LA REALIDAD ÚLTIMA DEL LIBERALISMO Y LA DEMOCRACIA |
Justamente lo que caracteriza estos acontecimientos que vamos
a repasar es que fueron llevados a cabo por los “buenos de la historia”, los
“progresistas”, los abanderados de la corrección política de la época.
Si no se conoce mucho sobre estas masacres o persecuciones es
porque sus ejecutores fueron quienes sentaron las bases filosóficas de las
ideas que hoy se nos impone como dogma incuestionable, a saber, la “democracia”
los “derechos humanos”, sonlos
defensores de la “libertad, igualdad y fraternidad”, los apóstoles de la
“tolerancia”. Nótese el entrecomillado en estas palabras, ya que como en la
novela "1984" de Orwel, cada una de estas palabras significa todo lo
contrario a lo que connotan. La democracia no es más que la tiranía de una
elite financiera que maneja los cerebros de los ciudadanos haciéndoles creer a
través de los medios de comunicación que en realidad ellos son los que eligen,
los derechos humanos son solamente un instrumento para defender a las minorías
y marginales que esta elite quiere imponer como modelo de ciudadano totalmente
decadente, la libertad termina en libertinaje, la igualdad en igualitarismo, la
fraternidad es solo para quienes aceptan
los dogmas mencionados y la tolerancia no es más que la aceptación
ovejuna de todo lo que esta elite apátrida e internacionalista nos impone.
"El 7 de agosto de 1790, en plena euforia de la
Revolución francesa, el diario Mercure de France aseguraba: "El primer
autor de esta gran revolución que asombra a Europa es, sin duda, Voltaire. Él
no ha visto todo lo que ha hecho, pero él ha hecho todo lo que nosotros vemos.
Es él quien ha abatido la primera y más formidable barrera del
despotismo".
Pocos meses después, sus restos mortales, que habían sido
enterrados casi en el silencio trece años antes en Ferney, entraban
triunfalmente en el Panteón de Hombres Ilustres de París, entre aclamaciones de
multitudes.
Quizá el juicio de aquel diario parisino fuera exagerado
respecto a la influencia de Voltaire –el famoso Patriarca de la tolerancia– en
la Revolución francesa, pero no cabe duda de que fue el principal demoledor de
las formas anteriores, y quien abrió paso a Rousseau, que proporcionaría a la
Revolución francesa su base intelectual. Rousseau, con su obra Contrato Social,
creó el concepto de Voluntad General –la suma de voluntades de los hombres–,
reconocida como "santa", "inviolable" y
"absoluta". Desencadenó la revolución en busca del Estado perfecto,
fundado en la supuesta unidad entre moral civil y decisión soberana, pero que
acabó –era previsible– en el Estado totalitario vestido con las galas de la
legalidad de una Voluntad General. La idea inicial del hombre autónomo acabó
por desembocar en un Estado totalitario.
Junto a ello, y como señala Paul Hazard, se abrió un proceso
como jamás lo hubo: el proceso contra Dios. El 13 de abril de 1790, la Asamblea
Nacional rechazó el catolicismo como religión nacional. El 12 de julio se
decretó la expropiación de los bienes eclesiásticos. El 27 de noviembre se
exigió a todos los dignatarios eclesiásticos jurar acatamiento a la nueva
ordenación legal del clero.
Los sacerdotes y religiosos hubieron de refugiarse en la
clandestinidad, como en tiempos de las catacumbas, y más de 40.000 –unos dos
tercios del clero francés– fueron deportados o guillotinados: desde todos los
lugares de Francia, cargados en carretas de caballos o de bueyes, encerrados en
jaulas, muchos eran conducidos, ayunos durante un viaje de días y aun semanas,
a Burdeos, Brest y Nantes para ser allí embarcados con destino a la Guayana;
tan solo la mitad aproximadamente llegarían con vida a su destierro.
El 8 de junio de 1793, mientras el populacho saqueaba los
templos por todas partes y entronizaba en ellos a meretrices como expresiones
de la diosa Razón, Robespierre proclamó la "Religión del Ser
Supremo". Se abolió el calendario, los nombres de los santos, e incluso
las campanas de los edificios religiosos.
Las carretas atestadas de víctimas de la guillotina serían un
espectáculo incesante y habitual por las calles de París. Pero el cuadro del
horror alcanzaría su punto culminante con los asesinatos de septiembre y las
bárbaras torturas y vejaciones a que se recurrieron para aplastar la reacción
de los campesinos católicos de La Vendée.
