Por Luis F. Calviño y Víctor E. Lapegna
Desde que accedieron al gobierno nacional en el 2003 y hasta hoy, con lógica de usureros y sin sujetarse a principio o escrúpulo alguno, Néstor y Cristina Kirchner (a partir de aquí “los K”) usaron el poder político que detentan para acumular riquezas para sí y un pequeño núcleo de testaferros y asociados y buscan perpetuarse en el gobierno dividiendo al pueblo en fracciones enfrentadas, debilitando sus organizaciones y comprando o doblegando las voluntades políticas, mediante el ejercicio de un control centralizado y despótico de los recursos públicos. Los K y su banda de cómplices se convirtieron en el fuerte grupo económico que son hoy, merced a que tomaron el control de negocios en la banca y el petróleo (entre otros, a través de los Eskenazi), la pesca y el juego (mediante Cristóbal López), la construcción y las obras públicas (t ambién entre otros, Electroingeniería), las aerolíneas (tras el fracaso de Southern Winds, ahora buscan poner pie en Aerolíneas Argentinas y Austral) y ahora van por los agronegocios y los medios de comunicación, intención que es una de las causas de sus conflictos con la Argentina interior y el multimedios Clarín. Cabe sospechar que a la rentabilidad lícita que les reportan algunos de esos negocios (el juego, las líneas aéreas, la pesca y la banca), se suman beneficios obtenidos por facilitar otros negocios que no son lícitos. La innovación de los K fue el uso del poder político para acumular riquezas para sí, ya no tanto ni sólo cobrando “coimas” a empresarios privados a c am bio de otorgarles “favores” indebidos (aunque también hacen eso según lo muestran los ejemplos paradigmáticos de Skanska o del tren bala y Alstom), sino apropiándose de empresas a través de testaferros. En otros términos, el negocio principal ya no consiste en cobrar una coima de Repsol por la privatización de YPF (proyecto que en su momento fue expuesto y defendido en la Cámara de Diputados por Oscar Parrilli, actual secretario general de la Presidencia y que apoyaron con entusiasmo el entonces gobernador Néstor Kirchner y la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner, vale recordarlo), sino en quedarse con las acciones de Repsol YPF a través de prestanombres.
La Lógica Usurera de los K
La lógica genérica del usurero, que trasciende circunstancias de tiempo y lugar, fue descripta por el genio de Willi am Shakespeare a través de su Shylock de “El Mercader de Venecia”, personaje que inspiró a nuestro Agustín Cuzzani que, aunque lejos del genio de Shakespeare, con su obra “Una libra de carne” buscó traer a nuestro ámbito el tema de la usura; esas piezas teatrales cobran actualidad si se las vincula al poder político que rige en la Argentina desde diciembre, que podría definirse con una consigna setentista modificada que dijera: “Cristina al gobierno, Skylock al poder”.
Afirmar que el proceso de formación del grupo económico de los K estuvo y está regido por una lógica de usureros no es un juicio de valor sino un juicio de realidad, que parte de reconocer el procedimiento de acumulación originaria de riquezas seguido en Santa Cruz por la pareja gobernante.
El enriquecimiento del usurero no es asimilable a la acumulación de ganancias de cualquier empresario dedicado a la producción de bienes o servicios, al comercio o a las finanzas, cuya actuación se ajuste a las normas de la economía capitalista que aunque no son un modelo de virtudes en general y menos aún en su sui generis versión argentina, no se compadecen con el comportamiento usurario, que no en vano está tipificado como delictivo en el Código Penal. Sucede que el usurero abusa del estado de debilidad e indefensión del deudor, busca someterlo a un estado de servidumbre y tiende a procurar el cobro apropiándose de la garantía, lo que lo diferencia del banquero que busca saldar sus créditos percibiendo el pago del capital y el interés en los términos acordados, sin tener que apelar a la ejecución de la garantía. Es sabido que gran parte de los importantes bienes personales que los K tienen declarados, los obtuvieron en Santa Cruz durante los años de la última dictadura, actuando como abogados ejecutores de deudores morosos, sea de créditos hipotecarios regidos por la Circular 1050 del Banco Central (cuyas disposiciones normativas se encuadraban en la figura penal de la usura) o de otros tipos de créditos dados por financieras, también en condiciones usurarias.
