sábado, 28 de abril de 2012

LAS MASCOTAS DEL REGIMEN

Menem: de capitoste a mascota en un solo viaje
Todo régimen posee sus figurones y capitostes, pero también sus personajes menores, tristes satélites de los primeros que les sirven de mascota, ni mas ni menos.  El camino para llegar a serlo suele ser diverso, a veces de figurón se pasa a mascota, pasando por un proceso de domesticación en donde el incauto mandón (ya predestinado por sus colegas) se desliza, mejor dicho, es deslizado por una rampa hecha con su propia estupidez hacia los abismos de la insignificancia, donde acabará sus días como ente servil.   “La domesticación realizase de cien maneras, tentando sus apetitos.  En los límites de la influencia oficial los medios de aclimatación se multiplican especialmente en los países apestados de funcionarismo.  Los pobres de carácter no resisten; ceden a esa hipnotización.  La pérdida de su dignidad iníciase cuando abren el ojo a la prebenda que estremece su estómago o nubla su vanidad, inclinándose ante las manos que hoy le otorgan el favor y mañana le manejarán la rienda” (José Ingenieros – “El hombre mediocre”).
Pero no cualquiera pasa de un extremo a otro; a veces la suerte, ciega y mezquina, corona a un descerebrado ambicioso en un lugar que ni en sus sueños mas alocados pensó estar, este ser de trapo es prontamente cooptado por sus  pícaros adláteres, ya sea embaucándolo con sus tramoyas, haciéndolo cómplice de sus latrocinios, conquistándolo cuál doncella o simplemente comprándolo; el objetivo pues es sencillo, estos personajes, de fama fugaz suelen ser muy aclamados por las muchedumbres no alcanzadas por el honor ni la piedad, por lo que el régimen con su habitual astucia se pone de su lado para no perder el negocio, o sea, sus suculentos e ilegítimos cargos y puestitos.  Paso seguido, de la ascensión, súbita y repentina de este desclasado se procede a su acomodo en las delicias del poder.  Desde ese mismo momento sus perversos titiriteros planean ya su derrumbe para convertirlo en una dócil mascota.  ¿Qué método usarán? Pues hay varios, pero el preferido es hacerle cometer un error o toma de decisión que lo enemiste con la plebe (recordemos que es lo único que tiene: el aplauso de las turbas).  Una vez que es despreciado por el pueblo, cierran filas contra él algunos, no todos, jefes del régimen, es ahí, en ese mismo momento en donde se halla a mitad de camino para convertirse en mascota.  No obstante lo reprochable de sus acciones y sus bramidos de bruto malo, el régimen lo mantiene ya que se ha convertido en un conveniente señuelo de la rabia popular, o sea, ya se convirtió en un pobre tonto que recibe los insultos y reprimendas a cambio de ser considerado como integrante del elenco oligárquico gubernamental.  Obviamente, él no se da cuenta y se cree a si mismo como el principal de todos, alguien muy astuto que “nunca pierde”, y en parte es cierto, porque estos mediocres nunca pierden, porque nunca ganan nada, sólo tienen arena entre sus garras que se escurre día a día.
Aunque no parezca, estos instrumentos de toda tiranía no sólo se conforman con satisfacerse, “las sombras viven con el anhelo de castrar a los caracteres firmes y decapitar a los pensadores alados, no perdonándoles el lujo de ser viriles o tener cerebro.  La falta de virilidades es elogiada como un refinamiento, lo mismo que en los caballos de paseo.  La ignorancia  parece una coquetería, como la duda elegante que inquieta a ciertos fanáticos sin ideales.  Los méritos conviértense  en contrabando peligroso, obligados a disculparse y ocultarse, como si ofendieran  por su sola existencia.  Cuando el hombre digno comienza a despertar recelos, el envilecimiento colectivo es grave; cuando la dignidad parece absurda y es cubierta de ridículo, la domesticación de los mediocres ha llegado a sus extremos.” (José Ingenieros, Ob. cit.)
            Al pasar el tiempo en ese estado, sucede que en algún momento el régimen es sacudido y en esa conmoción (que no es total y es controlada por ellos mismos) caen algunos personajes que ya eran considerados por el mismo como inservibles e indeseables, ahí se encuentra perfilada ya la mascota, es decir, ya estaría en un 80 % constituida.  Hecho esto, los maleantes que fungen de políticos lo esconden a designio para mostrar a la necia muchedumbre que han eliminado a los impresentables elementos.
            En la etapa final, y una vez colmada o apaciguada la conmoción, se reflota al triste desgraciado para consagrarlo como mascota, asignándosele tareas y maniobras inmorales y peligrosas (para el Bien Común) que las que ya realizaba este sujeto antes.  Ya como mascota, sólo rebuzna o brinca a gusto y orden de su amo, si a éste le place esta mascota puede ladrar cuando sea pertinente, pero sólo eso, pues es como un híbrido del reino animal, castrado genéticamente, y que será incapaz para realizar algún ataque pues sus características fisiológicas antedichas y su innata e irremediable cobardía se lo impiden.  Detestan lo que los supera y combaten lo que no comprenden, para ello son azuzados por sus mandantes, no hay que subestimarlos pues pueden llegar a ocasionar, a pesar de su intrascendencia, graves perjuicios a la sociedad que los padece, a veces, sin tomar conciencia de la magnitud de su maldad.
            Tenemos así a la mascota del régimen, quimera espantosa que como tal posee características de varios animales, como criatura fabulosa que es no puede reproducirse y sólo obedece a su amo y a sus instintos de bestia degradada y por último (y afortunadamente) son de existencia efímera, pues el régimen mismo no tarda en sacrificarla  en cuanto el daño encomendado a ésta es descubierto o simplemente dejan de alimentarla con odio e inmundicias, muriendo de inanición, incluso, algunas llegan a eliminarse a si mismas cuando se ven acorraladas por una mano justiciera o simplemente cuando son atormentadas por sus fantasmas y la culpa.
LUIS ASIS DAMASCO


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