Si
bien es cierto que hay grandes diferencias entre lo que fue Yugoslavia y la
República Argentina, son las similitudes en los hechos las que ocupan (y
preocupan) el presente caso.
En
cuanto a Yugoslavia podríamos decir que estaba destinada a desintegrarse algún
día, pero ello sucedió en un paulatino proceso de desmembramiento en lo que
eran divisiones político-administrativas (Repúblicas y provincias autónomas),
provocado por conflictos étnicos, religiosos y políticos.
Si
bien en la Argentina no hay cuestiones étnicas, por lo menos de la entidad y
proporción de ese país europeo, podemos apreciar cómo se llega a situaciones
similares en los hechos aunque por diferentes caminos y diverso origen. Ejemplo de ello serían los casos de aquéllos
gobernadores y/o intendentes que al tener una posición política opuesta o
diferente del gobierno central de turno ven peligrar la existencia misma de su
provincia y/o municipio o la estabilidad de sus instituciones al sufrir
represalias políticas como pueden ser desfinanciamiento, conflictividad creada
a medida, “carpetazos”, etc.
¿Podemos
negar acaso la eficacia disgregadora de prácticas demagógicas y de
condicionamiento politiquero arraigadas durante décadas? ¿acaso no somos
testigos de conflictos gravísimos de toda índole, muchos de ellos que cuestan
vidas, que cuando son analizadas a fondo su origen es meramente
“político”? Cuántos problemas de esta
acuciante realidad argentina se solucionarían si cada gobernante no se
comportara como “compadrito” siempre al salto para defender solo su orgullo
personal o su bolsillo!
Dichas
actitudes son una pésima combinación con un territorio tan extenso como el
nuestro. YA NOS PASÓ ANTES, el
Virreynato del Rio de la Plata “partido” en cuatro países; nuestro país,
designando como árbitro para solucionar conflictos limítrofes con Chile a Gran
Bretaña (potencia usurpadora de nuestras Malvinas, islas del Atlántico Sur y
espacios marítimos), fallando en nuestra contra; en otros casos de igual
índole, los límites con Paraguay y Brasil sometidos al arbitraje del presidente
de EE.UU. (Presidente Hayes y Cleveland respectivamente), siendo que dicho país
tuvo un rol importante en los acontecimientos previos a la usurpación británica
de nuestras islas en 1833, también falló en nuestra contra.
Se
sigue considerando prócer a “Domingo” Faustino Sarmiento; toda la vida de este
individuo ha sido una mentira, no se llamó Domingo (así lo llamaba su madre),
el mérito en la fundación de escuelas durante su presidencia es de su ministro
de educación Nicolás Avellaneda (luego presidente por el período 1874-80);
además de ser célebre por sus expresiones claramente antinacionales y racistas
contra los gauchos, los indios, los pobres, los enfermos; alentó la
disgregación territorial de TODA la
Patagonia durante su estadía en Chile, aprobó la ocupación inglesa de las
Malvinas por ser “útil a la civilización”; no fue casualidad que al Restaurador
Gral. Juan Manuel de Rosas quien fue el que mas luchó por consolidar el
territorio nacional (el único que cumplió el preámbulo antes de ser escrito)
haya sido objeto de escarnio y difamación durante décadas de nuestra
historia. Aunque parezca esta remisión
un desgastado revisionismo, todavía está la necesidad de recordar viejas
verdades que quedaron en el papel porque aún no han sido realizadas.
En
la Argentina del siglo XXI se sigue confundiendo la Nación, el Estado y el
Gobierno; que el Estado “esté presente” no implica un funcionariado de
advenedizos enriquecidos repartiendo prebendas y arriando voluntades, implica
control y cumplir y hacer cumplir la ley, o es común observar como un partido
encaramado en el poder se erige en un estado dentro del estado. El desquicio que provoca confundir aquéllos
conceptos necesariamente hace mella, tarde o temprano en la convicción cívica
del ciudadano de pertenencia comunitaria y obediencia a la autoridad y ahí es
cuando corre peligro “el plebiscito cotidiano”
como llamó Renán a la nación.
El
reciente cierre de la Administración Federal en EE.UU. por no tener presupuesto
aprobado, a nosotros, según nuestra mentalidad puede parecernos ridículo y
extraño por el país en que eso sucede; pero justamente porque el país del norte
en ese tema son serios y rigurosos saben que el estado requiere medios
materiales para funcionar, “no existe por sí solo” y porque no cabría hacerlo
funcionar si o si con fondos manejados a discreción justamente por carecer de
presupuesto. A nosotros nos
acostumbraron a creer que el estado siempre está ahí aunque esté fundido y
aunque su mas excelso instrumento, la ley, no se cumpla ni se haga cumplir, lo
que lleva al razonamiento de que da lo mismo si funciona o no, una manera sutil
de desmantelar el estado.
