Por Diana Johnstone
Un
humorista francés, Dieudonné M’Bala M ‘ Bala, y un gesto estudiantil que
popularizó en sus espectáculos, la llamada quenelle, están provocando
la tormenta perfecta. El estado, las organizaciones judías y los medios
de comunicación del hexágono señalan (y así se reproduce en todo el
mundo) que la quenelle y su promotor son la encarnación del
neonazismo populista. Ejemplo de esta tendencia que crecerá en pocas
semanas se puede observar en este artículo de ABC, derechista periódico
español. Huelga decir que El País supera incluso a su rival periodístico
en señalar el peligro Dieudonné. Cuando la unanimidad es
regla y el linchamiento mediático se hace rutinario, se antoja
necesario traducir un reciente artículo de la revista digital
Counterpunch donde la analista política residente en París, Diana
Johnstone, desmenuza las claves de este affaire más allá de la propaganda al uso.
En
tiempos de furia absoluta, cuando el poder se reviste de victimismo para
humillar a sus reales víctimas, nada más necesario que un poco de
lucidez.
La bestia negra del establishment francés
Los
principales medios de comunicación franceses, igual que sus políticos,
están comenzando el nuevo año con una resolución común para este 2014:
amordazar, en forma permanente, a un cómico franco-africano que está
llegando a ser muy popular entre los jóvenes.
Entre
Navidad y Año Nuevo, nada menos que el Presidente de la República,
François Hollande, mientras visitaba Arabia Saudita para cerrar (muy
grandes) negocios, dijo que su gobierno debe encontrar una manera de
prohibir la actuación del humorista Dieudonné M’Bala M ‘Bala, según lo
solicitado por el ministro francés de Interior, Manuel Valls.
El líder
del partido de la oposición conservadora, la UMP, Jean -François Copé,
de inmediato intervino con su “total apoyo” para silenciar al animador
inmanejable.
En el
coro unánime de medios , elsemanario Nouvel Observateur editorializó que
Dieudonné “ya está muerto”, varado, acabado. Los editores discuten
públicamente si es mejor táctica tratar de encarcelarlo por “incitación
al odio racial”, cancelar sus shows en función de una posible
“amenaza para el orden público” o presionar a los municipios mediante la
amenaza de cortar sus subsidios culturales si permiten realizarlos.
El
objetivo del jefe de la policía nacional, Manuel Valls está claro, pero
los poderes fácticos siguen buscando a tientas el método adecuado.
El cliché desdeñoso que se escucha repetidamente es que “nadie se ríe más con Dieudonné”.
En
realidad, lo opuesto es verdad. Y ese es el problema. En su reciente
gira por las ciudades francesas, varios vídeos muestran grandes teatros
rugiendo de risa ante su humorista favorito. Él ha popularizado un gesto
simple, que llama quenelle. Está siendo imitado por los jóvenes en toda Francia. Simple y obviamente significa “estamos hartos”.
Inventando
un pretexto para destruir a Dieudonné, las principales organizaciones
judías, el CRIF (Conseil des représentatif Instituciones Juives de
France , el AIPAC francés) y la LICRA (Ligue internationale contre le
Racisme et l’ antisémitisme, que goza de privilegios especiales en el
derecho francés) se sacaron de la manga la idea de catalogar a
Dieudonné y sus seguidores como “nazis” . La quenelle es un
demasiado obvio y vulgar gesto que significa algo así como “Hasta la
Madre”, con una mano colocada en la parte superior del otro brazo
apuntando hacia abajo para dar a entender “hasta dónde he llegado”.
Pero
según el CRIF y la LICRA, la quenelle es “un saludo nazi a la inversa”
(nunca puedes dejar de ser demasiado “vigilante” cuando buscas el Hitler
oculto).
Como
alguien ha señalado, un “saludo nazi a la inversa” podría considerarse
anti-nazi. Si, efectivamente, tenía algo que ver con “Heil Hitler”. Que
claramente no es el caso.
Pero los
medios de comunicación del mundo están tomando por cierta esta
afirmación, o cuando menos señalando que “algunos consideran la quenelle
como un saludo nazi a la inversa”. No importa que los que lo usan no
tengan ninguna duda sobre lo que significa: “a la mierda el sistema”.
Pero ¿hasta qué punto son el CRIF y la LICRA “el sistema”?
