Al ordenar el asesinato del general iraní Qassem Suleimani en Irak, el presidente estadounidense Donald Trump estuvo a punto de provocar la Tercera Guerra Mundial. Al menos esa es la versión de la oposición estadounidense y de la prensa internacional. Thierry Meyssan estima que lo que sucede entre bastidores es muy diferente del show mediático internacional. El autor estima que lo que se prepara en este momento es una retirada coordinada de Estados Unidos y de Irán en el Medio Oriente.
Dos países divididos
Rohani: representa la burguesía |
Entender las relaciones entre
Estados Unidos e Irán se hace especialmente difícil, sobre todo por tratarse
de dos países profundamente divididos:
- Aunque Donald Trump es el
presidente de Estados Unidos, todos los expertos son capaces de ver que está
tratando de gobernar a pesar de la oposición de casi toda la administración
federal, la cual no aplica sus instrucciones y participa activamente en el
proceso parlamentario iniciado para sacarlo de la Casa Blanca.
• No se
trata de una división política entre republicanos y demócratas ya que el
presidente Trump no es un republicano propiamente dicho, aunque obtuvo la
investidura del Partido Republicano. Se trata más bien de una diferencia
heredada de las 3 guerras civiles anglosajonas –la guerra civil británica, la
guerra de independencia estadounidense y la Guerra de Secesión. Se enfrentan
así la cultura de los rednecks, herederos de la conquista del Far West (el
Lejano Oeste) y la cultura de los puritanos, herederos de los «Padres
peregrinos» que llegaron a América a bordo del buque Mayflower [1].
- En Irán existen dos poderes que
compiten entre sí: el gobierno del jeque-presidente Hassan Rohani y la
estructura de poder que depende del Guía de la Revolución, el ayatola Alí
Khamenei. Digan lo que digan los medios occidentales, en Irán no hay un grupo
que esté paralizando el pais. La causa de la parálisis es la lucha a muerte
entre esos dos grupos.
• El
presidente Rohani representa los intereses de la burguesía de Teherán y de
Ispahán –comerciantes interesados en el intercambio internacional y duramente
golpeados por las sanciones estadounidenses. El jeque Rohani es un viejo amigo
del Estado Profundo estadounidense: fue el primer contacto iraní de la
administración Reagan y de Israel en el momento del caso Irán-Contras, en
1985. Fue a través de Rohani que el ayatola Hashemi Rafsanyani se puso en
contacto con los hombres del coronel estadounidense Oliver North, lo cual
permitió Rafsanyani dedicarse a la compra de armas, hacerse con el mando de
los ejércitos iraníes y convertirse de paso en el hombre más rico de Irán,
para llegar después a ser presidente de la República Islámica. Más tarde, durante
las negociaciones secretas irano-estadounidenses en Omán, en 2013, el jeque
Rohani fue seleccionado por la administración Obama y por Alí Akbar Velayati
para acabar con el nacionalismo laico del entonces presidente Mahmud
Ahmadineyad y restablecer las relaciones entre Estados Unidos e Irán.
• Por el
contrario, la función del Guía de la Revolución fue creada por el imam Ruholla
Khomeini según el modelo del sabio de la República de Platón –modelo que nada
tiene que ver con la religión musulmana. El ayatola Khamenei supuestamente
debe velar por que las decisiones políticas no violen los preceptos del islam
ni los principios de la Revolución antimperialista iraní de 1978. De él
dependen los Guardianes de la Revolución, el cuerpo armado al que pertenecía el
general Qassem Suleimani. El Guía de la Revolución dispone de un presupuesto
extremadamente variable, determinado por las fluctuaciones imprevistas de los
ingresos provenientes del petróleo. Por consiguiente, la estructura de poder
más afectada por las sanciones estadounidenses no es la administración del
presidente Rohani sino la que depende del Guía de la Revolución. Durante los
últimos años, el ayatola Alí Khamenei ha tratado de imponerse como referencia
en el seno del islam en general, invitando a todos los jefes políticos y
religiosos del mundo musulmán a viajar a Teherán, incluso a sus más feroces
adversarios.
Tanto en Estados Unidos como en
Irán, la mayoría de las decisiones adoptadas por uno de los poderes
anteriormente descritos encuentra de inmediato la oposición de su adversario
interno.