Esa misma lógica usuraria que aplicaron en los años de la dictadura en Santa Cruz que fue el sustento de su acceso al gobierno primero municipal y después provincial, la siguieron a partir del 2003 en el gobierno nacional para alcanzar su objetivo esencial; acumular cuantiosos bienes económicos para sí y un reducido grupo de asociados y testaferros, utilizando para ello todos los recursos de un poder político ejercido de modo despótico. Recuerdo que en mi barrio, cuando yo era chico, la barra admitía en su seno al hijo del ladrón y al del policía, al del obrero y al del patrón. Todos eran aceptados sin importar la ocupación de los padres. La única excepción solía ser el hijo del “usura” ya que, quien era tal, recibía una implacable y generalizada condena social, que los pibes hacíamos recaer, de modo injusto, sobre sus hijos.
Quizás, el hecho que los usureros hoy accedan a la Presidencia de la Nación , sea una muestra del grave relativismo moral en el que cayó nuestra comunidad.
Al Estilo Soviético, los K Encubren la Usura con un Discurso de “Izquierda”
Ha de admitirse que hacer uso y abuso del gobierno del Estado para conformar un poderoso grupo económico, no es un procedimiento original de los K ni en la Argentina , ni en el mundo.
Al fin y al cabo eso es lo que hicieron y hacen jeques petroleros, dictadores africanos o asiáticos. En cuanto a la técnica de usar testaferros para ocultar a los verdaderos propietarios de grupos económicos, su aplicación fue afinada a grados cercanos a la perfección por la cúpula soviética, que así logró disimular la expansión de sus intereses en países de Occidente.
La eficacia de la URSS para aplicar procedimientos de velo y encubrimiento que disimularan la expansión de sus intereses económicos en el exterior, fue muy notable en la Argentina , al punto que la presencia entre nosotros de muy fuertes grupos económicos de testaferros soviéticos o de asociados a intereses soviéticos fue y es casi del todo ignorada por la mayoría de la opinión pública, pese a que tuvo dimensiones iguales e incluso superiores a la de grupos económicos británicos, estadounidenses, italianos, alemanes o franceses radicados en nuestro país o a la de grupos locales asociados a esos intereses externos.
Es perceptible también la semejanza del sistema kirchnerista de ejercicio del poder político con algunos métodos soviéticos, en cuanto a tratar de disimular el objetivo esencial de acumular riquezas para sí mediante un despotismo centralista, usurario y rapaz; con el uso de un discurso encubridor de tono progresista, setentista o de izquierda, hecho de apelaciones contra el “capital concentrado” y la “oligarquía”, tan falsas como su defensa de los pobres, de la justa distribución del ingreso y de los derechos humanos.
Que esas falacias de los K hayan sido creídas por muchos compatriotas no puede sorprender si se tiene en cuenta, por dar un ejemplo, que Stalin – cuyo ejercicio del poder dictatorial lo califica para ser el mayor criminal de la historia, al menos en términos cuantitativos - fue presentado por el sistema comunista de desinformación como el “padrecito de los pobres”, el “adalid de la paz” y el “campeón de los derechos humanos” y esas mentiras monstruosas fueron verdades axiomáticas para millones de personas de todo el mundo, entre ellas muchos artistas, intelectuales y científicos que integraban la pléyade del progresismo.
Tal vez una de las paradojas más monstruosas de la historia haya sido que muchas de las víctimas de las “purgas” stalinistas, al momento de ser asesinados por orden de Stalin, gritaran “Viva Stalin”. Por comparar dos regímenes criminales, no es fácil concebir que las víctimas en los campos de concentración nazis murieran gritando “Heil Hitler”.
