El presidente
Mauricio Macri, tal como lo había adelantado antes de las elecciones,está
firmemente dispuesto a cumplir con el fallo judicial del juez yanqui Thomas
Griesa, que obligó a la Argentina a pagar 1.330 millones de dólares a los denominados,
con toda propiedad, Fondos Buitres.
Recordemos que
estos especuladores financieros, que en el idioma de los piratas se conocen con
el delicado nombre de holdouts, adquirieron
sus títulos de deuda a un monto
irrisorio cuando nuestro país se encontraba en default, y luego no aceptaron la
reestructuración de dicha deuda con la expectativa de cobrarlos a valor nominal
mediante presiones políticas.
Pues bien, el
nuevo gobierno –que llegó al poder prometiendo cambiar- acaba de ofrecerles a
estos delincuentes tenedores de bonos el
pago de lo que reclaman, con un módico descuento del 25 %; lo que de todas
formas les significaría una ganancia exorbitante.
Por supuesto
que desde el Fondo Monetario Internacional bajaron anticipadamente las
felicitaciones; alabandola decisión del gobierno títere de ocupación que
padecemos, y pronosticando que dicho pago calmará la voracidad de los buitres;
con lo cual nuestro país podrá acceder nuevamente al mercado financiero
internacional, es decir podrá seguir endeudándose.
No vamos a
gastar demasiada tinta en condenar el proceder de estos componentes del Poder
Internacional del Dinero, ni vamos a rasgarnos las vestiduras por la codicia
sin límites de los bonistas o las artimañas seculares de los usureros. Sabido
es que, en las relaciones entre los Estados, los poderosos siempre tratan de
imponer su voluntad a los débiles y sacar provecho de ello.
Lo que creemos
conveniente hacer aquí es hincapié sobre la conducta de quienes deberían
defender los intereses nacionales y no lo hacen.
En primer
lugar conviene que llamemos la atención sobre los gobernantes cipayos que
puestos al servicio de intereses foráneos han arruinado nuestro destino como
nación; y sin que en ello haya excepciones, pues en esto están incluidos todos;
tanto aquellos que contrajeron la fraudulenta deuda externa, como los gobiernos
de la partidocracia, que la legitimaron y la pagaron.
En ese largo
linaje de vendepatrias,el señor Macri ya tiene un lugar bien merecido. Es más,
de lograr que los fondos buitres acepten su generosa oferta no dudamos en
sostener que estará en condiciones de convertirse en el legítimo heredero del
título de “Pagador Serial” que supo ostentar sin vergüenza alguna su
predecesora Cristina Kirchner. Con lo que –mal que les pese a los
seudo-nacionalistas y a los “malminoristas” ingenuos que lo votaron- estaría
más que probado que entre uno y otro solo existen diferencias accidentales y de
estilo.
Pero, además
de estos operadores de la usura internacional, afiliados todos en el “partido
de la deuda”, que lisa y llanamente cumplenórdenes de aquellos que les allanaron el camino a los cargos que
ostentan; hay otros sujetos con culpabilidad en este drama nacional. Nos
referimos a la inmensa mayoría de los argentinos quepor comodidad o por
estulticia no quieren ver la gravedad de vivir esclavizados a una deuda
impagable.
Decimos esto
porque lamentablementelos nacionalistas estamos casi en la soledad,en esto de
indignarnos y repudiar a los pagadores seriales;mientras que el mismo pueblo
argentino, que sufre las consecuencias de una política económica al servicio de
los usureros, ese mismo pueblo acepta que tengamos que vivir endeudados,
pagando y contrayendo deudas para seguir pagando.
Ya se ha dicho
miles de veces cuales es la trampa del usurero, a saber, que a este no le
conviene que el deudor termine de pagar su deuda, sino que contraiga más deuda
de modo tal que no se libere nunca de la usura.
Al respecto los
números confirman la aplicación de este axioma, en efecto, los argentinos hemos
pagado miles de millones de dólares de la deuda pública, más de lo que
debíamos, y sin embargo aún seguimos endeudados.
Considerando
solamente que, cuando el gobierno de Nestor Kirchner hizo la reestructuración
de la deuda en el 2005, el monto de lo adeudado era 152 mil millones; y que
desde esa fecha al 2013 se pagó 173 mil millones, sin que se haya reducido la
deuda original en un centavo, al contrario esta aumentó; con solo ver esto
cualquiera debería darse cuenta que estamos sometidos a una esclavitud
irreversible.
Sin embargo no
hay peor ciego que el que no quiere ver. Y el pueblo argentino no quiere ver;
prefiere creer que contrayendo créditos en el exterior podrá solucionarse todos
nuestros problemas y desarrollar al país. Esto, evidentemente no es cierto,
porque no ha pasado. Es una mentira que se sostiene solo gracias a la predica constante
en ese sentido que llevan a cabo los liberales, que nunca creyeron en nuestras
capacidades, ni les importó la soberanía nacional; que nunca pensaron que
fuéramos capaces de auto-determinarnos, ni que ello valiera la pena.
Pues bien, eso
es lo que hay que revertir, ese es el pensamiento que hay que erradicar; por
ello no debemos cansarnos en denunciar la estafa que constituye la deuda. Debemos
sacudir los sentimientos patrióticos de los argentinos bien nacidos y crear la
masa crítica que respalde un accionar nacionalista alternativo. De lo contrario
nunca podremos recuperar a nuestra Patria de las garras de un Sistema de
Dominación perverso que interrumpió su continuidad histórica. Ese es nuestro
deber cristiano y patriótico.
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