Somos
un país de bandidos nos preguntamos en el titulo. Y todo parece decir
que sí porque, según las últimas y sucesivas elecciones (las primarias
abiertas, las a presidente y el ballotage), mostraron a las claras que
al menos en el dominio de la política somos una sociedad dividida en
dos. Parece ser que somos dos bandos. Ayer nomás Macri llegó a
presidente por solo tres puntos en el porcentaje de votos; 51 y pico a
48 y pico por ciento.
También
es cierto que luego de doce años de gobierno de los Kirchner el pueblo
votó por hartazgo en contra de su postulante a sucederlo.
Pero
no fue por tanto, lo cual muestra que la tarea de los tres gobiernos
sucesivos de los Kirchner (marido y mujer) fue en la conciencia popular
argentina demoledora. Lograron venderle, gato por liebre a la conciencia
masiva del pueblo argentino pobre, que ellos representaban la
liberación nacional. Cuando en realidad todo el gobierno de doce años no
fue otra cosa que la entrega de los recursos del país el imperialismo
internacional del dinero. Y a los grupos concentrados de nuestra
economía. Y sino que lo digan los Elztain, los Ezkenazi, los Werthein,
los Mindlin, e tutti quanti.
Nunca
en la breve historia de doscientos años de la República Argentina
tuvimos un gobierno más corrupto que el del matrimonio austral. Esta
corrupción termina coronando a Cristina Kirchner como la mujer más rica
de la Argentina y, probablemente, una de las más ricas del mundo.
Es
que su marido inventó a partir del 2003, cuando asumió como presidente,
solo con el 22% de los votos, la corrupción estructural que vino a
reemplazar a la corrupción circunstancial. Nos explicamos. La corrupción
circunstancial es, se hace un negocio y se cobra “coima” (cohecho). La
corrupción estructural exige y solicita la participación en las empresas
“coimeadas”.
Así
los Kirchner terminaron siendo socios de todas las grandes empresas y
miembros de lo que ellos mismos demonizaban: los grupos concentrados de
la economía.
Las
tres fuentes tradicionales de poder en Argentina: Iglesia, Ejercito y
Sindicatos fueron reemplazados respectivamente por el laicismo
progresista de corte hebreo, por los medios de comunicación (acumularon
29 adictos entre TV, radios y diarios) y por las organizaciones sociales
(piqueteros, madres, etc.)
Cómo
desarmar todo este entramado social que tiene además un andamiaje de
cientos de justificativos morales para existir. “El relato” kirchnerista
se encargó de justificar moralmente lo injustificable. Hay once
millones y medio de planes sociales muchos de los cuales son utilizados
como cajas políticas o de enriquecimiento personal. Hay casi tres
millones de empleados públicos que no pueden justificar su trabajo ni su
sueldo. Hay jubilaciones de privilegio que sobrepasan los $150.000
mensuales, cuando la media es de $ 6.700.
Por
otra parte, Macri no es un nene de pecho ni un inocente comerciante. Es
hijo de Franco Macri uno de los más corruptos empresarios extranjeros
que amasó su enorme fortuna gracias a los negocios y negociados con el
Estado argentino. Que cuando vislumbró que no había más leche en la teta
del Estado, se mudó al Brasil.
Es
decir que Macri conoce, desde naranjo y muy bien, cómo hacen, los
sátrapas, para robarle al Estado. Y esperemos, entonces, que como cabeza
de gobierno actúe con los miles de ladrones, como cuña del mismo palo, y
los desaloje de las arcas, prebendas y canonjías que usufructuaron
durante doce largos años.
Qué utilice la facultad presidencial de declarar apátrida a aquellos que no devuelvan lo robado.
Sabemos
que él no va a leer esto, pero el presidente tiene todas las facultades
como echar a todos los ñoquis del Estado, poner a disposición del poder
ejecutivo de un plumazo a todos los ladrones de los dineros públicos,
anular todos los subsidios mal otorgados y sanear, al menos en 48 hs.,
las casi inexistentes arcas del Estado viciadas por el kirchnerismo.
El
primer combate es contra la corrupción instalada en todos los aparatos
del Estado (nacional, provincial y municipal). Y eso lo puede hacer en
las primeras 48 hs. Puede y tiene que poner a disposición del poder
ejecutivo a los últimos cinco ministros, secretarios, subsecretarios,
directores y subdirectores de cada área para que rindan cuentas ante un
tribunal ad hoc de toda su gestión.
En
cuanto a otros dos tipos de corrupción “la circunstancial”(de Menem y
tantos otros) y la “estructural”(inventada por N. Kirchner) son de
mucho más difícil combate pues las dos están arraigadas en la conciencia
moral del hombre malvado. Y esto es ya un problema ético filosófico de
profundidad.
Existe
una firme denuncia de fraude según la cual los votos en blanco fueron
computados para el oficialismo. Esto se ventilará con el escrutinio
definitivo, vaya a saber cuándo.
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