Apenas
había empezado el movimiento legionario rumano a difundir sus principios
entre las masas populares, cuando ya los antiguos partidos políticos
descubrieron su punto vulnerable: «Es una imitación del fascismo.
El movimiento ha importado su doctrina de Italia y tiende a introducir en la
vida pública ideas y costumbres ajenas a la concepción de vida
del pueblo rumano. Al no estar anclado en las realidades nacionales, el movimiento
desaparecerá de por sí, después de unas débiles
manifestaciones ante un público insensible a sus llamamientos.»
La profecía de estos «peritos» en los problemas políticos
de Rumania no se cumplió. En pocos años, el movimiento arraigó
en todo el país. El pueblo se sentía atraído hacia él,
probablemente porque la Legión no imitaba a nadie, precisamente por poseer
un carácter auténticamente rumano.
Cuando
empezó a brillar la estrella de Hitler en el cielo de Europa, la acusación
de fascismo pareció demasiado blanda a nuestros adversarios. Encontraron
una culpa más grave aún para el movimiento: «Es una sucursal
del nacionalsocialismo alemán en Rumania», decían. Según
afirmaban, la Legión cumpliría dentro del pueblo rumano uno de
los más abyectos papeles: servir como instrumento a los planes de expansión
y de dominación de una potencia extranjera, traicionando los intereses
del pueblo rumano. «Finalmente, nosotros -recibimos dinero”, somos
”asalariados de los hitleristas"», dice Corneliu Codreanu ,
cuando se refiere a las infamias que difundían sus adversarios. La ofensiva
de las calumnias le repugnaba profundamente. La mala fe de que eran capaces
los viejos hombres políticos está demostrada sobradamente en el
hecho de que, en el otoño de 1919, cuando empieza a afirmarse en la vida
política Corneliu Codreanu, nadie en Rumania conocía la existencia
de Hitler. Mussolini había de emprender la marcha sobre Roma tres años
más tarde. Es verdad que la fundación del movimiento legionario
tuvo lugar el 24 de junio de 1927, pero el proceso político y espiritual
que determinó su nacimiento es mucho más remoto. El movimiento
legionario rumano tiene su origen en el movimiento nacionalista estudiantil
que brota en todas las Universidades rumanas después de la primera guerra
mundial y alcanza su apogeo en el año 1922. Las figuras principales de
este movimiento fueron las mismas que echaron más tarde las bases del
movimiento legionario.
La
aparición de la Falange Española fue saludada con una lluvia de
calumnias de la misma especie: «un movimiento fascista» o «una
copia del fascismo italiano». José Antonio puso de relieve las
falsedades de sus calumniadores en el discurso de proclamación de la
Falange y de las J. O. N. S.: «No te preocupes mucho porque nos digan
que imitamos. Si lográsemos desvanecer esa mentira, pronto inventarían
otra. La fuente de la insidia es inagotable» . Volviendo en el mismo
discurso sobre el mismo tema, emplea una expresión aún más
fuerte: «Todos saben que mienten cuando dicen de nosotros que somos una
copia del fascismo italiano ... »
Indudablemente
existen ciertas semejanzas entre todos los movimientos nacionales en la manera
de enfocar los problemas de la nación; pero no son el resultado del trasplante
de unas ideas de un país a otro. Mussolini tenía razón
cuando decía que «el fascismo no es una mercancía de exportación».
Las afinidades de concepción entre los movimientos nacionales tienen
otro origen. Se deben solamente a un estado de espíritu general, a un
fenómeno de proyección europea. Estos movimientos no se han imitado
entre sí, sino que cada uno respondió conforme a las peculiaridades
de su pueblo al llamamiento que la Historia ha dirigido a todas las naciones.
El sentido nacional existe en estado latente en el seno de cada pueblo y no
le falta más que el ambiente histórico para entrar en efervescencia.