Francia necesita toda la risa que pueda conseguir
La
industria francesa está desapareciendo, con cierres de fábricas semana
tras semana. Los impuestos sobre los ciudadanos de bajos ingresos están
subiendo para salvar a los bancos y al euro. La desilusión con la Unión
Europea es cada vez mayor. Las normas de la UE excluyen cualquier
esfuerzo serio para mejorar la economía francesa. Mientras tanto, los
políticos de la izquierda y la derecha continúan sus discursos vacíos,
llenos de clichés sobre derechos humanos -en gran parte como
una excusa para ir a la guerra en el Medio Oriente o despotricar contra
China y Rusia. El índice de aprobación del presidente Hollande ha caído
al 15 %. Sin embargo la gente vota, recibiendo las mismas políticas
hechas en Estados Unidos.
¿Por qué
entonces los políticos gobernantes centran su ira sobre “el más
talentoso humorista de su generación” (como sus colegas reconocen,
incluso al denunciarlo)?
La
respuesta corta es, probablemente, que la creciente popularidad de
Dieudonné entre los jóvenes ilustra una brecha generacional en
crecimiento. Dieudonné ha convertido la risa en un ataque contra toda la
clase política. Esto ha dado lugar a un torrente de insultos y
juramentos sobre que sus shows serán cerrados, sus finanzas
arruinadas e incluso él será encarcelado. El insulto también conlleva un
marco de agresiones físicas en su contra. Hace unos días su asistente
Jacky Sigaux fue agredido físicamente a plena luz del día por varios
hombres enmascarados frente al ayuntamiento del distrito 19 – justo
enfrente del parque Buttes Chaumont. Ha presentado una denuncia.
¿Pero
cuánta protección puede esperar de un gobierno cuyo ministro del
Interior, Manuel Valls – a cargo de la policía – está comprometido a
buscar la manera de silenciar a Dieudonné?
La
historia es importante, pero es casi seguro que será mal reportada fuera
de Francia – tal y como se informó mal en el interior de Francia,
fuente de casi todos las noticias del extranjero. Con la traducción, se
agrega un poco de tergiversación y falsedad.
¿Por qué lo odian?
Dieudonné
M’Bala M’Bala nació en un suburbio de París hace casi 48 años. Su madre
era blanca, de Bretaña, su padre era africano, de Camerún. Esto debería
hacer de él un niño modelo del multiculturalismo que la
izquierda ideológicamente dominante pretende promover. Y durante la
primera parte de su carrera, haciendo equipo con su amigo judío, Elie
Simoun, no fue más que eso: en campaña contra el racismo, enfocando sus
críticas al Frente Nacional e incluso postulándose para un cargo en
contra de un candidato del FN en la ciudad dormitorio de Dreux , cien
kilómetros al oeste de París, donde vive. Al igual que los mejores
humoristas, Dieudonné siempre dirigió su humor hacía los acontecimientos
actuales, con una calidez y dignidad inusual en la profesión. Su
carrera floreció, tuvo su rol en el cine, fue invitado en la
televisión, se ramificó por su cuenta. Un gran observador, que sobresale
en imitaciones relativamente sutiles de diferentes tipos de
personalidades y grupos étnicos, desde africanos a chinos.
Hace diez años, el 1 de diciembre de 2003, como invitado a un programa de televisión llamado apropiadamente No se puede complacer a todos,
dedicado a temas de actualidad. Dieudonné apareció en el escenario
disfrazado de algo así como “un converso al extremismo sionista”
asesorando a otros para conseguir que “se unieran al Eje
americano-israelí del bien”. Esto sucedió durante el primer año del
asalto de EE.UU contra Irak, cuando la negativa de Francia a unirse
había llevado a Washington a rebautizar las llamadas “papas a la
francesa” (belgas en realidad) como “papas de la libertad”. Aquel ataque
relativamente leve contra el “eje del mal ” de George W. Bush parecía
acoplarse al estado de ánimo de aquellos tiempos. El sketch
terminó con un breve saludo, “Isra-heil”. Esto estaba lejos de ser el
estilo habitual de Dieudonné pero, sin embargo, el popular humorista
fue abrazado con entusiasmo por otros artistas , mientras que la
audiencia en el estudio le dio una ovación de pie.
Las
protestas no tardaron en llegar , sobre todo en relación con el último
gesto, visto como una comparación de Israel con la Alemania nazi.
