VISTA AÉREA DE LA TOMA DE TIERRAS EN MERLO APOYADA POR DELINCUENTES Y PUNTEROS |
A la salud, la seguridad y la educación se suma un problema de
fundamental importancia, del cual el Estado no puede desentenderse: la
vivienda.
Es una cuestión compleja, como las demás, pero que
tiene un fondo macabro en manos de la oligarquía política. En estas
horas estamos viendo una vez más a centenares de familias desesperadas
tras cuatro maderas o chapas que les aseguren un sitio donde vivir.
Allí, manoseados por políticos,
ideólogos y mafiosos, va un grueso de gente extremadamente humilde, en
la mayoría de los casos con una indigencia cultural que se aprecia a
primera vista. Indigencia que tiene nuevamente el mismo responsable: la
oligarquía política. Aquella que los mantuvo a “raya”, que no les brindó
educación, pues no sirve que piensen sino que voten y obedezcan;
aquella que los llenó de planes para sacarles la maldita costumbre de
los pobres viejos: la del trabajo. Los planes que tanta ayuda pueden
significar en hogares esforzados, aquí han sido utilizados en desmedro
de la elemental dignidad de nuestros compatriotas. Todo lo ha
conseguido esa oligarquía política, ese régimen que funciona en base a
esta máquina siniestra.
El
grueso de esa gente, a quienes los liberales consideran como enemigos
(hace poco un imbécil sostenía que no debía ayudarse a los “inundados”
pues votarían a Scioli: ¿es que fueron subalimentados, enviciados,
pauperizados para poder estructurar un criterio realista y analítico?)
son pobres víctimas de este siniestro sistema. Sacando las frutas
podridas, narcos o delincuentes comunes, serán muchos los que aún en su
indigente condición elegirían trabajar y poder tener su vivienda digna.
El problema habitacional es real. Y tiene en sí mismo un siniestro fondo
que afecta aún a las clases medias.
En efecto, a las prioridades urgentes de un país en llamas como el nuestro, la cuestión de la vivienda se suma en primer orden. El régimen político sólo lo ha utilizado como fusible de clientelismo pero algún día, cuando gobiernen los patriotas, deberá quebrarse esta moderna esclavitud. El hombre no puede pasar sus días sobre la tierra de su comunidad esclavizado por no poder o no tener, o bien pagar durante tres o cuatro décadas las cuatro paredes que le sirven de hogar. He aquí lo siniestro. Tarea política que el nacionalismo debe tener entre sus cinco banderas principales: ningún argentino sin vivienda, ningún argentino esclavizado para pagar de por vida cuatro paredes donde construir el núcleo fundamental de la sociedad.
Hernán M. Capizzano
En efecto, a las prioridades urgentes de un país en llamas como el nuestro, la cuestión de la vivienda se suma en primer orden. El régimen político sólo lo ha utilizado como fusible de clientelismo pero algún día, cuando gobiernen los patriotas, deberá quebrarse esta moderna esclavitud. El hombre no puede pasar sus días sobre la tierra de su comunidad esclavizado por no poder o no tener, o bien pagar durante tres o cuatro décadas las cuatro paredes que le sirven de hogar. He aquí lo siniestro. Tarea política que el nacionalismo debe tener entre sus cinco banderas principales: ningún argentino sin vivienda, ningún argentino esclavizado para pagar de por vida cuatro paredes donde construir el núcleo fundamental de la sociedad.
Hernán M. Capizzano
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