Pero sería un error deducir que esa similitud entre el régimen kirchnerista y ciertos métodos soviéticos expresa alguna adhesión del matrimonio gobernante al “relato” (por usar un término de moda) marxista - leninista que sirvió de ideología de sostén a la nomenclatura que dominó la URSS. Aunque algunos intelectuales críticos del que llaman “poder destituyente” quieran darle cierta base teórica a la gestión del actual gobierno, los K no adhieren a ninguna cosmovisión para interpretar la realidad y sus coincidencias con las técnicas aplicadas por la cúpula soviética podrían hacerse extensivas a todos los sistemas de dominación política que, como sucede en la Argentina actual, reniegan del valor de la palabra para decir la verdad y hacen de la mentira y el doble discurso el recurso esencial de su comunicación con la sociedad.
El Sistema Político de Los K
Reiteramos que el discurso de “izquierda” de los K es apenas un velo que encubre sus objetivos esenciales y de ahí que no pongan atención alguna a la poca o mucha afinidad “ideológica” que pueda haber entre el historial político de los ministros, gobernadores, legisladores o intendentes a los que admiten en su corte, con el discurso que suelen exponer desde el “atril”.
Lo que les interesa a los K es que esos funcionarios políticos sean cómplices incondicionales de su voluntad en todos los hechos, proyectos e iniciativas en los que deban intervenir, sea para prorrogar la emergencia económica, avalar los superpoderes, modificar el Consejo de la Magistratura o aprobar los proyectos de inversión pública que se imponen desde el poder central, entre otros muchos casos que podrían mencionarse.
Por dar un ejemplo del conurbano bonaerense que podría extenderse a ministros, gobernadores y legisladores, el nuevo intendente de Quilmes, Francisco “Barba” Gutiérrez, un dirigente metalúrgico surgido de la Juventud Trabajadora Peronista que en los ´70 proponía la “patria socialista” y cuestionaba a Perón; es hoy tan funcional al régimen kirchnerista cuanto el viejo intendente de Tres de Febrero, Hugo Curto, también metalúrgico pero hecho en la ortodoxia vandorista que alzó la bandera de la “patria peronista” y apoyó a Perón cuando echó a los “jóvenes imberbes” de la Plaza de Mayo en 1974.
Por encima de sus diferencias, Gutiérrez y Curto adhieren hoy al kirchnerismo por necesidad y por ausencia y no por amor o afinidad ideológica o política y lo mismo sucede con la mayoría de los funcionarios públicos nacionales, provinciales y municipales de todos los poderes que aún se dicen kirchneristas por necesidad funcional ya que, para concretar hasta los más básicos actos de gobierno dependen de los recursos que quieran darles quienes manejan la caja del gobierno nacional.
Esa dependencia se agrava por el hecho que en los últimos años se acentuó a grados extremos un control centralizado de los recursos públicos, con la aplicación de una política fiscal unitaria, contraria al régimen federal de gobierno que establece la Constitución Nacional. Hay que decir que la destrucción del federalismo fiscal no es una creación de los K, ya que comenzó con la reforma impositiva establecida en la llamada “década infame” que despojó a las Provincias de su potestad de ser cobradoras originales de casi todos los impuestos para luego girar a la Nación su coparticipación en lo recaudado, invirtiendo los términos del sistema al dar a la Nación el poder recaudador de impuestos y girar a las Provincias parte de lo obtenido, como coparticipación.
A eso se suma que el compromiso de sancionar un nuevo sistema de coparticipación federal de impuestos acordado en la reforma constitucional de 1994 aún está pendiente y que la crisis de 2001/2002 llevó a la sanción de leyes de emergencia que otorgaron al Poder Ejecutivo Nacional un manejo casi omnímodo sobre los gastos y recursos del presupuesto nacional.
Se configuró así un cuadro en el que el sistema de poder de los K tiene control casi absoluto sobre unos fondos del Estado que, en los últimos años, crecieron a nivel exponencial, sobre todo merced al formidable aumento del precio internacional de nuestras principales exportaciones y el aporte que ello significó y significa para las arcas públicas.