“Antisemitismo” fue el grito, aunque el objetivo de su performance
era Israel (y Estados Unidos, como su aliado en Medio Oriente). Los
llamados para prohibir sus espectáculo, demandarlo y destruir su carrera
se multiplicaron. Dieudonné intentó justificar su sketch
diciendo que no iba dirigido contra los judíos como tales, pero a
diferencia de otros antes que él no se disculpó por un delito que no
creía haber cometido. ¿Por qué no protestaron los africanos de los
cuales se había burlado? ¿O los musulmanes? ¿O china? ¿Por qué una sola
comunidad reaccionaba con tanta furia ?
Así
comenzó una década de escalada. La LICRA comenzó una larga serie de
demandas en contra de él (“incitación al odio racial”), que en un primer
momento perdieron, pero la presión se mantuvo. En lugar de dar marcha
atrás, tras cada ataque Dieudonné fue más lejos en su crítica al
“sionismo”. Mientras tanto, Dieudonné fue excluido gradualmente de
cualquier programa televisivo y tratado como un paria por los medios
convencionales. Sólo la reciente profusión en internet de imágenes que
muestran a los jóvenes haciendo el signo de la quenelle movió al sistema a concluir que un ataque directo sería más efectivo que tratar de ignorarlo.
El trasfondo ideológico
Para
poder entender el significado de la historia de Dieudonné, es necesario
comprender el contexto ideológico. Por razones demasiado complejas de
mencionar aquí, la izquierda francesa – izquierda que una vez que se
centró principalmente en el bienestar de la clase trabajadora, sobre la
igualdad social, la oposición a la guerra de agresión y la libertad de
expresión – prácticamente ha colapsado. La derecha ha ganado la batalla
económica decisiva, con el triunfo de políticas que favorecen la
estabilidad monetaria y los intereses del capital internacional (el
“neoliberalismo”). Como premio de consolación, la izquierda goza de un
cierto predominio ideológico, basado en su lucha contra el racismo, el
nacionalismo y su devoción a la Unión Europea – incluso a la hipotética
Europa social que se pierde, día tras día, en el cementerio de
los sueños perdidos. De hecho, esta ideología se adapta perfectamente a
una globalización orientada a las necesidades del capital financiero
internacional.
En
ausencia de cualquier izquierda seria en el terreno socio-económico,
Francia se ha hundido en una especie de “política de la identidad”, que
tanto alaba el multiculturalismo como reacciona con vehemencia contra el comunitarismo,
es decir, sobre la afirmación que cualquier particularismo étnico es
inoportuno. Pero algunos particularismos étnicos son menos bienvenidos
que otros. El velo musulmán se prohibió primero en las escuelas y el
clamor para prohibirlo en la sociedad adulta siguen creciendo. El naqib y la burka, aunque sean raros, han sido legalmente prohibidos. Las disputas estallan sobre alimentos Halal
en las cafeterías y oraciones en la calle, mientras que los dibujos
animados regularmente satirizan el Islam. Más allá de lo que uno pueda
pensar al respecto, la lucha contra el comunitarismo es vista por
algunos como dirigida contra una comunidad en particular. Mientras
tanto, los líderes franceses dirigen el grito de guerra contra los
países musulmanes, de Libia a Siria, al tiempo que insisten en su
devoción a Israel.
Mientras
tanto, otra comunidad es objeto de constante mimo. En los últimos veinte
años , mientras que la fe religiosa y el compromiso político se han
reducido drásticamente, el Holocausto, llamado la Shoah en Francia, se ha convertido poco a poco en una especie de religión del Estado. Cada año las escuelas conmemoran la Shoah,
que domina cada vez más la conciencia histórica mientras ésta disminuye
en otras áreas como los estudios humanísticos . De todos los eventos
acaecidos en la larga historia de Francia, sólo uno está protegido por
la ley, y estamos hablando de la Shoah. La llamada Ley Gayssot
prohíbe cualquier cuestionamiento de la historia de la Shoah, una
injerencia sin precedentes contra la libertad de expresión. Por otra
parte, a algunas organizaciones como la LICRA se les concedió el
privilegio de demandar a los individuos sobre la base de “incitación al
odio racial” (de forma muy amplia y desigualmente interpretada), lo cual
incluye la posibilidad de cobrar daños y perjuicios en nombre de la
“comunidad de damnificados”. En la práctica , estas leyes se utilizan
principalmente para procesar a presuntos “antisemitas” o “negacionistas”
de la Shoah. A pesar de que con frecuencia estas demandas no
son aceptadas en los tribunales, constituyen actos de acoso e
intimidación. Francia es un extraño país donde el movimiento BDS
(boicot, desinversión, sanciones) contra las prácticas israelíes de
asentamientos en territorio palestino también puede ser considerado
“incitación al odio racial”.
