¿Qué es ese
reflejo que en el cielo patrio
vemos que se
extiende despejando sombras?
¿Es acaso el
fuego celestial y sacro,
o quizá la
muerte, o quizá la gloria?
¿O quizá una
estrella solitaria y nueva,
o tal vez un
astro soñador, viajero?
¿O es una esperanza
pura cual diadema
o es un alma
augusta que se eleva al cielo?
¡Es el alma
magna del que murió héroe!
¡Es la
gloria pura del que salvó el alma!
¡Es la luz
señera del que tuvo temple!
¡Es la
sangre pura convertida en savia!
Es la brava
esencia de la nueva raza,
sangre y
heroísmo, corazón, bonanza.
Es aquel
muchacho que en gloriosa noche,
noche de
gigantes con aroma a Patria,
quiso
gritar... ;viva! al pabellón sagrado,
símbolo de
gloria frente a la antipatria.
Darwin
Passaponti es su nombre egregio,
sangre moza
y noble que cubrió la acera
con la
frente rota por la bala roja,
con la vista
al cielo, con el alma entera.
Quiso ver su
tierra libre de cobardes,
grande y
poderosa, justa y argentina,
y se unió al
gran Pueblo que en la tarde honrosa
recorrió las
calles llenas de alegría...
De la
infamia cruenta por la puerta pasan
!Cien tiros
sonaron! ¡Cargó la jauría!
¡Hombres y
mujeres, jóvenes y ancianos!
¡Nada le
importaba a la sierpe impía!
Manos de
valientes empuñaron armas
¡que no
quede uno! - todos se decían –
Que la
Patria viva! ... y que viva sana!
los
traidores ¡mueran! ¡muera la falsía!
-¡Darwin
Passaponti, no vayas de frente;
ellos son
cobardes! - pero él no oía;
cruza y se
detiene ¡juventud valiente!
y del negro
antro sellan su agonía.
Y la bala
atea da en la frente adusta,
cae cubierto
en sangre ¡la frente lucía!
¡quiso ir
adelante! ¡quiso ir a la lucha!
mas del
cuerpo mozo se fugó la vida.
Darwin
Passaponti, con la enseña augusta
se cubrió tu
cuerpo, se tapó tu herida.
Luis FERNÁNDEZ VILLAVICENCIO
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