Otro elemento que dificulta la
comprensión de lo que sucede tiene que ver con las mentiras que se han
acumulado entre ambas potencias durante todos estos años, mentiras que a menudo
siguen muy presentes. Sólo citaremos aquí las que se han mencionado en los
últimos días:
- Aunque se sigue hablando de la
famosa «crisis de los rehenes» de 1979, lo cierto es que el personal
Republicano atípico |
- La República Islámica nunca ha
reconocido el Estado de Israel, pero tampoco se ha planteado nunca la
liquidación de la populación judía sino que se pronuncia por el principio de
«un hombre, un voto», señalando que ese principio también se aplica a todos
los palestinos que hayan emigrado y adquirido otra nacionalidad. En 2019, la
República Islámica presentó al Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de
referéndum de autodeterminación aplicable en la Palestina geográfica, que
abarca todo Israel y la Palestina política.
- Aunque los medios tratan de
hacernos creer lo contrario, Irán e Israel no son enemigos irreconciliables ya
que están explotando juntos el oleoducto Eilat-Ascalón, cuya propiedad
comparten [2].
- Las potencias occidentales
siguen fingiendo creer lo contrario, pero saben perfectamente que Irán
renunció a toda investigación sobre las armas nucleares en 1988, cuando el
imam Khomeini declaró las armas de destrucción masiva incompatibles con el
islam. Los documentos robados por Israel y revelados con bombo y platillo por
el primer israelí Benyamin Netanyahu en 2018 demuestran que las
investigaciones posteriores a la decisión del imam Khomeini sólo tenían que ver
con un generador de onda de choque, elemento que puede formar parte de la
fabricación de un detonador para bombas atómicas [3]. O sea, no era una pieza
“nuclear” sino un componente mecánico que puede tener múltiples usos.
El asesinato del héroe
Habiendo establecido lo anterior,
pasemos ahora al asesinato del general iraní Qassem Suleimani y a la crisis
provocada por ese hecho.
El general Suleimani era un
soldado excepcional. Luchó en la guerra iniciada por Irak contra Irán, guerra
que duró 8 largos años (de 1980 a 1988). Bajo su mando, la fuerza Al-Quds (el
nombre árabe y persa de Jerusalén) de los Guardianes de la Revolución
aportaron su ayuda a todas las poblaciones víctimas del imperialismo en el
Medio Oriente. Durante la agresión israelí de 2006 contra el Líbano, el
general Suleimani estuvo en Beirut, dirigiendo la resistencia junto al general
sirio Hassan Turkmani y el jefe del Hezbollah, Hassan Nasrallah. Qassem
Suleimani entendía la diferencia entre Estados Unidos y el imperialismo y a
menudo negoció con Washington, proponiéndole incluso alianzas temporales –por
ejemplo, en 2001, se alió con la administración de George W. Bush en la lucha
contra los talibanes afganos. Sin embargo, desde mayo de 2018, el general
Suleimani recibió orden de limitarse a la lucha junto a las comunidades
chiitas. Violando el alto al fuego en vigor desde la guerra israelo-siria de
1973, el general iraní lanzó algunos ataques contra Israel desde suelo sirio,
poniendo al gobierno de Siria en una situación embarazosa.
El presidente estadounidense
Donald Trump había comprendido ciertamente el papel militar que desempeñaba el
general Suleimani bajo las órdenes del ayatola Khamenei, pero no entendía que
Suleimani se había convertido en un héroe del mundo musulmán, en un verdadero
icono, admirado por demás en las academias militares del mundo entero. Al dar
luz verde al asesinato del general Suleimani, el presidente Trump actuó en
contra de su propia reputación en el Medio Oriente. Desde su llegada a la Casa
Blanca, Trump había luchado constantemente contra el apoyo estadounidense a
al-Qaeda y al Emirato Islámico (Daesh), pero al autorizar el asesinato de
Suleimani se convirtió en responsable de la muerte del hombre que encarnó esa
lucha con su presencia física en numerosos teatros de operaciones. Ni siquiera
vale la pena recalcar aquí la naturaleza absolutamente ilegal del asesinato,
que además confirmó nuevamente el modus operandi habitual de Estados Unidos
desde su surgimiento como país.
