"Dejen de joder muchachos el Nuevo Orden Mundial es una teoria conspirativa de los nazis jajajajajaja ..." |
Subimos una interesante y breve nota sobre el verdadero enemigo de nuestra Patria, a pesar que muchos quieran que no, este enemigo existe y en lo que hace a la realidad política argentina tanto el oficialismo como la denominada oposición, desde posiciones supuestamente antagónicas hacen mucho para que dicho enemigo avance, por que justamente ambos son sirvientes del enemigo. Sea predicando las teorías de la Escuela de Frankfurt (destrucción del patriotismo, la cultura y el principio de autoridad) o apoyando el desarrollo del capitalismo liberal (adoptando la política económica de los usureros, sumiendo en la miseria al pueblo, sometiendonos a la globalización económica de las multinacionales) ambos terminos embanderados con el Demoliberalismo en lo político, van logrando que el enemigo se vaya apoderando primeramente del alma de los argentinos para después terminar siendo dueño de todo, destruyendo lo poco bueno aun en pie. Son contados los que entienden con claridad meridiana esto. Otros no quieren que se entienda.
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DESTRUCCIÓN PARA TODOS Y TODO
“¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en algún hoyo?” (San Lucas, 6, 39)
Robert Ardrey dice en “Génesis
en África”: “El hombre es un vertebrado. Y cuando hallamos un
característica predominante en todas las ramas de los
vertebrados, tal como es el instinto de conservar y defender
un territorio, entonces podemos considerarle como un
instinto significativo”. “Según Cusafont pertenecemos a
los vertebrados, y dentro de ellos a la clase de los mamíferos,
que engloban a nuestro orden, el de los primates, y a nuestra
familia, la de los homínidos […] La sociedad es el mejor
amigo de los primates. Por medio del mecanismo social los
primates se han asegurado la obtención del mayor rendimiento
de su don supremo,el cerebro, y reducen al mínimo los
inconvenientes de su inherente vulnerabilidad […] El
animal salvaje no es libre,se impone en su conducta el orden
debido a la supervivencia de sus jóvenes, que deben ser
educados y defendidos, debido a las leyes de la exigencia
territorial, y debido a las leyes de predominio. Para
sobrevivir se impone el orden sobre sus inclinaciones por
exigencias de su sociedad. El primate es uno de los individuos
más ordenados. No obstante, si en su vida se suprime un
factor —el territorio— puede suceder cualquier cosa […] Los
animales en cautividad no pueden mostrar el curso normal de
sus energías instintivas. Ni los impulsos del hambre ni el
temor del cazador alteran la ociosidad de sus horas. Ni las
exigencias de la sociedad normal en las de la defensa
territorial aseguran el derecho de prioridad de las energías
con que la naturaleza les ha dotado. Si se observa a un animal
obsesionado por el sexo. Es simplemente porque es el único
instinto que tiene una espita de salida en cautividad”.
Konrad Lorenz, a su turno, nos dice en “Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada”, que “existen
muchos impulsos humanos con suficiente homogeneidad para
encontrar una denominación en el lenguaje coloquial”, entre
los que incluye la “tendencia a la organización jerárquica,
sentido de la territorialidad, etc.”.
Considerando estas bases precitadas, y haciendo abstración tanto de sus autores como de sus errores filosóficos y terminológicos, ¿en qué situación se podría ubicar a un gobierno que permite que se destruyan las instituciones que deberían luchar por defender su soberanía; que permite que se destruya todo concepto de autoridad, que se entregue su patrimonio por nada, que se comprometa a las generaciones futuras, ya sea contaminando el suelo —como en el caso de la megaminería—, saboteando su educación, o aún alentando a que ni siquiera nazcan sus ciudadanos, siguiendo las órdenes de la cultura de la muerte impulsada por la International Planned Parenthood Federation desde la ONU, etc.?
Si de acuerdo con los conceptos de Ardrey la sociedad argentina se compusiera de primates subhumanos, por el estado de anarquía en que se halla, se diría que nos encontramos en situación de cautiverio.
Conviene recordar que no hay proyecto de poder político sin proyecto cultural, el cual se cumple de varios modos: desinformación (especialmente por medio del auge de la información superficial, sin mencionar la causa de los sucesos), la diversión, es decir, el aporte de noticias intrascendentes, la saturación de consignas, también intrascendentes; todo lo cual, con su incesante bombardeo, lleva a impedir el análisis de la realidad y a confundir a la sociedad, fragmentándola y conduciendo a la apatía ciudadana.
Esta es la meta de la que habla Samuel Huntington, Coordinador de Planificación de Seguridad en el Consejo de Seguridad de Estados Unidos: “El funcionamiento efectivo de un sistema político democrático requiere por lo general medidas de apatía y no compromiso por parte de algunos individuos o grupos”.
Por eso el blanco esencial del Nuevo Orden Mundial es el control, y consiguiente deterioro de la educación. Veamos: en un estudio realizado en 2003 por la UNESCO y la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, entre estudiantes de quince años de 41 países: “La Argentina quedó en el puesto 33. A la cabeza de Latinoamérica, pero figuró entre los nueve peores países considerados […] El 44% de los jóvenes de nuestro país demostró serios inconvenientes en la comprensión de textos considerados sencillos […], tan sólo el 2% de los alumnos fue capaz de entender, sin problema de ninguna índole los materiales de lectura que debieron evaluar” (Vicente Massot, “La Excepcionalidad Argentina”).
