jueves, 16 de junio de 2016



Publicado en Patria Argentina de mayo de 2016, Nº 330; Pág. 6
(La difusión de este artículo por Internet, incluido en el aviso de Patria Argentina correspondiente a este mes, ha sido sistemáticamente interferido por autores anónimos)
Entre triste y avergonzado
Con motivo de la visita del presidente de EE.UU. Barak Obama a la Argentina, el 24 de marzo pasado y a raíz del “Homenaje vil y de gran cinismo” que ofreció, junto con el presidente Mauricio Macri, a las víctimas de la dictadura militar, difundí por propia iniciativa un correo electrónico en el que manifestaba mi repudio personal a tal hecho. Posteriormente, en el ejemplar de abril de Patria Argentina (Nº 330; Pág. 4), bajo el título de  “40 años y un homenaje vil” desarrollé los fundamentos y hechos que avalaban mi repudio a semejante y ofensivo homenaje.
Días pasados, recibí de un amigo francés la copia de un artículo de Zoé Valdés, periodista cubana anticastrista, quien en el ABC de España escribió “Del odio y el rencor, y de los Rolling Stones”, en relación con la previa visita a Cuba que había realizado Barak Obama, en el que en uno de sus párrafos nos relaciona a los argentinos: “Una vez que llegó a Argentina después de pasar por Cuba, se dedicó a homenajear a víctimas de la junta militar y a condenar dictaduras. ¿Cómo, no venía de visitar a una de las dictaduras más crueles del mundo?”
Resulta obvio que no estuve equivocado. A miles de kilómetros otra persona registraba la misma afrenta, al parecer, también en absoluta soledad.
Pasaron casi dos meses desde tal acontecimiento. Por lo menos yo ni mis amigos y conocidos más cercanos registramos que otros argentinos hayan expresado un repudio y rechazo semejante. Ni en carta de lectores ni en el intenso bombardeo por Internet encontré una sola referencia similar, parecida o apenas tibia, de repudio al mencionado acto. Ni siquiera una sola de las numerosas instituciones de militares retirados con personería jurídica ni organizaciones de familiares y amigos que apoyan a los cientos de “Prisioneros de Guerra” que transcurren su ancianidad en prisión desde hace años, dijeron esta boca es mía, para señalar la felonía cometida por los presidentes Obama y Macri.
Frente a esta situación de fría indiferencia o de miedo, que se manifiesta con un profundo “silencio ominoso”, me siento obligado a expresar mi desazón, azoramiento, sorpresa, desánimo y, fundamentalmente, una gran tristeza, porque si no hay siquiera la más mínima reacción ante una afrenta que ofende en lo más íntimo y sobre todo a la memoria de las víctimas del “terrorismo subversivo”, terrorismo al que paradójicamente se le rinde homenaje, significa que no hay espíritu ni ánimo para recuperar la Patria perdida, de la que muchos viven llenándose la boca. Y esto, además, me da mucha vergüenza, especialmente vergüenza ajena.
Tal vez, me haya olvidado una de las máximas que siempre tuve en cuenta en mi vida militar para apreciar la calidad y las virtudes humanas: “Quien no hace lo menos, no hace lo más”
Santiago Roque Alonso – Director de Patria Argentina

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