El asesinato de Qassem Suleimani
tiene lugar después de la decisión de Washington de clasificar a los
Guardianes de la Revolución iraní como «organización terrorista». Los iraníes
comparten la fuerte convicción de que constituyen un pueblo, una civilización.
La muerte del general Suleimani en realidad unificó temporalmente a los dos
poderes políticos iraníes alrededor de un mismo sentimiento. Millones de
iraníes salieron a las calles durante los funerales de Suleimani.
Sólo cuando se hizo evidente que
la muerte de Suleimani no iba a desencadenar la Tercera Guerra Mundial, Israel
se dio el lujo de aclarar –a través de la CBS– que había confirmado al
Pentágono la localización del general iraní y admitió –a través del New York
Times que fue informado previamente de que Suleimani iba a ser asesinado. Se
trata de informaciones actualmente inverificables.
Todos los medios de difusión
occidentales hablaron de los planes iraníes de respuesta, establecidos desde
hace años. Pero el Guía Khamenei y el presidente Rohani no reflexionaron en
función de esos planes. Los iraníes no son niños que se pelean en un patio de
escuela. Los iraníes son una Nación. Ambos responsables iraníes actuaron
siguiendo el interés superior de la Nación, como ellos lo conciben. A pesar de
las declaraciones estruendosas llamando a la venganza, no habrá una venganza
iraní de tal magnitud, como no hubo una venganza del Hezbollah después del
asesinato ilegal de Imad Moughniyah, perpetrado en 2008, en Damasco.
Para el presidente Rohani,
independientemente de la muerte del general Suleimani, es indispensable
reanudar el contacto con Washington. Rohani ha considerado hasta ahora que la
administración Obama, la que lo puso en la presidencia, siguiendo su
interlocutor y que Donald Trump sólo era una especie de accidente llamado a
ser destituido rápidamente mediante el Rusiagate o con el flamante
Ucraniagate. Por esa razón, Rohani ha rechazado hasta ahora los numerosos
llamados de Trump a la negociación. Pero Trump sigue en la Casa Blanca y es
muy probable que se mantenga allí durante los próximos años. Mientras tanto,
la economía iraní se derrumba, gravemente afectada por las sanciones ilegales
de Estados Unidos. La reacción internacional de empatía ante el ilegal
asesinato del general Suleimani permite actualmente a Rohani abrir la
negociación con Washington desde una posición de superioridad moral.
Para el ayatola Khamenei, Estados
Unidos es el país que ha saqueado Irán durante todo un siglo y Donald Trump no
es un hombre de palabra. No porque Trump no haya respetado sus propias
promesas sino porque rompió las de su predecesor. El acuerdo 5+1 (JCPOA) había
sido aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU. Irán lo consideraba
nviolable. Pero Trump decidió simplemente desecharlo, lo cual tenía derecho a
hacer. Pero Irán y Estados Unidos habían firmado también un pacto secreto que
establecía una nueva distribución de influencias en el Medio Oriente. Trump
también anuló ese otro pacto. Ese es el que ahora pretende renegociar de
formar bilateral.
A raíz del asesinato del general
Suleimani, Irán anunció rápidamente que no seguiría respetando el acuerdo 5+1
y los diputados chiitas iraquíes exigieron la retirada de las tropas
estadounidenses de su país. Los medios de prensa occidentales entendieron esos
gestos como muestras de agravación del conflicto, pero en realidad eran
ofertas de paz. El acuerdo 5+1 dejó de existir cuando Estados Unidos lo
abandonó e Irán así lo reconoce ahora, después de haber tratado inútilmente de
salvarlo. La retirada de las tropas estadounidenses, no sólo de Irak sino de
todo el Medio Oriente, es un compromiso que Trump había contraído durante su
campaña electoral, compromiso que no había logrado concretar debido a la
oposición de su propia administración. En otras palabras… Irán se pone del lado
de Trump.
Las manifestaciones contra Irán
que se registraban en Líbano y en Irak cesaron como por arte de magia.
