DISCURSO (9 DE JULIO 2020)
Queridos amigos:
Primero muchos lo sospechábamos.
Muchos al principio creían en que realmente vivimos una crisis sanitaria y hoy
ya están completamente desengañados. Cada minuto la gente cree menos en esta
cuarentena, cada segundo que pasa hay más gente que se da cuenta de que lo han
estado estafando en los últimos 100 días. Que ha sido una cuarentena excesiva,
que las cifras están infladas, que hay un aprovechamiento político, que esto es
una falsa pandemia. Que se presentan muertes por neumonía como muertes por
coronavirus.
La acumulación de evidencias, de
datos, de testimonios. Las contradicciones del Presidente de la Nación,
sacándose selfies y rodeado de multitudes. Los absurdos de la OMS, que
oficialmente ha reconocido que los test por coronavirus arrojan “falsos positivos”
y “falsos negativos”. UNICEF diciendo que la cuarentena puede ser más dañina
para algunos países que la difusión del coronavirus. El propio Pedro Cahn,
médico que responde a Fundacion Huesped (abortista), diciendo que el tapabocas
no es necesario y que incluso es contraproducente. Los protocolos para
detección de COVID son tan amplios y tan elásticos que prácticamente todo es
coronavirus. Recientemente, la propia Carla Vizzotti ha llegado a decir la
barbaridad de que “hasta que se demuestre lo contrario, todo resfrío en este
invierno es coronavirus”.
El absurdo que estamos viviendo
lo vemos todos los días en la calle: policías que deben hacer cumplir la
cuarentena hostigando a gente normal que anda en auto. La Gendarmería Nacional,
reducida a un brazo del Poder Ejecutivo de Alberto –el presidente abortista y
aliado de Cristina Kirchner–, le es dócil. Por lo bajo, todos, todos, nos dicen
lo mismo: “Esto es todo un verso, esto es mentira, esto es un circo”. Circovid.
Nadie lo cree pero muchos o casi todos se someten.
Las consecuencias son nefastas
para la sociedad argentina y también para varios lugares del mundo: miles de
empresas quebradas, cientos de miles de puestos de trabajos perdidos, problemas
psicológicos, prisión domiciliaria disfrazada de cuarentena, familia que no se
ve, que no se abraza hace meses, amigos que no pueden encontrarse, personas que
han muerto sin la presencia de sus familias en el momento final. Templos
cerrados y Supermercados abiertos. La insolencia de los periodistas en los medios
de comunicación, que nos dicen “Quedate en casa” en el mismo momento en que
ellos incumplen el distanciamiento social. Como si el periodismo fuese
actividad esencial. Sí: es esencial para aterrorizarnos. Para eso sí es
esencial el periodismo.
Los tribunales de justicia
cerrados. Los colegios paralizados. Los profesores y docentes, en heroica
labor, haciendo lo posible para dar clases a través de la virtualidad. Las
prepagas han establecido un sistema infame, una estructura en la cual
privilegian los posibles casos de COVID por sobre otras enfermedades de
dolencias. De repente, no hay en el universo otro enemigo de la salud que el
coronavirus. Si te morís por desnutrición no pasa nada. Si te morís porque te
mata un delincuente liberado por Zaffaroni no pasa nada. Si se matan personas
por nacer con pastillas de misoprostol, compradas por el Gobierno de Kicillof,
no pasa nada. Si morís por sobredosis de drogas, sos un número en una
estadística. El Gobierno Nacional puede dormir tranquilo, aunque haya desnutrición,
delincuencia, aborto, narcotráfico. Esas muertes no importan.
Pero si alguien tiene síntomas,
¡Válgame Dios! ¡Que el mundo entero se detenga! ¡Que el país se congele! ¡Que
todos los organismos del Estado se pongan a rastrear a ese pobre desgraciado (y
a quienes ese desgraciado haya contactado)!
Todo esto se enfrenta de una sola
manera: con lucidez y coraje. Tenemos que organizarnos. Ser sistemáticos. Ser
ordenados. Estar unidos y trabajar codo a codo. Esto es el principio apenas.
Tenemos el valor para organizarnos, para una batalla prolongada, para no
aceptar migajas de libertad. Tenemos el deber de luchar por nosotros, nuestras
familias, nuestros hijos, nuestra patria. Con la ayuda de Dios Todopoderoso,
sigamos adelante.
JUAN CARLOS MONEDERO (H)
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