martes, 16 de marzo de 2010

PARA TENER EN CUENTA


"...las nociones freudianas de felicidad y libertad son eminentemente críticas, en cuanto que son materialistas y protestan contra la espiritualización del deseo."

HERBERT MARCUSE


Comprender la genealogía de la revolución moral y sexual que viene gestándose en el mundo occidental desde la segunda mitad del siglo XX, implica reconocer la gigantesa conspiración de la que es víctima nuestra civilización desde la decisiva victoria de los poderes plutocráticos en 1945. A partir de esta fecha, no es difícil observar una progresiva incursión ideológica en las esferas más privadas del individuo por parte de toda una serie de "agitadores pseudointelectuales" que fueron convenientemente financiados por los grandes magnates del Dinero, demostrando una vez más que detrás de las palabras "liberalismo" y "democracia" se esconden los poderes fácticos que se encargan de crear, promover y consumar los conflictos sociales necesarios para desestabilizar los principios del organismo que pretenden destruir.
La llamada "revolución sexual" y los diversos movimientos contraculturales (que comprenden desde el feminismo y el nihilismo hippie hasta el misticismo de la New Age) revelan un panorama desolador en el que la intensiva propaganda sobre disparatadas tendencias filosóficas o políticas casi siempre termina generando un clima de convulsión social que puede llegar a paralizar una nación o incluso un continente entero. Tal fue el caso de la "revolución de mayo del 68", donde Francia se vio envuelta en un torbellino de continuas revueltas estudiantiles bajo el prisma de una situación laboral en la que más del 50% de los trabajadores no campesinos se hallaba en huelga.
Pero es necesario indagar en los orígenes de esta especie de "suicidio cultural" para obtener una imagen clara y precisa de la grave crisis que atraviesa Occidente en estos delicados momentos.Fundado en 1929, el Instituto para la Investigación Social, posteriormente rebautizado con el célebre nombre de la Escuela de Frankfurt, fue sin duda la escuela filosófica que más influyó en el pensamiento postmoderno del que son deudoras las corrientes revolucionarias de los años 60. Su fundador, el neomarxista húngaro Georg Lukacs, no ocultó que el cometido principal de esta escuela era provocar cambios sociales a escala masiva.
A mediados de los años 30 la Escuela de Frankfurt halló en Estados Unidos el escenario idóneo para desarrollar su particular agenda ideológica; tras un breve período de participación en diversos medios de comunicación, pronto sus integrantes comprendieron la necesidad de promocionar sus doctrinas filosóficas infiltrándose en el sistema educativo norteamericano. En la década de los 60 la presencia de la Escuela de Frankfurt en las principales universidades del país era ya casi hegemónica, y en poco tiempo sus postulados antropológicos y sociológicos se convirtieron en dogmas de fe para la nueva generación de estudiantes que no tardaría en respaldar el proyecto político de Kennedy y la ampliación de los Derechos Civiles de la mano de Martin L. King.
En general, el objetivo de la Escuela de Frankfurt era ofrecer un nuevo replanteamiento de las teorías de Marx y Freud a la luz de la crítica hacia las modernas sociedades industrializadas del siglo XX, incidiendo en la complejidad del "sistema de dominación" organizado por el "capitalismo", así como en su capacidad para "reprimir" la dimensión instintiva del hombre hasta transformarlo en mero "instrumento de trabajo" a través de la "racionalidad tecnológica" y la constante "enajenación" de su personalidad.
Entre los autores que representaron un papel protagónico en las revueltas del año 68 descolla la figura del archiconocido Herbert Marcuse, filósofo que escribió hacia la década de los 50 una de las obras más laureadas de la Escuela de Frankfurt: "Eros y Civilización". En este libro Marcuse especula con la posibilidad de crear una "civilización no represiva", corrigiendo la pesimista opinión de Freud, para quien la restricción de los instintos sexuales era un hecho constitutivo de toda civilización. Marcuse expone en este ensayo que la sociedad contemporánea puede liberarse del "sistema represivo capitalista" mediante la creación de una "razón libidinal" que impida "la desviación de la líbido hacia actividades culturalmente útiles". Pero aun más inquietante es la circunstancia de que el propio autor reconoce sin tapujos que:

"Este cambio en el valor y el panorama de las relaciones libidinales llevaría a una desintegración de las instituciones en las que las relaciones privadas interpersonales han sido organizadas, particularmente la familia monogámica patriarcal."

El ataque a la institución familiar salta a la vista, toda vez que el propio Marcuse simpatizó con las ideas del psiquiatra vienés Wilhelm Reich, el cual aseveró en su obra "La Revolución Sexual" que la familia no era más que un dispositivo represivo impuesto por el capitalismo para dominar y adoctrinar a los hijos desde su más tierna infancia. Sin embargo, esta postura "anti-familia" no debería extrañarnos del marxismo-freudianismo, ideología que continúa desarrollando la monumental falacia que considera a los instintos sexuales degenerados como "la libido del hombre", (ya que para los seguidores del psicoanálisis las pulsiones sexuales están orientadas por el hedonista principio del placer corporal), mientras que los instintos sanos que reclaman una mayor disciplina en el trabajo y en la vida son considerados por ellos como "trastornos neuróticos".
Es innegable que los precursores de los movimientos contraculturales han encontrado sus valedores en los grandes magnates plutocráticos (buena parte de las obras de la Escuela de Frankfurt fueron sufragadas por la Fundación Rockefeller) y en esos centros neurálgicos del actual Sistema que son las universidades de todo Occidente, las cuales son las encargadas de preparar a los ejércitos de funcionarios que administrarán -y controlarán- nuestro más inmediato futuro. ¿No es reconocible la siniestra mano del Falseador de la Cultura en todas estas tendencias encaminadas a la desintegración de los valores que otrora forjaron la civilización más poderosa del planeta?.
FOTO:La Escuela de Frankfurt, el primer equipo de la cultura progre.
http://lamaldiciondespengler.blogspot.com/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La idea de crear una Escuela de Investigación Social en Francfort nace en 1922 y proviene de un joven millonario germano, nacido en Argentina: Félix J. Weil. Su padre arribó a la Argentina en 1890acumulando una inmensa fortuna con la exportación de granos a Europa. El joven Weil, nacido en Bs.As. en 1898, fue enviado a estudiar a Francfort y se doctoró en Ciencias Políticas. Luego, su padre financió esta escuela de investigación social en forma independiente de la Universidad oficial y se contrató toda una elite de pensadores... marxistas por supuesto.
Rosalía

Anónimo dijo...

VIDEO DOCUMENTAL SOBRE LA HISTORIA DEL A ESCUELA DE FRANKFURT
https://www.youtube.com/watch?v=s_hkYG3MtQw