viernes, 10 de abril de 2009

POZO DE VARGAS


La batalla de la Argentina proscripta


La batalla del Pozo de Vargas fue librada el 10 de abril de 1867; se enfrentó el Ejército Nacional al mando de Antonio Taboada y los montoneros al mando de José Felipe Varela.

“Los montoneros eran gauchos de poncho, vincha y lanza y chiripá; idealistas y románticos, que luchaban ardientemente en el interior del país contra el poder avasallador de Buenos Aires. Los montoneros constituían así la voz misma de la tierra, que se levantaba en rebeldía en defensa de las autonomías y de los derechos de las provincias. Por estos ideales de libertad, lucharon sin desmayo los célebres montoneros riojanos Juan Facundo Quiroga, Angel Vicente Peñaloza, José Felipe Varela y Severo Chumbita, entre otros. La historia algún día, calmada la borrasca de las pasiones y de los odios, ha de recobrar la memoria de estos caudillos, cuyas vidas fueron truncadas por crímenes o persecuciones políticas, que los argentinos nunca olvidarán. Allí está flotando en permanente evocación, el recuerdo de Manuel Dorrego, Juan Facundo Quiroga, Angel Vicente Peñaloza y de otros más de menor gravitación popular, que fueron injustamente muertos por el solo hecho de defender, a sable y lanza, el federalismo, contra el poder absolutista de Buenos Aires, que quería “copar” sus posiciones provinciales.” (Fermín Anzalaz, Los montoneros en Pozo de Vargas – Ediciones Biblos, 1969)

Esta batalla debe analizarse y comprenderse en el contexto espacial y temporal en el que se desarrolló. En el año de 1862, el General Bartolomé Mitre asume el gobierno nacional mediante el primer golpe de estado desde la sanción de la Constitución en 1853, luego de la batalla de Pavón. Asume posteriormente como presidente para el período 1862-1868, durante el cual se llevó a cabo la “guerra de policía” contra las montoneras, embestida dirigida por Sarmiento.

En permanente estado de exaltación se hallaban en ese entonces los pueblos del interior; luego de la batalla de Caseros (1852) volvió a reinar la anarquía; el vacío de poder que había dejado el Restaurador Juan Manuel de Rosas presentaba una buena oportunidad para el extranjero ávido de subyugarnos, y para que tiranos de pies de barro se hicieran con el poder. La política de Mitre de PATRIA CHICA y ANTINACIONAL, convierte a la Argentina en instrumento de Pedro II (Emperador del Brasil) títere a su vez de Inglaterra; realiza una política de represión y exterminio contra el interior y su gobierno se aisló del resto de Hispanoamérica pues “la República Argentina está identificada con la Europa hasta lo más que es posible” según Don Bartolo.

He aquí la CAUSA del EFECTO, constituido por los levantamientos montoneros.

En esa década funesta del 60 del siglo XIX, la América sufre un despertar de España, que quiso recuperar su influencia (sobretodo en países del océano Pacífico, como Chile, Ecuador, Perú y Bolivia, ya que éste océano los conectaba con otro dominio español: las Filipinas).

España apoya a Francia a instalar al Príncipe Maximiliano de Habsburgo bajo la protección de Napoleón III. En Callao, el Almirante Pinzón exige el pago de una idemnización por la independencia del Perú, al negársele, la escuadra española ocupa la isla de Chinchas rica en guano (fertilizante altamente cotizado, que Europa necesitaba con premura para su agricultura en auge); el conflicto finaliza con el tratado Vivanco—Pareja (1865), mediante el que cual España desocupaba la isla a cambio de 12 millones de pesos como idemnización por su independencia y 3 millones más para sufragar los gastos en que había incurrido la escuadra para cobrar. Esta afrenta provoca la justa y sabia indignación del Pueblo peruano que destituye al presidente Prezet, se denuncia el tratado y se declara la guerra a España.

El agresor no conforme avanzaría hacia Valparaíso, Chile, repitiendo los hechos pero con las riquezas salitreras y bombardeando la ciudad. Esto provoca la declaración de guerra de este país, sumada a la de Perú, Ecuador y también Bolivia, pues a esos años era estado ribereño (pierde su salida al mar luego de la guerra del Pacífico, 1879-1883).

El gobierno de Mitre dejó solos a los hermanos agredidos, ocupado en aniquilar a los hermanos paraguayos en la sangrienta y ominosa guerra de la Triple Alianza (1865-1870). Acontecimiento que decide a Felipe Varela a terminar su exilio en Chile y retornar a emprender la resistencia, de cariz americanista y federal.

Así los hechos, nace en Buenos Aires la Sociedad Unión Americana, en solidaridad con los países agredidos. La vieja disyuntiva de siempre: PATRIA GRANDE (Naciones Hispanoamericanas confederadas en unidad de Ser y de Destino) – PATRIA CHICA (Naciones Hispanoamericanas divididas y subdivididas en débiles “republiquetas” bajo la férula política, económica, financiera y cultural de las primeras potencias), SER O NO SER.

Por iniciativa del General Melgarejo, presidente de Bolivia, se convoca el Gran Congreso Americano, Mitre rechaza la invitación, igual que Rivadavia en 1826 cuando el Congreso Panamericano organizado por Simón Bolivar.

En cuanto a la situación internacional, comenzaba a gestarse lentamente las causas de la primera guerra mundial, el frágil equilibrio pactado en Viena en 1815 comenzaba a derrumbarse, como sucede con todos las transacciones de potencias imperiales que intentan detener la historia, que creen en la necia y ridícula posibilidad de detener las escurridizas arenas del tiempo con fastuosos y solemnes acuerdos, que posteriormente ellas mismas se encargan de burlar pero que el resto del mundo debe tolerar, a expensas de la apropiación de sus riquezas, el saqueo de sus tesoros, la destrucción de su cultura (lengua, arte y religión) y el empobrecimiento, pauperización y desmoralización de sus pueblos. Es por ello que la República Argentina en la persona del Presidente Hipólito Yrigoyen se negó a caer en la trampa de la Liga de las Naciones fruto del Tratado de Versailles en 1919 posterior a la primera guerra mundial. Debemos aprender la lección histórica de los hermanos peruanos cuando denunciaron el vergonzoso tratado Vivanco—Pareja, y denunciar nosotros, por ejemplo, los Acuerdos Anglo--Argentinos de Londres y de Madrid de 1990, ratificados por Ley 24.184 y el de Protección de Inversiones con EE. UU. (Ley 24.124); en ambos cede el Estado Argentino atributos inalienables de soberanía.

Envio de Luis Framcisco Asis Damasco

Red Patriótica (La Rioja)

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