La intervención en Siria es un subterfugio para desestabilizar aún más la zona y justificar una ofensiva contra Irán
Empecemos por aclarar que en Siria no hay ninguna guerra
civil. Los llamados «rebeldes sirios» no reclaman reformas ni acaudillan
ninguna «revolución popular». Los llamados «rebeldes sirios» no son
sino mercenarios y terroristas reclutados en los parajes más variopintos
del atlas, financiados desde Qatar o Arabia Saudita y con frecuencia
adiestrados por los propios Estados Unidos, que les llevan prestando
apoyo logístico al igual que Israel desde que comenzara el conflicto.
Enfrente de ellos se halla un régimen de corte dictatorial que, al igual
que ocurría con Sadam Husein en Irak o con Gadafi en Libia, se
distingue por ejercer la tolerancia con las comunidades cristianas y por
defender los barrios en los que se asientan de los sanguinarios ataques
de los «rebeldes», que no pierden ocasión de cometer las atrocidades
más espeluznantes contra los cristianos. Si esta chusma no hubiese
recibido incesantes refuerzos, financiación y suministros de armas desde
el exterior, la guerra en Siria habría sido atajada hace tiempo.
Como los Estados Unidos no pueden proclamar sin ambages
que apoyan el terrorismo en Siria justifican ahora su ataque alegando
que el régimen de Assad ha utilizado armas químicas. ¿Quién puede
tragarse semejante superchería? El ataque con armas químicas ocurrió en
Guta, el suburbio oriental de Damasco, donde Assad mantiene reñida
disputa contra los terroristas financiados desde el exterior. Resulta
muy difícilmente concebible que se empleen armas químicas allá donde se
mantienen concentradas tropas; y resulta directamente rocambolesco que,
además, se empleen mientras los inspectores de armas de la ONU se hallan
en el país.
Las armas químicas, evidentemente, han sido empleadas por
la chusma a la que apoya Estados Unidos. Y el intento de justificar tan
burdamente la intervención se incorpora así al repertorio de engañifas
fabricadas por los Estados Unidos en su afán imperialista, iniciado con
la voladura del Maine.
La intervención en Siria fue diseñada hace mucho tiempo, a
modo de prólogo al ataque a Irán, que es la pieza que en última
instancia se pretende abatir.
Las razones que se alegaban para
justificarla eran, sin embargo, tan inconsistentes y la calaña de la
chusma que combate a Assad tan repugnante que tal intervención se había
tenido que aplazar. Pero el peligro de colapso inminente del dólar ha
exigido urdir ahora esta engañifa tan burda. Por aceptar euros a cambio
de petróleo fue derrocado Sadam Husein; por pretender crear una divisa
africana fundada en el patrón oro el dinar fue liquidado Gadafi; por
pretender desligar las ventas de su petróleo del dólar, Irán se ha
convertido en la bicha de los americanos.
El problema de fondo es que el
dólar, la moneda de reserva mundial desde Bretton-Woods, está cada vez
más desprestigiada; con una deuda pública mayor que todos los países de
la Unión Europea juntos, cada dólar que imprime Estados Unidos es, a
estas alturas, papel mojado. El colapso del dólar sólo se podrá dilatar
mientras se mantenga como divisa de las transacciones internacionales de
petróleo; en cuanto un grupo de países empezase a comerciar en otra
divisa, Estados Unidos iría a la bancarrota. La intervención en Siria es
tan sólo un subterfugio para desestabilizar aún más la zona y
justificar una ofensiva contra Irán.
«Otra vez millares de víctimas serán sacrificadas sobre
el altar de una imaginaria democracia», acaba de denunciar paladinamente
el Patriarcado de Moscú. Estamos en manos de una chusma
dispuesta a
todo con tal de mantener su supremacía.
www.nacionalrevolucionario.blogspot.com
2 comentarios:
muy buen analisis ! Saludos.
A Obama le preguntaron cómo podía ser ganador del premio Nobel de la Paz y preparar el ataque a Siria, ¿y saben lo que respondió el negro cínico? "Cuando recibí el Nobel de la Paz, dejé en claro que no lo merecía." Un hijo de puta con todas las letras.
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