Si el fenómeno nacionalista se ha manifestado con tanto vigor después
de la primera guerra mundial, es debido a que sólo en esta época
se han reunida las condiciones necesarias para su florecimiento. Con la entrada
de las masas en la Historia, el nacionalismo ha recibido también un nuevo
impulso. Encontró una base más amplia para afirmarse. En los siglos
pasados, la conciencia de los pueblos no tenía más órgano
de manifestación que la clase restringida de sus dirigentes. Con la participación
de las masas en la vida política, la conciencia de los pueblos entra
en una fase de expansión. Las masas populares no han modificado solamente
el paisaje social de la nación, sino que son responsables también
de la aparición del nacionalismo. Con su penetración en la vida
del Estado, salen a la luz también los caudales de energía de
los pueblos. El movimiento nacional es la única fórmula para que
las masas sean integradas en el Estado nacional. Si el dinamismo de un pueblo
no es captado por el nacionalismo, las masas se alejan de la nación y
el terreno queda libre para el comunismo.
No
se puede atribuir a una imitación el parentesco de ideas entre los movimientos
nacionales: el nacionalismo es un valor inimitable. Esta manera de afirmarse
en la Historia obliga a los pueblos a buscarse a si mismos, con el fin de descubrir
su propio ser. Para poder determinar los objetivos que perseguirán en
el campo político, las naciones deben explorar previamente su interior
para saber quiénes son y cuál es su identidad histórica.
El genuino sentido de Patria obliga a cada pueblo a partir de su mismo ser,
de sus propios recursos interiores.
Por
el camino de la búsqueda de sí mismo, un país puede llegar
más rápidamente que otro a la posesión de las verdades
nacionales, tal como ocurrió con Italia. Más aún: la experiencia
fascista pudo servir de ejemplo a otros pueblos para intentar la misma aventura
espiritual, la búsqueda de su ser histórico. Pero esto no es imitación,
sino el impulso que un pueblo recibe de otro para encaminarse hacia su originalidad
creadora, hacia una vida más auténtica. José Antonio explica
claramente en qué se resume la supuesta imitación del fascismo:
«España, contagiada de este calor, no va a imitar a Italia: va
a buscarse a sí misma; va a buscar en las entrañas propias lo
que Italia buscó en las suyas» .
He
aquí la única lección que dio el fascismo a los demás
pueblos: ¡Realizaos a vosotros mismos! ¡Haced el inventario de vuestras
propias posibilidades! ¡Sacad de la oscuridad y del olvido lo que os pertenece
a título perentorio, vuestros valores inmutables, y echadlos en la balanza
de la Historia!
La
doctrina nacionalista no es una moda política y no ha sido inventada
por el fascismo. Mussolini no ha hecho más que dar valor de circulación
a una categoría política y espiritual existente desde los más
remotos tiempos en el seno de su pueblo, en un momento en que el ambiente histórico
favorecía su erupción en la vida pública.
Las
mismas condiciones históricas han favorecido la afirmación del
espíritu nacional en todos los otros países de Europa. Sí
en Italia no se hubiera manifestado el fenómeno, con seguridad que el
«fascismo» hubiera brotado en otro país. El fascismo, apunta
con destacada lucidez José Antonio, debe ser interpretado a escala europea.
«El fascismo es una inquietud europea..., una manera nueva de concebir
todos los fenómenos de nuestra época e interpretarlos con sentido
propio»
Esta
inquietud europea ha sido provocada por la aparición de las masas populares
en la vida pública. Se trata de un fenómeno general. En todos
los países el Estado tuvo que soportar la presión desde abajo
hacia arriba de las multitudes, y con ellas, la conciencia nacional de los pueblos
recibió un nuevo impulso, el impulso de las nuevas categorías
de ciudadanos. En la lejana Rumania, Corneliu Codreanu llega a las mismas conclusiones.
Un movimiento nacional está íntimamente relacionado con el grado
de conciencia que han adquirido las masas de la nación, experiencia que
hoy día han vivido ya todas las naciones. «Un pueblo en su totalidad
llega a la conciencia de sí mismo, de su misión y de su destino
en el mundo. En la historia de los pueblos sólo hemos encontrado unos
destellos pasajeros. Desde este punto de vista, hoy día nos hallamos
ante unos fenómenos nacionales permanentes» .
Un
movimiento nacional que elige el camino de la imitación se altera y se
anula. Cada uno debe recorrer su propia trayectoria. Los adversarios, para desacreditar
los movimientos nacionales, les pusieron bajo una etiqueta común la palabra
»fascistas». Querían insinuar que sólo eran reproducciones
en serie del fascismo italiano. Es una falta de honradez política en
unos y una pereza intelectual en otros. Quien analiza con objetividad estos
movimientos, descubrirá lo mucho que les separa debido al ambiente particular
en el cual se han desarrollado y a la individualidad del pueblo en que han nacido.