En 2009 fue peor: salimos últimos, cómodos. Un artículo de “La Nación” del 4 de octubre, “Educar, el Mañana es Hoy”, nos informa que el Operativo Nacional de Educación “señala que el nivel de rendimientos más altos en matemáticas de tercer grado de la Educación General Básica sólo logró ubicarse en el 19,6% de los estudiantes de las escuelas públicas mientras que en lenguas sólo llegó al 16,9%”.
Cabe preguntarse por qué tanta dificultad en lectura y lengua. El Dr. Julio González (“Los Tratados de Paz Por la Guerra de Malvinas”, 1998), dice que “destruyendo el lenguaje se destruyen las ideas. Destruyendo las ideas se destruyen los conceptos. Destruyendo los conceptos se destruye las conductas”. Es decir, la meta es destruir nuestro “don superior”, así como nuestros instintos básicos ancestrales —territorialidad y orden jerárquico— indispensables para la supervivencia.
¿Cómo digerir entonces la ayuda que puedan prestar los jóvenes de La Cámpora a los niños de escuelas primarias, si además se ocupa el tiempo destinado a las primeras letras con juegos y lecturas partidarias? ¿Y supuesto que el sufragio universal fuese la panacea, qué chicos sin experiencia, y anegados de desinformación, pueden decidir sobre el destino de la Patria? "
Considerando estas bases precitadas, y haciendo abstración tanto de sus autores como de sus errores filosóficos y terminológicos, ¿en qué situación se podría ubicar a un gobierno que permite que se destruyan las instituciones que deberían luchar por defender su soberanía; que permite que se destruya todo concepto de autoridad, que se entregue su patrimonio por nada, que se comprometa a las generaciones futuras, ya sea contaminando el suelo —como en el caso de la megaminería—, saboteando su educación, o aún alentando a que ni siquiera nazcan sus ciudadanos, siguiendo las órdenes de la cultura de la muerte impulsada por la International Planned Parenthood Federation desde la ONU, etc.?
Si de acuerdo con los conceptos de Ardrey la sociedad argentina se compusiera de primates subhumanos, por el estado de anarquía en que se halla, se diría que nos encontramos en situación de cautiverio.
Conviene recordar que no hay proyecto de poder político sin proyecto cultural, el cual se cumple de varios modos: desinformación (especialmente por medio del auge de la información superficial, sin mencionar la causa de los sucesos), la diversión, es decir, el aporte de noticias intrascendentes, la saturación de consignas, también intrascendentes; todo lo cual, con su incesante bombardeo, lleva a impedir el análisis de la realidad y a confundir a la sociedad, fragmentándola y conduciendo a la apatía ciudadana.
Esta es la meta de la que habla Samuel Huntington, Coordinador de Planificación de Seguridad en el Consejo de Seguridad de Estados Unidos: “El funcionamiento efectivo de un sistema político democrático requiere por lo general medidas de apatía y no compromiso por parte de algunos individuos o grupos”.
Por eso el blanco esencial del Nuevo Orden Mundial es el control, y consiguiente deterioro de la educación. Veamos: en un estudio realizado en 2003 por la UNESCO y la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, entre estudiantes de quince años de 41 países: “La Argentina quedó en el puesto 33. A la cabeza de Latinoamérica, pero figuró entre los nueve peores países considerados […] El 44% de los jóvenes de nuestro país demostró serios inconvenientes en la comprensión de textos considerados sencillos […], tan sólo el 2% de los alumnos fue capaz de entender, sin problema de ninguna índole los materiales de lectura que debieron evaluar” (Vicente Massot, “La Excepcionalidad Argentina”).
En 2009 fue peor: salimos últimos, cómodos. Un artículo de “La Nación” del 4 de octubre, “Educar, el Mañana es Hoy”, nos informa que el Operativo Nacional de Educación “señala que el nivel de rendimientos más altos en matemáticas de tercer grado de la Educación General Básica sólo logró ubicarse en el 19,6% de los estudiantes de las escuelas públicas mientras que en lenguas sólo llegó al 16,9%”.
Cabe preguntarse por qué tanta dificultad en lectura y lengua. El Dr. Julio González (“Los Tratados de Paz Por la Guerra de Malvinas”, 1998), dice que “destruyendo el lenguaje se destruyen las ideas. Destruyendo las ideas se destruyen los conceptos. Destruyendo los conceptos se destruye las conductas”. Es decir, la meta es destruir nuestro “don superior”, así como nuestros instintos básicos ancestrales —territorialidad y orden jerárquico— indispensables para la supervivencia.
¿Cómo digerir entonces la ayuda que puedan prestar los jóvenes de La Cámpora a los niños de escuelas primarias, si además se ocupa el tiempo destinado a las primeras letras con juegos y lecturas partidarias? ¿Y supuesto que el sufragio universal fuese la panacea, qué chicos sin experiencia, y anegados de desinformación, pueden decidir sobre el destino de la Patria? "
Luis Antonio Leyro
Fte: El Blog de Cabildo
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