RAUL CASTRO PREPARA LA ENTREGA DE CUBA TRAS SALVAR A SU FAMILIA
Hay quien analiza la normalización de las
relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana anunciada esta semana
recurriendo a una sola frase: “La revolución ha dejado una familia más”. Se
refieren a los Castro y a la posición que ocuparán en el futuro de la mayor de
las Antillas.
Raúl
Castro, que
ocupó el poder tras más de cuatro décadas esperando pacientemente la retirada
por causas naturales de su hermano Fidel, no parece querer engrosar la lista de
jefes de Estado que han terminado fusilados, encarcelados o exiliados. Fomentó,
a los pocos meses de acceder al sillón presidencial, una apertura económica
–discreta, pero histórica- que permitió el surgimiento en la isla de un pequeño
sector privado llamado ‘cuentapropista’ que actualmente guía un antiguo
inversor de Wall Street, Eduardo Mestre. Al mismo tiempo, ha dado la
bienvenida a la creación de empresas mixtas con capital extranjero que empiezan
a levantar proyectos en territorio cubano, tal es el caso de las instalaciones
inmobiliarias vinculadas a campos de golf construidas en asociación con Beijing
Enterprises Holdings Limited o la empresa británica Esencia Hotels and
Resorts. Y, por supuesto, su relación con el Vaticano se ha mantenido
cordial: en marzo de 2012 Benedicto XVI visitó La Habana siguiendo el
ejemplo de su predecesor, Juan Pablo II.
De modo que, habida cuenta del clima aperturista
propiciado por el menor de los Castro, no fueron pocos los entendidos que el
pasado miércoles, mientras le veían anunciar el acercamiento de Cuba y EEUU en
un discurso simultáneo al ofrecido por Barack Obama desde la Casa
Blanca, se preguntaban por sus planes de futuro.
La clave probablemente se encuentre en su entorno
familiar, y concretamente en la posición que ocupa su yerno, Luis Alberto
Rodríguez López-Callejas. Aunque el matrimonio de Luis Alberto con la hija
mayor del presidente cubano, Deborah Castro, no ha sido especialmente
exitoso, en algunos mentideros diplomáticos se explica que el yerno sigue
contando con la confianza de Raúl. Así parece demostrarlo el hecho de que fuese
ascendido a general de brigada el año pasado o su puesto al frente del gran
holding turístico de las Fuerzas Armadas: el Grupo de Administración
Empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (GAESA).
La
relación de Raúl y Luis Alberto se ve reforzada, además, por el hijo de este
último: Raúl Guillermo Rodríguez Castro. Es el nieto favorito del
presidente y de hecho ejerce como su secretario personal, amén de
guardaespaldas.
GAESA es una empresa tan gigantesca como rentable:
controla, entre otras, a TRD Caribe, Gaviota, Aerogaviota, Cubanacan, CIMEX o
Habanos y las estimaciones apuntan a que factura varios miles de millones de
dólares por año. A la cabeza del holding se encuentra el Grupo de Turismo
Gaviota, que cuenta con varias decenas de hoteles repartidos por toda la isla.
Creado en 1988, este grupo promociona y comercializa el producto turístico Cuba
en el mercado internacional con servicios de hotelería, agencia de viajes, restaurantes
y tiendas.
Luis
Alberto no es, sin embargo, el único gran asidero económico de la familia
Castro. Tampoco hay que perder de vista al sobrino de Raúl y de Fidel, José
Antonio Fraga Castro. Hijo de Ángela Castro, la hermana mayor de
ambos ya fallecida, José dirige Labiofam, una empresa importante dentro
del sector farmacéutico y que cuenta con gran proyección internacional debido a
la potencia biotecnológica de Cuba.
De modo que los Castro parecen estar bien posicionados para mantener la industria
del turismo en la isla –una de las más rentables- y al menos una parte de la
farmacéutica. A cambio dejarían regresar a la mayor de las Antillas –si
finalmente la normalización de las relaciones con EEUU sigue su andadura y los
republicanos más recalcitrantes no se interponen- a otras dos grandes familias
que tuvieron que abandonar Cuba tras el triunfo, en 1959, de la revolución
cubana: los Fanjul y los Bacardí.
Los Fanjul –son cuatro hermanos: Alfonso, Alexander, Andrés y Pepe- han
sido durante décadas parte del anticastrismo duro de Miami. También unos
magnates reconocidos en el mundo entero gracias al negocio azucarero que han
desarrollado en Florida y Centroamérica. Con claras intenciones de extender su
negocio a la isla que los vio nacer, en los últimos tiempos se han unido a la
corriente cubanoamericana que pide a Washington un acercamiento con La Habana.
De hecho Andrés figuraba como uno de los 44 firmantes de una carta que recibió
el pasado 19 de mayo el propio Obama, y en la que se pedía una normalización de
las relaciones con la mayor de las Antillas.
La familia Bacardí, actualmente liderada por Daniel Bacardí, ha seguido
una evolución parecida a la experimentada por los hermanos Fanjul. Aunque los
dueños del famoso negocio ronero en todo momento han mantenido su distancia con
los Castro, en los últimos tiempos han suavizado su postura anticastrista
pidiendo a la Casa Blanca una política más flexible en el embargo.
De todos modos, habrá quien se pregunte por qué Raúl Castro ha decidido abrir
la mano precisamente ahora. Por qué no ha esperado algo más. La explicación a
esta pregunta parece residir en la cuestión económica. Una de las principales
fuentes de financiación de Cuba es Venezuela. El país bolivariano, además de
haber intercedido en los conflictos diplomáticos a su favor, también provee a
la mayor de las Antillas con petróleo. Sin embargo, a raíz de la brutal caída
experimentada en los últimos meses por el precio del crudo, la rentabilidad
aportada por ese vínculo se ha visto severamente golpeada. La salvación se
encontraría en una de las promesas hechas por Obama en su rueda de prensa del
miércoles: retirar a la isla de la lista de países que financian actividades
terroristas elaborada por el Departamento de Estado. Con su nuevo estatus de
'país limpio' los grandes bancos estadounidenses ya podrían entrar en Cuba sin
temor a sufrir sanciones económicas.
http://www.elboletin.com/internacional/109568/raul-castro-cuba-familia-futuro.html
1 comentario:
Esto va a terminar igual que la URSS, donde los burócratas estatales terminan siendo los magnates de las principales empresas una vez que abandonan el comunismo y se convierten al capitalismo.
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