Uno
de los grandes principios confesados por todos los nacionalistas del mundo -independientemente
del país de origen- es que la nación no empieza a existir más
que desde el momento en que se vuelve hacia sí misma y valora sus energías
propias. Pero esta misma premisa fundamental, esta afirmación del ser
absoluto nacional, provoca las diferencias entre los movimientos nacionales.
En virtud de este principio, cualquier movimiento nacional debe desarrollarse
independientemente, debe llegar a una concepción propia en su realización
política. Y esto no por celos, no por un absurdo espíritu de independencia,
sino debido. simplemente a una necesidad interior. Una nación que anda
por los senderos abiertos para otros pueblos pierde su perfil espiritual y traiciona
su misión histórica.
HORIA SIMA
7 comentarios:
Muy interesante, aunque yo vea algunas errores en estos movimientos, frutos de la derecha hegeliana. Pero son más las virtudes que los defectos, con excepción del nacionalsocialismo, "el enemigo más importante de la Cristiandad" ajeno a las influencias de cierto judaísmo, según decía el Padre Meinvielle. Al margen de esto, sin ser yo peronistas, no termino de entender la gran inquina de muchos nacionalistas argentinos hacia el justicialisto histórico ( no me refiero al Kirchnerismo ni al pejotismo residual), respecto del cual podrían haber tenido un juicio más ecuánime, sin necesidad de sumarse al mismo. Al fin y al cabo, el único movimiento nacional, federal, humanista y cristiano, a la vez antiliberal y antimarxista, defensor de una Patria justa, libre y soberana, y expresión cabal de las masas argentinas, fue el peronismo...
Xaviernes De Bouillon
En lo que respecta a nosotros no tenemos odio alguno al Peronismo historico como lo llamas sino al Peronismo evolutivo nacido despues de 1955 y que puede ser cualquier cosa, castrista, socialdemocrata, liberal, progresista a eso y al aparato politico que gobierna toda esa "magia" que ha destruido la Argentina, la detestamos sin concesión alguna, por que es una maquinaria para la estafa permanente que ha implementado este Sistema. Su instrumento predilecto, ademas de una cueva de ladrones.
Una sola salvedad el peronismo en lo politico fue liberal pues rindio pleitesia a la soberania popular, de alli que para Perón los nacionalistas eran piantavotos. Perón quiso establecer una República organica sin salir del demoliberalismo y de alli sale la base de la destrucción del "peronismo histúrico" y uno de los factores del caos político sindical argentino, pues los sindicatos se convirtieron no en un poder institucionalizado por una normativa clara o una constitución sino en un aparato de extorción contra el poder político o contra los empresarios. Esa es la consecuencia del liberalismo peronista en sus origenes a lo mejor no querido por Perón pero imposible de evitar por la coyuntura internacional de la epoca. Digo eso por que por ejemplo la Constitución de Chaco de 1951 fue semi organica, Tal vez Peron queria un transito gradual hacia el estado organico que por motivos obios no pudo realizarse. Saludo. G
Xaviernes, o como te llames, te contesto... Peron fue uno de los mas grandes chantas historicos,aparte de amoral e incendiario de Iglesias, no gastes balas en chimangos.
M.C.
Muchas gracias por la respuesta. Yo también crítico ese y muchos otros aspectos del peronismo histórico, a la par que valoro los que me parece que contribuyeron al intento de forjar una Patria cristiana, justa, libre y soberana.
Cordiales saludos
Xavier De Bouillon
Para el Anónimo de las 0:47 aclaro que no soy peronista sino nacionalista católico. Pero rescato lo que de nacional y cristiano hubo en las grandes corrientes políticas que formaron el Estado argentino moderno: el conservadorismo, el radicalismo y el peronismo. Como también rechazo sus errores liberales, socialistas o populistas, así como la corrupción que de alguna manera todos ayudaron a instalar. Pero no me gusta ver la historia argentina en blanco y negro...
Xavier De Bouillon
Este que firma MC es el mismo meapilas que los llama musulmanes a ustedes. Es solo un provocador. no le publiquen mas y san de acabo
Gracias Fernando por contestar, pensaba hacerlo no tan amablemente
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