La Liga
de Defensa Judía, muy proclive a la violencia, prohibida en Estados
Unidos e incluso en Israel, es conocida por romper escaparates de
librerías o golpear a personas aisladas, incluso de avanzada edad.
Cuando son identificados, el vuelo a Israel es una buena manera de
escapar. Las víctimas de la JDL no logran inspirar algo parecido a la
indignación pública masiva, habitual cuando un judío es víctima de
violencia gratuita. Mientras tanto, los políticos acuden a la cena anual
del CRIF con el mismo celo que en los Estados Unidos acuden a la cena
del AIPAC – no tanto por los fondos de campaña sino para demostrar sus
sentimientos correctos.
Francia
tiene la mayor población judía de Europa Occidental, que pudo escapar en
gran parte a la deportación durante la ocupación alemana, que trasladó a
los inmigrantes judíos hacia campos de concentración. Además de una
antigua y bien establecida población judía, hay muchos recién llegados
del norte de África. Todo esto se suma a una población exitosa y muy
dinámica, numerosos en las profesiones más populares y visibles
(periodismo, show business, así como la ciencia y la medicina entre otros).
De todos
los partidos franceses, el Partido Socialista (sobre todo vía el Partido
Laborista israelí de Shimon Peres, presente en la Internacional
Socialista), tiene históricamente los más estrechos lazos con Israel. En
la década de 1950, cuando Francia estaba luchando contra el movimiento
de liberación nacional de Argelia, el gobierno francés (a través de
Peres ) contribuyó al proyecto israelí de construcción de armas
nucleares. Hoy no es el Partido Laborista el que gobierna Israel, pero
sí la extrema derecha. En un reciente y agradable viaje, Hollande le
demostró a Benjamin Netanyahu que el giro a la derecha en la política en
Israel no ha tensado para nada las relaciones -que parecen más cercanas
que nunca.
Sin
embargo, esta comunidad judía es muy pequeña en comparación con el gran
número de inmigrantes árabes del norte de África o inmigrantes negros de
las antiguas colonias francesas en África. Hace varios años, un
intelectual del Partido Socialista, Pascal Boniface, advirtió con
cautela a los líderes de su partido que tan fuerte sesgo a favor de la
comunidad judía podría eventualmente causar problemas electorales. Esta
declaración, escrita en un documento de evaluación política, causó un
alboroto que casi le costó su carrera.
Pero el hecho es que no es difícil para los franceses de origen árabe o africano sentir que el comunitarismo que realmente tiene influencia es el de la comunidad judía.
Los usos políticos del Holocausto
Norman
Finkelstein demostró hace algún tiempo que el Holocausto puede ser
explotado para propósitos menos nobles: como estafar fondos de los
bancos suizos. Sin embargo, en Francia la situación es muy diferente.
Sin duda, los recordatorios constantes de la Shoah sirven como
una especie de protección para Israel ante la hostilidad suscitada por
su trato a los palestinos. Pero la religión del Holocausto tiene otro
impacto, más profundamente político, sin relación directa con el destino
de los judíos.
Por sobre
todas las cosas, Auschwitz se ha interpretado como el símbolo de la
senda adonde lleva el nacionalismo. La referencia a Auschwitz sirve para
dar mala conciencia a Europa, y en particular a los franceses, al
considerar que su papel relativamente pequeño en la materia fue el
resultado de la derrota militar y la ocupación por la Alemania nazi.
Bernard-Henri Lévy, el escritor cuya influencia ha crecido hasta
proporciones grotescas en los últimos años (llevó al presidente Sarkozy a
la guerra contra Libia) , comenzó su carrera como ideólogo al afirmar
que “el fascismo” es la ” ideología francesa” genuina. La culpa, la
culpa, la culpa. Mediante la colocación de Auschwitz como el evento más
importante de la historia reciente, varios escritores y oradores
justifican por defecto el creciente poder de la Unión Europea como el
reemplazo necesario para las inherentemente “malas” naciones de Europa.