La virtual destrucción del federalismo fiscal no es un mero dato económico, ya que en la Argentina está probado que sin federalismo económico no puede haber federalismo político y que el régimen federal es una de las condiciones necesarias para la vigencia de una democracia real. Sucede que el federalismo es expresión política del principio de subsidiariedad, que establece que el organismo superior no ha de hacer lo que pueda realizar el organismo inferior y que, según la doctrina social de la Iglesia , forma parte del derecho natural, anterior y superior al derecho positivo e insito en el ser mismo de las personas.
De ahí que, al anular el régimen federal de gobierno y someter a los Gutiérrez, Curto y a todos los funcionarios públicos de los niveles municipal, provincial y nacional del Estado a una humillante dependencia de la voluntad despótica del poder central por la necesidad funcional de contar con recursos para su gestión de gobierno, los K socavan la vigencia de una democracia verdadera y agravian la libertad y dignidad de esos dirigentes y de los ciudadanos a los que ellos deben servir. Por lo demás, la crisis del 2001 que terminó con el gobierno que presidía Fernando De la Rúa , dinamitó a los partidos en tanto organizaciones que contenían y expresaban las diversas identidades políticas de la sociedad y la política pasó a ser una práctica absolutamente vacía de ideas, reducida a un conjunto de procedimientos ejecutados por una corporación de funcionarios profesionales, cuyo único común denominador es su pretensión de mantenerse indefinidamente en el poder.
Esa decadencia de los partidos políticos se reflejó en las elecciones presidenciales del 2003, en las que se presentaron a la ciudadanía tres diferentes fórmulas surgidas del Partido Justicialista y otras tantas originadas en la Unión Cívica Radical, en las que fue electa la que resultó segunda en la primera vuelta electoral y de resultas de todo eso Néstor Kirchner accedió a la Presidencia habiendo obtenido apenas el 22% de los votos.
La necesidad impostergable de terminar de salir de la crisis casi terminal en la que el país había caído en el 2001 que era sentida por la mayoría de los argentinos y el debilitamiento de las diversas formas de organización comunitaria que fue acentuado por la crisis, le brindaron a los K un crédito que usaron con largueza para consolidar un sistema de poder sustentado en “el verdadero “partido gobernante” en la Argentina (que) no es el peronismo sino el “Partido del Estado Unitario”, como bien se señala en un reciente documento del Peronismo de Pie.
Ni Peronistas, ni Montoneros
“Por sus obras los conoceréis”, enseña el Evangelio y puede afirmarse que los K no son peronistas si se los juzga por su obra de gobierno, un parámetro más confiable que sus antecedentes de militancia en la Juventud Universitaria Peronista en La Plata en los inicios de la década de 1970 o su carrera política en el Partido Justicialista de Santa Cruz, a partir de 1983.
Ni Peronistas, ni Montoneros
“Por sus obras los conoceréis”, enseña el Evangelio y puede afirmarse que los K no son peronistas si se los juzga por su obra de gobierno, un parámetro más confiable que sus antecedentes de militancia en la Juventud Universitaria Peronista en La Plata en los inicios de la década de 1970 o su carrera política en el Partido Justicialista de Santa Cruz, a partir de 1983.
Los K, desde el 2003 y hasta ayer nomás, se cuidaron de evitar mencionar las ideas y hasta el nombre de Juan Domingo Perón en sus discursos, formaron el llamado “Frente para la Victoria ” con el que quisieron reemplazar al peronismo por un amorfo “transversalismo”, agraviaron a María Estela Martínez de Perón, ignoraron a figuras históricas del peronismo como José Ignacio Rucci, desdeñaron el Día de la Lealtad siendo el 17 de octubre la fecha fundacional del peronismo y toleraron expresiones de extrema grosería de Aníbal Fernández acerca del lugar del cuerpo en el que los peronistas podíamos meternos la marcha partidaria.
Esos son apenas algunos de los ejemplos que dan cuenta del desprecio de Néstor y Cristina hacia los símbolos, actos y conmemoraciones que hacen al ritual del peronismo lo que es grave dado que, según lo demuestra la experiencia histórica de las religiones, los ritos contribuyen a fortalecer la fe y la identidad de quienes los practican y de ahí que el abandono del ritual propio del movimiento peronista es un modo sutil pero efectivo de debilitar su fe y su identidad.