No
debemos creer que podemos seguir tentando a la desgracia sin sufrir las
consecuencias. Tenemos un territorio muy
extenso, insuficientemente habitado, la politiquería demagógica ha fomentado la
concentración de la población en pocos
distritos por cuestiones electorales; la provincia de La Rioja, tercer
provincia mas despoblada del país, posee una pista en Anillaco de 40 metros de
ancho y una extensión de 2.400 metros, lo que la convierte en más larga que la
pista del Aeroparque porteño, a 100 km de la capital provincial, sin una
finalidad concreta, pero que sin embargo reviste una situación estratégica (por
el momento no para nosotros): está a 450 km del océano Pacífico y en un lugar
escasamente habitado. Tiene las
características para ser potencialmente un punto de disgregación territorial.
En
cuanto a la zona del noreste y el litoral, éste último estuvo a punto de
convertirse en la “República de la Mesopotamia”; en cuanto al noreste,
especialmente toda la región del Chaco, Sarmiento soñó con establecer allí una
colonia norteamericana (abril de 1868: "Con
emigrados de California se formará en el Chaco una colonia norteamericana;
puede ser el origen de un territorio, y un día de un estado yanqui. Si
conservan su tipo cuidaré de que conserven también su lengua"),
“casualidad” o no, hubo intento del Comando Sur de construir instalaciones en
el aeropuerto de Resistencia con miras de ser “un centro de ayudas y emergencias humanitarias”
para casos de terremotos e inundaciones, monitoreando la geotermia y el caudal
de los ríos (http://www.perfil.com/ politica/-20120525-0016.html), aunque parecería que
finalmente dicho proyecto habría sido abandonado.
La
Patagonia, objeto de las mas alocadas, y no tanto, ambiciones, sólo subestimada
por Sarmiento para quien “no valía ni un barril de pólvora para defenderla”;
tiene hasta un rey en el exilio. En un
artículo publicado en Clarín el 09/0771996, el economista Rogelio Frigerio,
publicó un artículo titulado “Si no nos ocupamos de la Patagonia podemos
perderla”, en el cual dice, entre otras cosas:
“NO hay región del país que, como
la Patagonia, haya recogido tantas adhesiones verbales y tan pocas
realizaciones concretas.
Posee los
recursos naturales más variados e importantes y, sin embargo, no están
suficientemente aprovechados. Lo más triste es que, si movilizáramos sus
riquezas y arraigáramos poblaciones en su territorio, no sólo se beneficiarían
los patagónicos sino todo el país y, pese a ello, nada hacemos para lograrlo….
Si
nos obstinamos en el actual camino, la Patagonia seguirá en su penosa
situación, y se corre el riesgo de que, pese a la vocación nacional de los
patagónicos, las tendencias a la desintegración un día comiencen a aflorar.
La
presión económica y demográfica de Chile, el conflicto abierto en torno de
Malvinas y el hecho de un mundo con problemas de superpoblación, en un futuro
quizá no demasiado lejano, que pueda pensar un día en ocupar espacios vacíos,
debe hacernos reflexionar. El tema de la integración no es una mera abstracción
y hay que tomarlo con responsabilidad.
El hecho de que ciudadanos extranjeros,
sobretodo británicos, hayan adquirido miles de hectáreas, y hasta hayan
construido pistas de aterrizaje como lo hizo Joe Lewis en Puerto Lobos, Rio
Negro, teniendo el común denominador con la pista de Anillaco que la de la
Patagonia tampoco tiene “aparentemente” sentido, ya que hay aeropuertos cerca y
está construida en un lugar casi deshabitado, la pista de Lewis es de “2.100
metros, y un ancho de 30. La de Aeroparque es de igual longitud pero 40 de
ancho. Allí podrían aterrizar aviones de
combate de gran porte, tanto de las Fuerzas Aéreas del Comando Sur, como las
británicas”( http://www.malvinense.com.ar/ snacional/n0108/535.html).
Se
podrá apreciar que las circunstancias mencionadas no son inventos, sino que son
datos de la realidad analizados con sentido común y nacional.
“No estamos en condiciones de proteger los valores
culturales y espirituales de la Patria; no estamos en condiciones de proteger
el territorio; no estamos en condiciones de proteger las riquezas alimenticias,
energéticas y de interés geopolítico. Y tampoco estamos en condiciones de
defender a los habitantes; que ya comienzan a sentirse desprotegidos”...
¿Cuál es el primer objetivo?... Cambiar los valores
culturales y espirituales..” El segundo, cercenarnos y fragmentar nuestro
territorio. Esto es viejo; el General San Martín, cuando viniera a estas
tierras, trató de impedir el proyecto inglés de fragmentar los virreinatos
españoles, aspecto que no pudo concretar. Luego el Brigadier General Juan
Manuel de Rosas luchó para evitar el desmembramiento de la Confederación
Argentina ; no lo pudo hacer y se fue fragmentando y perdiendo provincias
argentinas”… Hoy, por otros medios, ese proyecto de fragmentación continúa…”.
(Coronel Mohamed Alí Seineldín, Fragmento
del Alegato ante la Cámara Federal, 1991)
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