir de entrevistas personales, de datos subjetivos, todo lo cual quita validez científica al pretendido número final de abortos.98
1.2 Método residual
Este método calcula índices para los principales determinantes próximos de la fecundidad midiendo el efecto que cada uno de ellos tiene sobre la fertilidad potencial, sobre la base de una tasa global de fecundidad observada en un momento histórico y para una sociedad determinada.99
Los índices tenidos en cuenta como determinantes de la fertilidad potencial son: el matrimonio, el uso de anticonceptivos, el aborto inducido, y la infertilidad post-parto. Es decir, se calcula cuántos hijos podría tener una mujer fértil a lo largo de su vida y se aplican reducciones a esa tasa global de fecundidad para los casos en que no se tiene relaciones sexuales, se aborta, se utiliza la anticoncepción, o se es estéril luego del parto.
Despejando las variables se concluye que el índice de aborto inducido resulta de la tasa global de fecundidad, dividida por los otros factores. A partir del índice de aborto como residuo se obtiene una tasa global de aborto que corresponde al promedio de abortos que tendría una mujer al término de su vida fértil.
La utilización de este método tampoco es certera en cuanto a sus resultados. Las mismas autoras reconocen que el promedio utilizado para la tasa de fertilidad potencial influye en el resultado del cálculo del coeficiente de aborto como residuo. Se trata entonces de una mera aproximación.100 Finalmente concluyen que "las estimaciones del número de abortos obtenidas mediante el método residual podrían estar sobreestimadas".101
1.3 Conclusión
Así, puede sostenerse que las estadísticas sobre aborto reflejadas a partir de la utilización de estos métodos son, "cuanto menos, cuestionables en su razonabilidad y por tanto no pueden ser utilizadas por el Congreso de la Nación para tomar medidas legislativas en una materia tan delicada",102 ni mucho menos pueden avalar una pretendida legalización de la práctica.
2. Índices de mortalidad materna a causa de los llamados abortos inseguros.
Otro de los argumentos esgrimidos por quienes buscan la despenalización del aborto consiste en sostener que la ilegalidad del mismo conduce a una práctica insegura, aumentado de este modo los índices de mortalidad materna. Concluyen que el "aborto inseguro" es uno de los factores más importantes de defunciones maternas, agregando que su legalización garantizaría la práctica en óptimas condiciones médicas y sanitarias.
Lo cierto es que los datos desmienten esta afirmación. El Ministerio de Salud de la Nación publicó la siguiente estadística:
Fuente: Ministerio de Salud de la Nación. Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS).
Conforme surge del cuadro se observa que en el año 2006 el total de defunciones maternas fue de 333 siendo 93 a causa de aborto, y el total de defunciones en el año 2007 fue de 306 siendo 74 las muertes a consecuencia de aborto. Para lograr una mayor comprensión de la incidencia real del factor aborto como causa de defunciones maternas es importante tener presente que el total de defunciones de mujeres durante el 2007 fue de 149.698 y el mayor número de muertes se produjo por enfermedades del sistema circulatorio (47.879), tumores (27.818) y enfermedades del sistema respiratorio (24.253).103 Ello pone en evidencia que el aborto está lejos de constituir la causa principal de fallecimientos.
Lo manifestado no implica desconocer el deber del Estado de reducir la tasa de mortalidad materna -ya que cada una de las vidas que se pierde constituye un daño irreparable- empero, es importante analizar correctamente los datos que proporciona la misma realidad, para arribar a las soluciones que realmente permitan este objetivo.
En efecto, son los datos objetivos los que ponen de manifiesto que la legalización del aborto no resulta una solución apropiada. En primer lugar, porque el aborto implica en sí mismo un riesgo para la madre, es decir, no existen abortos "seguros".104 Y en segundo lugar, porque ha sido reconocido por la misma Organización Mundial de la Salud que "la estructura del hospital es la más importante variable para determinar el riesgo de muerte materna. La disponibilidad de cuidados obstétricos esenciales, emergencias activas y especialistas juegan un rol importante en prevenir estas muertes".
Se desprende de todo lo expuesto que la solución, lejos de encontrarse en la legalización del aborto, viene de la mano de una mejora de los servicios médicos y de sus condiciones sanitarias y de una mayor y mejor atención, tanto de la mujer embarazada como de la persona por nacer.
Recae por tanto sobre el Estado, la obligación de proveer servicios adecuados de salud materna, y la obligación de garantizar el acceso efectivo a dichos servicios a todas las mujeres, en igualdad de condiciones y sin discriminación alguna.