La historia conocía ya abundantes ejemplos de guerras y
represiones por motivo de religión, que han sido terribles muestras de las
crueldades a que a veces ha llegado a lo largo de los siglos la intolerancia
religiosa. Pero aquella bestial represión de los católicos de La Vendée fue,
como ha dicho Pierre Chaunu, la más cruel entre todas las hasta entonces
conocidas, y el primer gran genocidio sistemático por motivo religioso. Y quizá
lo más lamentable fuera que –también por primera vez en la historia– esta masacre
se llevó a cabo bajo la bandera de la tolerancia (masónica).
El asunto no quedó en el frenético y sangriento sube y baja
de la rasuradora nacional que en su día inventara Guillotin. Al primer asalto
en masa siguió una fría organización del genocidio.
En agosto de 1793, la Convención de París expidió un decreto
disponiendo que el Ministerio de la Guerra enviase materiales inflamables de
todo tipo con el fin de incendiar bosques, cultivos, pastos y todo aquello que
arder pudiera en la comarca. "Tenemos que convertir La Vendée en un
cementerio nacional", exclamó el general Turreau, uno de los principales
responsables de la matanza.
Como narra Hans Graf Huyn, fueron violadas las monjas;
cuerpos vivos de muchachas soportaron el descuartizamiento; se formaron hileras
con los niños para ahogarlos en estanques y pantanos; mujeres embarazadas se
vieron pisoteadas en lagares hasta morir, y en aldeas enteras los vecinos
perecieron por beber agua que había sido envenenada. Casi 120.000 habitantes de
La Vendée fueron asesinados, y arrasadas decenas de miles de viviendas.
La cuestión de fondo de aquel enfrentamiento –como observa
Jean Meyer– no estuvo en la disyuntiva entre monarquía o república, ni fue un
conflicto entre estamentos, sino que consistió más bien en la decidida
intención de extirpar esas creencias sin reparar en medios." (*)
Para terminar, como dije al principio, quisiera hacer algunas
observaciones de ciertas contradicciones que se ven en algunos sectores del
catolicismo, que en su afán de oponerse a los sectores de izquierda terminan
apoyando a políticos e ideas liberales que no son más que la semilla de todas
las miserias que hoy vivimos y que justamente son las que los católicos en
general quieren combatir, sin darse cuenta que no hacen más que alimentar este
juego perverso del sistema de agarrarnos del cuello, no le importa si con la
mano izquierda o la derecha. El liberalismo es el padre del marxismo y de sus métodos
genocidas, y a eso no hay con que darle. Las evidencias están a la vista en la
historia
Me resulta increíble ver a católicos intentar defender la
religión apelando a los tótems del liberalismo como la democracia, la libertad
de expresión, la tolerancia, los derechos humanos cuando desde su aparición en
la historia todas estas lindas palabras, tan lindas como engañosas cual canto
de sirena, fueron el arma predilecta de los liberales para sus matanzas
antirreligiosas. El liberalismo es tan
antirreligioso como el marxismo. Intentar defender la religión de los embates
marxismo usando las armas del liberalismo solamente puede caber en la mente de
un ignorante o de un idiota.
Martín
Ledesma
3 comentarios:
Que abran bien los ojos y se destapen bien los oidos la inmensa mayoria de catolicos "tilingos" que votan a Macri, creyendo que es la contra-cara del marxismo, liberalismo es usura y el contrario inventado por el propio sistema es el marxismo, y tambien fueron los liberales que abrieron las puertas en 1945 en Europa a las hordas genocidas venidas de asia llamadas "heroicos soldados" recontra-sic del ejercito rojo, el mas cobarde y genocida de la historia de la humanidad!
Esteban L.
Ya se ve que clase de catolicos son la mayoria cuando fueron lo del "putimonio" luego que los dejenerados adopten pendejos despues las marchas del orgullo sodomita y las marchas del aborto
El catolico que se queda resando en su casa o puteando por internet es peor liberal peor que el zurdo porque dice una cosa y hace otra
saludos
los dogmas basicos del liberalismo son la propiedad privada, el contrato social de jacobo russeau, la division de poderes y si se quiere la partidocracia
CONTRA EL LIBERALISMO RIVANERA CARLES
http://www.docstoc.com/docs/118122335/El-Ataque-7-Director-Federico-Rivanera-Carles
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