Por:
Federico Ibarguren
Mientras la sociedad cerraba celosamente sus
puertas a toda idea innovadora, los hombres de arraigo en Buenos Aires
repudiaban las corrientes impías (sociales, políticas y filosóficas) que
Francia había hecho triunfar con la Revolución. Debe advertirse, no obstante,
que una minoría culta y urbana formada intelectualmente en los centros de
Chuquisaca o educada en Europa, conocía las ideas preconizadas por los
Enciclopedistas y admiraba en silencio los principios liberales que informaron
la ideología de 1789.
Pero tal exotismo fue totalmente extraño al
espíritu popular argentino de la época. Pues bien: ¿qué causas profundas
movieron entonces a los protagonistas de los acontecimientos históricos
ocurridos en Buenos Aires en 1810? Vinculados a España, nuestros patriotas
—como natural reacción antiborbónica, pues eran aún leales al viejo espíritu de
familia común— abrigaban, es cierto, ocultos propósitos de reformismo
institucional. ¿Eran legítimas sus aspiraciones a esta especie mínima de
independencia a través de nuevas leyes de recíproca hermandad política entre la
Monarquía y sus dominios de ultramar?…
La respuesta la brinda el testimonio indubitable de
dos importantes protagonistas de la célebre semana de mayo en Buenos Aires, que
ratifican claramente lo que acabo de afirmar como historiador argentino. En
efecto, basta con leer las opiniones contemporáneas de dos próceres
responsables del primer gobierno patrio en 1810; o sea, Cornelio Saavedra y
Tomás Manuel de Anchorena, respectivamente. Allí se ve la interpretación
“ANTI-IDEOLÓGICA” de nuestra denominada REVOLUCIÓN DE MAYO (todavía en pañales
en 1814): impremeditada y auténticamente tradicionalista en sus orígenes.
La Historia Argentina ha sido escrita en nuestro
país sobre la base de un preconcepto —EL ANTIHISPANISMO IDEOLÓGICO— esgrimido
como bandera de guerra para justificar actitudes políticas. Hoy, lograda (en
teoría al menos, el objetivo primario) la independencia nacional, el odio al
pasado propio resulta deleznable y anacrónico, propio de escritores y
panfletistas baratos de izquierda. ¿Prejuicios de resentidos, acaso? Este
preconcepto nos viene de lejos y es, puede decirse, el sostenido por dos
próceres constitucionales: SARMIENTO, ALBERDI (el cipayesco autor
extranjerizantes de “Las Bases” en 1852) y MITRE. Trilogía
infalible hasta hoy; a quienes la “Historia regulada” otorga los dones del
Espíritu Santo para juzgar sobre nuestro pasado remoto.
Aquellos hombres, mentores del ANTIESPAÑOLISMO COMO
DOGMA, menospreciaron las tradiciones virreinales en bloque, como una rémora;
no obstante haber ellas plasmado —a través de cinco siglos de unión a España—
las épicas virtudes de nuestra raza, cuyo legado hemos de transmitir intacto a
la posteridad.
Nuestras “guerras civiles” iniciadas en 1810,
evidencian, pues, la profunda impopularidad de logistas y afrancesados
facciosos en el escenario nacional, demostrando por lo demás que de aquella
enconada resistencia al liberalismo despótico y ateo, ha sido hecha la
verdadera Argentina histórica independiente. Historia Argentina que arranca de
una tradición viva y no de exóticas ideologías postizas, importadas pro el
contrabando mercantil y por intermediarios de la civilización capitalista.
Y bien: ahora más que nunca, la presión de
ideologías extrañas vuelve a ahogar la voz de nuestros impávidos ciudadanos
indefensos. Es preciso inspirarse en los ejemplos de antaño. El signo de la
argentinidad pretérita (hispanocatólica hasta las raíces), debe ser el que
presida hoy nuestra emancipación total y la grandeza futura de Hispanoamérica
libre.
¡Quiera la Providencia, entre tanto, iluminar con
ese espíritu a las nuevas generaciones rioplatenses en los años decisivos que a
todos nos tocará vivir! Imitando aquellos tiempos heroicos de 1810 y
siguientes, en que gobernaban la Argentina hombres de la Reconquista y la
Defensa (patriotas y no políticos profesionales). En cambio, en la actualidad,
la dirigen advenedizos complacientes, acostumbrados a capitular; a entregarse
“por sistema” a gringos y cipayos de adentro; o sometidos inermes, a los planes
chupasangre, caprichosos e imperialistas de los acreedores de afuera… Nada más
y ¡VIVA LA PATRIA!
Fte: Crítica Revisionista
1 comentario:
Estoy cien por ciento de acuerdo con Ibarguren . Lo que pasa es que ultimamente hay como una moda de renegar de la nacionalidad argentina.Ya no estamos hablando de los clasicos liberales, sociademocratas , marxistas , gramscianos, masones , etcetera; Sino de personas que uno “no se las esperaba”
Por ejemplo Guillermo , ¿Usted que le responderia a Julio Carlos Gonzalez acerca de lo que dice en este video?
https://www.youtube.com/watch?v=1M-FOhxd73k
Juan
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