Estimados amigos del Instituto Hugo Wast: les informamos con consternación que el nombre Gustavo Martínez Zuviría ha sido despojado de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, entidad que nuestro patrono fundara cuando fuera su director entre 1931 y 1955.
El anuncio de la medida fue efectuado por el diario Página 12 el viernes pasado en un artículo escrito por el actual director de esta institución, Horacio González y consumado el lunes pasado. (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-144812-2010-04-29.html)
Leyendo cuidadosamente su escrito no se puede encontrar una razón concreta en que se fundamente esta medida arbitraria y sin parangón en el ámbito de la cultura. Sí se puede distinguir con claridad la presión a la que este hombre ha sido sometido durante los cinco años de su gestión. Expresa González el reclamo continuo hacia él “de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados —en dos oportunidades—, de importantes intelectuales de nuestro país y del exterior y de instituciones vinculadas con la memoria del Holocausto”.
Vemos aparecer acá el espíritu anticristiano de quienes desde el deicidio del Gólgota no han cesado de perseguir “a todo aquello que da verdadero testimonio de Cristo Jesús”. No es esta la primera vez que sucede ni será la última.
Gustavo Martínez Zuviría ha sido condenado y perseguido por haber escrito El Kahal – Oro, bajo el pseudónimo de Hugo Wast, setenta y seis años atrás. Esta novela se basó en las actas de los Kahales judíos de Rusia de finales de mil ochocientos revelados al Zar Nicolás I por el hebreo Jacobo Bronfman. Estas actas llevaban cuenta de una verdadera sociedad secreta paralela y hostil a la sociedad cristiana de esa nación. Pero lo realmente imperdonable en Hugo Wast a los ojos de sus perseguidores consiste en que el protagonista de esta novela, de origen judío, se convierte al catolicismo. De la misma manera Bronfman se convirtió al cristianismo en la vida real.
No resiste un análisis serio la acusación de antisemitismo contra Hugo Wast, quien adoró hasta su último día a su Señor y Salvador Jesucristo, hebreo en su naturaleza humana y veneró a su Santísima Madre, la Virgen María, nuestra dulcísima doncella judía y perseveró en su devoción a todos los primeros santos y mártires cristianos, casi todos ellos judíos, que con su celo y su sangre nos transmitieron la fe.
Hugo Wast no profesaba enemistad hacia los judíos como sus detractores señalan porque esto es inaceptable para un católico sino que combatió a los enemigos de la Iglesia sin temer las consecuencias, porque su fe era fuerte, su amor grande y su coraje admirable. Tampoco era “nazi” porque El Kahal – Oro fue prohibido en la Alemania nacional socialista. Toda su obra literaria está impregnada de adoración y alabanza a Jesucristo y sus enseñanzas de amor al prójimo. Su acción política se desarrolló en consonancia con esto y fue coronada con la reimplantación de la enseñanza religiosa católica en las escuelas públicas que eximía a los no creyentes de esta asignatura. El pueblo argentino aprobó en un 94% este mandato, reflejado en las posteriores indagaciones públicas que se hicieron. Esto tampoco se le perdonó.
Estamos ante un acto injusto, uno de los tantos que se cometen en esta persecución creciente contra todo aquello que sea de Cristo. Hoy vienen a por esto y mañana vendrán a por otras cosas aún más entrañables a nosotros.
De la misma manera que sucedió en el pasado cuando se le quitó el nombre de Gustavo Martínez Zuviría a esta Hemeroteca, que luego fue repuesto por la decidida intervención de monseñor Héctor Aguer, no aceptamos este nuevo atropello y exigimos la reposición de su nombre. La obra y la figura de Hugo Wast son patrimonio de la cultura nacional y por lo tanto no es aceptable que ideologías o intereses sectarios circunstanciales decidan arbitrariamente sobre su destino en desmedro de millones de argentinos consubstanciados con sus ideas.
Esta carta se envía a los amigos de Hugo Wast para ponerlos prontamente al tanto de lo sucedido. En los próximos días el instituto efectuará una declaración oficial sobre este lamentable suceso. Alentamos a nuestros amigos, entre quienes abundan plumas prestigiosas y personalidades sobresalientes, a que manifiesten ante quienes consideren necesario su repudio a este acto inadmisible.
Pío Martínez Zuviría
Secretario
Presidente
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