INDUSTRIA ARGENTINA INDISPENSABLE PARA LA SOBERANIA |
Una nota que caracteriza a los
liberales en nuestro país –como en todo país semicolonial- es su aversión a las
políticas industrialistas. Por algo será, y ya veremos por que.
En efecto, para los economistas
enrolados en esta línea de pensamiento, siempre será preferible una economía
basada en el sector agropecuario y en el de los servicios, antes que un
desarrollo industrial autónomo.
Según ellos la industria nacional
es un invento de los lobbistas para justificar sus latrocinios; y su existencia
obliga al consumidor a comprar productos de baja calidad y a precios altos.
En realidad esto es una verdad a
medias, es decir una mentira.
Lo afirmado puede suceder -y
sucede- durante los gobiernos populistas y pseudo nacionales como el que
padecemos actualmente, con su industrialización de fantasía y su corrupción
sistémica; sin embargo no necesariamente debe ser así.
Lo que pasa es que nuestros
liberales creen que los argentinos no podemos –por algún defecto de nacimiento-
tener una industria eficiente, como la que tienen los países centrales; y
piensan además que somos incapaces de darnos un sistema educativo que permita
crear una mano de obra capacitada para aprovechar los avances tecnológicos que
requiere una industria moderna.
Fieles sostenedores de la
“división internacional del trabajo” nos dicen además que no necesitamos
industrializar al país teniendo a mano las riquezas del campo, y que obtener
los ingentes recursos financieros que la misma requiere es imposible sin una
ayuda externa.
Se impone entonces una
aclaración, y es que los nacionalistas no pretendemos dejar a un lado las
actividades agropecuarias, como tampoco desdeñamos al sector de los servicios
como fuente de trabajo. Por el contrario, estamos convencidos que el desarrollo
industrial redundará en beneficio del campo, aumentando la productividad de ese
sector y dándole valor agregado a sus productos; e inclusive servirá para
incorporar la mano de obra que dicha actividad ya no requiere por la
tecnificación de ese sector.
No es entonces nuestra apuesta
por la industrialización una tara militarista y fascista. Es sabido que la
creación de industrias genera puestos de trabajo y que el empleo aumenta el
consumo, con lo cual se crea un mercado interno que dinamiza la economía.
Además una economía industrializada permite afrontar mejor la caída de los
precios de los productos agropecuarios o las trabas a las importaciones
producto de las crisis internacionales.
Lo mismo respecto al sector de
los servicios; actividades como el comercio, el transporte, los seguros, las
inmobiliarias, la publicidad, la salud y la educación, también se verán
beneficiadas y crecerán con el desarrollo industrial.
Pero lo más importante, y que se
debe entender de una buena vez, es que la industria nacional es una actividad
económica que coadyuva a la soberanía política de una Nación.
En efecto, un país que pretenda
ser grande y soberano debe tener si o si independencia económica, y en ese
sentido el desarrollo industrial es fundamental. Ya lo decía Carlos Pellegrini:
“no puede haber gran Nación si no se es Nación industrial”.
De modo pues que el Estado
nacional tiene la obligación de promover y proteger dicha actividad, asumiendo
inclusive un papel exclusivo y directo en lo vinculado con los recursos
esenciales y con la defensa nacional.
Ahora bien, respecto a que tipo
de industrialización es la que hay que llevar a cabo, esta claro que con la
agroindustria y la industria liviana no alcanza, es necesario desarrollar una
industria de alto valor agregado y de base, pues si no se dispone de tecnología de punta directamente no se puede
competir; y si no se dispone de acero no se puede fabricar nada.
Esto obviamente exige la
elaboración de un Plan Industrial a cargo del Estado y de importantes recursos
financieros.
Por su parte dicho Plan requiere
de ciertas herramientas, entre ellas fundamentalmente de la disponibilidad de
recursos energéticos; para ello urge reactivar nuestro programa nuclear y
recuperar el control del petróleo, el gas, los minerales, las caídas de agua, y
demás fuentes de energía.
Así mismo es indispensable contar
con una adecuada red de servicios (sobretodo de transporte) que permitan
movilizar la producción y reducir costos, los cuales también deben estar
controlados por el Estado.
Por otro lado será necesario
aplicar una política arancelaria que proteja el trabajo y la producción
nacional frente a las importaciones extranjeras; así como un estricto control
cambiario.
