Nicolas Sarkis, antiguo ‘trader’ de Goldman Sachs y
actualmente director de una firma de consultoría financiera, explicó
que, en su primer día de trabajo en este banco de inversión, uno de los
principales a nivel mundial, “mi vecino en la sala de mercados, un
treintañero, se desplomó súbitamente víctima de una infarto. Mis nuevos
colegas no se inmutaron”.
Una organización de monjes banqueros
Según relata Marc Roche, autor de El Banco: Cómo Goldman Sachs dirige el mundo,
trabajar en esta entidad bancaria es igual que “entrar en una religión
(…). Son el producto de una cultura de empresa única. Una vez cruzada la
puerta de entrada, uno se convierte en un verdadero monje banquero al
igual que uno se hacía monje guerrero en el pasado”.
Matar o morir por Goldman Sachs
Y
es que Goldman Sachs se encuentra en guerra. No es una contienda que se
dispute en una trinchera al uso, sino en los parqués de las bolsas de
todo el planeta. Es una conflagración ecónomica y global. Y esta
institución financiera es uno de los principales y más temidos
combatientes. Por eso, la política de contratación de la firma es
realmente única, en el mejor y en el peor sentido del término. Tal y
como explica Roche, “la presión es máxima y constante. Una vez al año,
una docena de personas someten a cada empleado a un juicio en
profundidad.Y el examinado debe, a su vez, poner una nota a su propia
prestación: una especie de autocrítica semipública teñida de
estalinismo. (…) Como en la estadística descriptiva, se divide a los
banqueros en cuartiles en función de sus resultados. Sólo los que se
sitúan en el primer cuartil (…) pueden aspirar al estatus de socio
gerente. A los perdedores se les despide durante una de las innumerables
escabechinas o se marcharán por su propia cuenta”. El proceso es un
auténtico exterminio: “Después de cada Navidad, Goldman reempleaza
sistemáticamente hasta un 10 por ciento de sus efectivos menos
capacaces. La inseguridad del empleo es total: mata o muere”.
Un antiguo ‘Goldman Boy’ que aireó los trapos sucios del banco
En
un sistema tan rígido es lógica la aparición de disidentes aunque, en
el caso de Goldman Sachs, la mayoría de los que abandonan la firma o son
despedidos optan por guardar silencio y reconducir sus vidas
profesionales. Muy pocos se han atrevido a hablar de lo que sucede
dentro de las puertas del banco. Uno de ellos fue el antiguo director
ejecutivo de derivados en Europa, Oriente Medio y África, Greg Smith,
que publicó el 14 de marzo de 2012 un artículo en el The New York Times en el que descubría algunos de los secretos más oscuros de Goldman Sachs. Siete meses después, este antiguo ‘Goldman Boy’ publicó un libro llamado Por qué dejé Goldman Sachs en
el que critíca duramente a la que fue su casa durante varios años.
Según Smith, este banco ha creado “un sistema dedicado a estafar al
cliente y donde el trato a los novatos era degradante”. Tal y como
describe en el libro, “los trabajadores más jóvenes entraban a trabajar a
las cinco y media de la mañana, cada cual había de cargar su propia
silla pues no había para todos y tan sólo uno de cada 45 compañeros
continuaba en la firma tras una competición salvaje”.
Goldman Sachs se defiende
A pesar de que se trata de institución que cultiva un low profile en los medios, el portavoz de Goldman Sachs, David Wells, se vio obligado a señalar, ante las acusaciones de Greg Smith, que “todos los días, cualquier profesional joven, decide replantearse su carrera o hacer otra cosa. Que
los demás juzguen si la decisión de Smith tiene un interés único”. Con
esta declaración, Wells quería recordar que el antiguo directivo del
banco se embolsó más de 1,5 millones de dólares por los derechos de
autor generados por su libro. El Consejero Delegado del banco, Lloyd
Blankfein, y su presidente y jefe de operaciones, Gary Cohn, también
quisieron aportar su opinión sobre la polémica desatada por Smith y
recordaron que “tan sólo era la opinión de un trabajador de una
institución que tiene más de 33.000 empleados repartidos por todo el
mundo y cuyo sueldo anual medio es de unos 285.000 euros”.
La “hidra” de Goldman Sachs
Sea
como fuere, la polémica persigue a Goldman Sachs desde que se desató la
crisis de las ‘subprime’ en 2007. Su implicación en el origen de la
brutal crisis financiera que sufrió Grecia entre 2010 y 2011 así como en
la ocultación de su deuda y su supuesta participación los ataques
especulativos sufridos por el euro durante aquellos años, han puesto en
tela de juicio los supuestos valores de honradez y servicio al cliente
de los que hacen gala los ‘Goldman Boys’. Además, la habilidad del banco
para infiltrarse en los puestos de poder más relevantes de los Estados
hace que Goldman Sachs reciba el apodo de “la hidra” por sus numerosos
críticos.
El fin de la oscuridad
En
los últimos tiempos, Goldman Sachs ha intentando terminar con el
secretismo que envolvía a la firma. Prueba de ello es la remodelación
total de su página web que
ha adquirido una estética de magazine especializado y en la que los
expertos del banco publican sus análisis y debaten sobre cuestiones de
interés público, más allá de la economía, como el cambio climático, las
buenas prácticas empresariales, el desarrollo sostenible e, incluso, el
mundial de fútbol que se está celebrando durante todo este mes en
Brasil.
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