¡Nunca más Auschwitz! Disolved los estados-nación en una burocracia
técnica, libre de la influencia emocional de los ciudadanos que podrían
votar de forma incorrecta. ¿Se siente usted francés? ¿O alemán? Usted
debe sentirse culpable por ello, debido a Auschwitz.
Los
europeos son cada vez menos entusiastas acerca de la UE, ya que arruina
sus economías y los priva de todo poder democrático sobre la economía.
Pueden votar sobre el matrimonio gay pero no pueden hacerlo para apoyar
alguna medida keynesiana y mucho mucho menos socialista. Sin embargo, la
culpa sobre el pasado se supone que los mantiene leales al sueño
europeo .
Los fans
de Dieudonné, a juzgar por las fotografías, parecen ser hombres,
jóvenes en particular, no tantas mujeres, gentes que en su mayoría
oscilan entre los veinte y treinta años de edad. Nacieron dos
generaciones después del final de la Segunda Guerra Mundial. Se han
pasado sus vidas escuchando sobre la Shoah. Más de 300 escuelas
de París llevan una placa conmemorativa de la trágica suerte de los
niños judíos deportados a campos de concentración nazis . ¿Cuál puede
ser el efecto de todo esto? Para muchos de los que nacieron mucho
después de aquellos terribles acontecimientos, parece que todo el mundo
debería sentirse culpable – si no por lo que no hicieron, por lo que
supuestamente podrían hacer si tuvieran la oportunidad.
Cuando Dieudonné transformó una vieja canción “tropical” semiracista , Chaud Cacao, en Shoah Ananas, la melodía fue replicada en masa por los fans de Dieudonné. Me atrevo a pensar que no se están burlando de la Shoah
real , sino más bien del constante recordatorio de un asunto sobre el
cual se supone deberían sentirse culpables, insignificantes y desolados.
Gran parte de esta generación está harta de escuchar sobre el período
1933-1945, mientras que su propio futuro se desvanece.
Nadie sabe cuándo poner un alto
El domingo pasado, un jugador de fútbol famoso de origen afrobelga, Nicolas Anelka, que juega en el Reino Unido, hizo una quenelle
tras marcar un gol – en solidaridad con su amigo Dieudonné M’Bala
M’Bala. Con este gesto simple y básicamente insignificante, el alboroto
se elevó a nuevas alturas. Meyer Habib, representante de los franceses de Ultramar en el parlamento francés -unos 4.000 israelíes de origen francés, tuiteó el lunes: “¡La quenelle
de Anelka es intolerable! Voy a presentar un proyecto de ley para
castigar este nuevo saludo nazi practicado por los antisemitas”.
Francia ha adoptado leyes para castigar el antisemitismo. El
resultado es contraproducente. Tales medidas sólo tienden a confirmar
la vieja idea de que “los judíos gobiernan el país”, y contribuyen a un
creciente antisemitismo. Cuando la juventud francesa observa ese intento
franco-israelí de prohibir un simple gesto y contempla a la comunidad
judía moviéndose para prohibir a su humorista favorito, queda claro que
el antisemitismo sólo puede crecer aún más rápidamente.Sin embargo, en
esta escalada, la relación de fuerzas es muy desigual. Un humorista
tiene como armas sus palabras y sus fans, que pueden desaparecer cuando
las cosas se pongan rudas. Por otro lado está la ideología dominante y
el poder del Estado. En este tipo de enfrentamiento, la paz civil
depende de la sabiduría de los que tienen más poder para mostrar
moderación. Si ellos no lo hacen, esto va a ser un juego sin ganadores.
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3 comentarios:
No sorprende que esto pase en Francia, el país de donde proviene la satánica revolución que impuso el liberalismo.
Excelente artículo
Es destacable que un hombre negro haya generado esta conmoción tan maravillosa. Dios obra de maneras inesperadas. Esto va para los skinheads, nazis y "niños alemanes locos" de toda índole. La verdad histórica trasciende fronteras y razas y se eleva por sobre todas las conciencias. El cuestionamiento de los dogmas impuestos por la historiografía oficial dará como resultado un ciudadano libre y feliz que ya no sentirá culpas usufructuadas por aquellos que viven del victimismo...
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