· La única solución a la crisis siria es el restablecimiento
de la autoridad en el país, que hoy por hoy sólo Al Assad puede
garantizar.
Repugna sobremanera el chalaneo que las colonias del pudridero
europeo han mantenido y mantienen para evitar el paso a sus territorios
de los llamados equívocamente «refugiados sirios». Pero no es sino un
eslabón más en la cadena de crímenes que se inicia cuando Bush II
declara a Siria parte de aquel demente «eje del mal», prosigue con las
primaveritas árabes y los intentos de enzarzar a Siria en diversos
conflictos (a veces mediante agresiones al Líbano), alcanza su crisis
con la pretensión de Estados Unidos de lanzar una operación militar
contra Al Assad (frenada por Rusia) y se desmadra definitivamente con la
aparición de la marioneta del mundialismo llamada Daesh o Estado
Islámico, que sólo empezó a flaquear cuando se produjo la intervención
militar rusa.
Durante todo este arco temporal, siempre nos tropezamos con Estados
Unidos, Israel, Turquía y Arabia Saudita manejando los hilos del
desastre; y, en algunos casos, financiando y armando directamente a la
marioneta llamada Daesh. En toda esta escalada criminal las colonias del
pudridero europeo han desempeñado, ciertamente, un papel vicario, más
no por ello venial: han tratado de desestabilizar a Rusia, sumándose
cipayamente a las sanciones decretadas por el tío Sam; han vendido armas
a los abastecedores del Estado Islámico (España, sin ir más lejos,
vendió a Riad en el primer semestre de 2015 material bélico por valor de
450 millones de euros que, por supuesto, Riad distribuye entre sus
marionetas); y han respaldado las acciones más repugnantes de Turquía,
el mayor enemigo de la Cristiandad que vieron los siglos y hoy, bajo la
presidencia del protervo Erdogan, la principal amenaza para Europa.
Pues se ha demostrado fehacientemente que en Turquía se han entrenado
las alimañas del Daesh, que en Turquía se han refugiado las alimañas
del Daesh, que Turquía ha comerciado con el petróleo que las alimañas
del Daesh han extraído de suelo sirio.
Pues a Turquía, unos de los principales valedores del Daesh y nuestro
mayor enemigo histórico, vamos a pagar 3.000 millones de euros al año,
para que impide la avalancha de «refugiados» en Europa. Pero esa
avalancha ha sido provocada por los Estados criminales que han
promovido, financiado y abastecido de armas al Daesh; y, de forma
vicaria, por las colonias del pudridero europeo, que han mantenido su
alianza con esos Estados criminales, siguiendo las consignas del
mundialismo.
La única solución a la crisis siria es el restablecimiento de la
autoridad en el país, que hoy por hoy sólo Al Assad puede garantizar.
Así lo acaba de recordar Antoine Audo, obispo católico de Alepo, quien
ha anunciado que la inmensa mayoría de cristianos sirios apoyarán al
presidente Al Assad en las elecciones del próximo 13 de abril. Y así lo
acaba de afirmar también Jacques Benham Hindo, arzobispo de la
archieparquía de Hassaké-Nísibis, quien ha pedido a sus fieles que no
olviden los procesos que llevaron a la creación del monstruo yihadista,
desde la guerra librada en Afganistán contra los soviéticos hasta la
aparición repentina y anómala del Daesh.
Claro que no todos opinan lo mismo que estos obispos sirios. Por
ejemplo, Michael Oren, embajador de Israel en Estados Unidos hasta 2013,
acaba de afirmar: «Si tuviéramos que escoger entre Daesh y Al Assad,
escogeríamos Daesh». Que es, exactamente, lo mismo que dijo Moshé Yalón,
ministro de defensa israelí, hace un par de meses.
Quien con niños se acuesta, mojado se levanta. Quien se convierte en
el felpudo del mundialismo y de su marioneta Daesh se levanta con
problemas migratorios irresolubles. Las colonias del pudridero europeo
llevan en el pecado la penitencia.
JUAN MANUEL DE PRADA – ABC – 21/03/16
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