El poderoso lobby petrolero
estadounidense aportó su respaldo al presidente Trump al cuestionar la
«doctrina Carter». En 1980, el entonces presidente James Carter había
planteado que el petróleo del Golfo era indispensable para la economía de
Estados Unidos. Su sucesor creó el CentCom y el Pentágono garantizó el acceso
de las compañías estadounidenses al petróleo del Golfo Pérsico. Pero, Estados
Unidos ha alcanzado la independencia en el sector energético. Ya no necesita
ese petróleo. Por consiguiente, tampoco necesita seguir desplegando sus tropas
en esa región. Para Estados Unidos, el objetivo del juego ya no es el de
antes. Ya no se trata de apoderarse del petróleo arabo-persa sino de controlar
los intercambios petroleros a nivel mundial.
Los dirigentes políticos no han
sabido adaptarse al desarrollo de los medios de comunicación. Hablan demasiado
y demasiado pronto. Adoptan posturas y luego no saben cómo echarse atrás.
Después de haber lanzado increíbles llamados de venganza, los Guardianes de la
Revolución tenían que hacer algo. Y optaron por bombardear dos bases militares
estadounidenses en Irak, sin causar víctimas. Exactamente de la misma manera
que Estados Unidos, el Reino Unido y Francia cuando dijeron haber “castigado”
a Siria, supuestamente por haber utilizado armas químicas. Esas tres potencias
occidentales acabaron bombardeando una base militar vacía –aunque el bombardeo
provocó en los alrededores de la base un incendio que dejó algunas víctimas.
El Estado Profundo
estadounidense, después de haber aconsejado mal a Trump, se las arregló para
que, en la televisión iraní, una voz desconocida exhortara a asesinar al
presidente estadounidense, prometiendo además una recompensa de 80 millones de
dólares. En lo adelante, si Trump muere asesinado no habrá que investigar,
automáticamente Irán será declarado culpable. Pero vale la pena recordar que cuando
el imam Khomeini emitió su fatwa contra la vida de Salman Rushdie, no prometió
ninguna recompensa. La promesa de recompensa en dinero corresponde más bien a
las costumbres del Far West.
En plena crisis, la defensa
antiaérea iraní derribó por error un avión de pasajeros ucraniano que
despegaba de Teherán. Así que el embajador del Reino Unido organizó en Teherán
una pequeña manifestación donde se exigió la renuncia del ayatola Khamenei.
Estos hechos trastocan el juego, privando a Irán de la ventajosa posición de
víctima que mantenía desde el asesinato del general Suleimani.
Es evidente que Estados Unidos no
cederá nada sin obtener algo a cambio. La retirada de sus tropas se concretará
sólo en coordinación con una retirada militar iraní. El general Qassem
Suleimani era precisamente el símbolo del despliegue militar iraní. Lo que hoy
se negocia es la retirada de ambas partes. Ya estamos asistiendo a una
retirada estadounidense de Siria e Irak hacia Kuwait. La historia de la carta
enviada y luego anulada donde el general William Sheely III anunciaba la
retirada estadounidense de Irak demuestra que esas negociaciones están en
marcha.
Los principios de la paz no serán
fijados desde ahora, y la llegada de esa paz no será inmediata.
- Durante el periodo de duelo por
la muerte del general Suleimani, Irán no podrá admitir públicamente haber
llegado a un acuerdo con Estados Unidos.
- Un acuerdo sólo será válido si
cuenta con la aprobación de Irak, Líbano, Siria, Turquía y, por supuesto, de
Rusia. A pesar de sus maniobras, el Reino Unido no podrá hacerlo fracasar y
tendrá que aceptar que salga a la luz en una conferencia regional.
Qassem Suleimani estaría
seguramente orgulloso de su vida si su muerte permitiera el regreso de la paz en
la región.
Thierry Meyssan
NOTAS
[1] «Estados Unidos, ¿se reforma o se desgarra?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 26 de octubre de 2016.
[2] «Israel e Irán explotan
juntos el oleoducto Eilat-Ascalón», Red Voltaire, 2 de enero de 2018.
[3] "Shock Wave Generator
for Iran’sNuclear Weapons Program:More than a Feasibility Study", por
David Albright y Olli Heinonen, FDD, 7 de mayo de 2019. (PDF - 4.3 Mo).
Fte: Red Voltaire
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