Y respecto a la cuestión
primordial del financiamiento del Plan, es claro que el mismo no puede
encararse sin una total independencia financiera, ya que el Poder Financiero
Internacional jamás financiará una acción en ese sentido.
Por ende todo el flujo financiero
(crédito abundante y barato) se debe destinar a la inversión productiva y a las
obras de infraestructura. Lo mismo con el excedente de la renta agropecuaria,
el cual debe derivarse al sector industrial (los planes sociales se financiaran
con los impuestos que provengan del empleo generado por esta actividad)
evitando de este modo recurrir al
crédito externo.
Se debe erradicar la idea falsa
de que nuestro país carece del capital necesario para llevar adelante estos
planes; el trabajo acumulado por todos los argentinos genera el capital
suficiente para ello,
El problema es que miles de
millones de dólares al año son destinados a pagar los servicios de una deuda
externa ilegitima y fraudulenta, o bien son drenados al exterior en concepto de
utilidades de las empresas extranjeras. Con todo ese excedente fabuloso alcanza
y sobra para financiar el conjunto de planes de industrialización, capacitación
y desarrollo autónomo.
Todo esto, aquí muy rápidamente
esbozado, nos da una idea de que al Poder Mundial no le conviene para nada que
se lleven a cabo estos proyectos, ni siquiera que se plantee la cuestión. Y
aquí entran a jugar el aparato del coloniaje pedagógico, empeñado en evitar que
encontremos una alternativa al modelo de sumisión y dependencia.Esta es la
razón por la que los intelectuales y economistas liberales, vinculados a los
centros hegemónicos, siguen hasta el día de hoy sosteniendo la inviabilidad de
un modelo de producción industrial independiente.
Cuando los argentinos dejemos de
reverenciar sus dogmas y nos animemos a romper las cadenas que nos sujetan a
los amos del dinero; cuando confiando en nuestras capacidades encaremos una
empresa como la descripta, entonces recién podremos decir que nos hemos
convertido en una verdadera Nación.
Edgardo Atilio Moreno
5 comentarios:
no solo los liberales tambien los centroizquierdistas como carrio rechazan la industrializacion.
argentina tiene antecedentes de industrias que la historia liberal oculta, la historia liberal es porteñocentrica y solo pone como paradigma la pampa humeda.
Ante todo felicitaciones por el nuevo diseño del sitio, excelente el logo del sol con la cruz del sur.
Respecto a los liberales, dire: 1) la esencia del liberalismo es la USURA y el odio al catolicismo 2) que Argentina no tenga industrias 3) que seamos colonia de USA, del UK o de Israel, lo demas, sobre todo las gansadas que siempre digeron Alsogaray, Grondoda y Benegas Lynch, son pelotudeces para la gilada de barrio norte, en definitiva necesitamos industriales como Henry Ford, y politicos como Lincoln que no temen creditos de la banca sionista internacional, un gran abrazo, Esteban L.
No hay que hacerle caso a los liberales. Es tan simple como eso. Cuando aparecen ese tipo de personajes por acá, uno se da cuenta de que algo estamos haciendo mal nosotros: ¿Cómo esos pelotudos mandan y nosotros seguimos acá viéndola pasar? Dios le da pan al que no tiene dientes. Los liberales son los precursores del Marxismo. A no olvidarse esta gran verdad.
El anonimo que escribe primero dice muy bien, la denominada centroizquierda, de la que participa tambien el gobierno, opta siempre por el capitalismo financiero-agrario, en diferentes grados, por que hoy en dia la izquierda no se define por la economia o la politica, sino por la cultura o sea el progresismo, lo demas es intocable y se determina conforme los pareceres del Poder Mundial y de la Finanza Internacional(que seamos un pais productor de materia prima altamente endeudado). Esto, que se agudiza a partir de 1976, tiene un elemento curioso actualmente: Los liberales que desean fervientemente que paguemos la deuda externa, lloran por las medidas restrictivas de la economia sobre el dolar que el gobierno prescribe justamente para pagar dicha "Deuda Odiosa"...Como verán izquierda del sistema (gobierno) y derecha(oposición) se inclinan por el capitalismo financiero global. Unos quieren pagar a la usura con el dinero de todos nosotros (reservas), por que nadie les prestaria un peso, la "oposición" prefiere endeudarse de nuevo.
Artículos como este dejan en claro que el nacionalismo, aunque practicamente no exista como organización o movimiento político, sin embargo sus ideas han calado hondo y siguen estando vigentes.
Augusto
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