A ese agravio en las formas debe añadirse que los hechos de gobierno del régimen kirchnerista implican el abandono de las banderas históricas (Justicia Social, Libertad Económica y Soberanía Política) y de principios esenciales (por caso, estimular la organización popular o buscar la unidad nacional y no la lucha) del peronismo.
El régimen kirchnerista agravia la Justicia Social puesto que durante su gestión se acentuó una distribución desigual del ingreso, según lo prueba el hecho de que hoy los asalariados tengan una participación de menos del 30 por ciento en el Producto Bruto Interno, siendo que en todos los gobiernos peronistas esa participación orilló el 50 por ciento, con picos del por ciento en 194 , del por ciento en 1973 y del por ciento en 199.
El régimen kirchnerista agravia la Justicia Social puesto que durante su gestión se acentuó una distribución desigual del ingreso, según lo prueba el hecho de que hoy los asalariados tengan una participación de menos del 30 por ciento en el Producto Bruto Interno, siendo que en todos los gobiernos peronistas esa participación orilló el 50 por ciento, con picos del por ciento en 194 , del por ciento en 1973 y del por ciento en 199.
Para demostrar que se niega la Libertad Económica puede bastar con mencionar la acción del Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien sigue instrucciones que le imparten los K..
Un ejemplo palmario de la mutilación de la Soberanía Política lo brinda el intento de “estatización” del Partido Justicialista que condujo a instalar a Néstor Kirchner en su Presidencia en un acto proscriptivo, enderezado a vaciar de sus raíces doctrinarias y anular la vitalidad política del peronismo como movimiento popular, hond am ente democrático, para degradarlo a la condición de un simple y anacrónico “populismo”, carente de una organización política real y susceptible de ser manipulado desde el aparato del Estado.
Perón y el peronismo, asumiendo que la organización es una de las condiciones necesarias para el efectivo ejercicio de la libertad, marcaron en las ideas y en la práctica que la diferencia entre “masa” y “pueblo” reside en la organización y desde esa óptica, lo más importante de la década 1945-55 no fueron sólo las extraordinarias realizaciones sociales, sino la organización autónoma de los trabajadores que, después del ´55, permitió defender esas conquistas e impulsar durante 18 años la lucha por el retorno de Perón a la Patria y al poder.
Los K., en contraste, sacaron provecho de la debilidad que registraba la organización del pueblo en 2003, a la que agravaron por entender que, como se dijo antes, la organización facilita el ejercicio de la libertad y es una traba para el ejercicio despótico del poder. Perón, sobre todo después de su retorno a la Patria , buscó con todas sus fuerzas la unidad nacional y un ejemplo de esa actitud lo brinda una de sus frases que pasaron a ser parte del repertorio del saber popular argentino: “Esto lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie”.
Los K., por su parte, no cesaron de promover la lucha y el enfrentamiento entre argentinos, apelando a la provocación y el agravio cono el eje de su acción política.
En suma, los K. no son peronistas aunque ahora que su poder empieza a ingresar en el ocaso, no van a faltar quienes quieran endosarle a todo el peronismo el pago de la factura del fracaso y las consecuencias dolorosas de su gestión.
Por último, pero no por eso menos importante, decir que los Kirchner son montoneros no es justo para con los miles de compañeras y compañeros que, desde una auténtica identidad peronista, en la década de 1970 fueron combatientes montoneros o militantes de las diversas expresiones orgánicas de la llamada “tendencia revolucionaria”, con cuyas ideas y prácticas discrepamos por completo y a las que enfrentamos en el plano político interno de nuestro Movimiento, pero a los que les reconocemos una historia, una honestidad y una coherencia que nada tiene que ver con los K.
Puede decirse que también en este punto los K. aplican técnicas soviéticas ya que, como lo hiciera la URSS a través de Cuba, usan aromas montoneros para tapar el olor a podrido de la esencia de su sistema de poder.
Envió de la pagina peronista Prensa Nacional Alternativa
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