AQUÍ Y AHORA
“Una vez le preguntaron a Yangqi: “Cuando el fundador del ch’an llegó a China procedente de la India, permaneció durante nueve años sentado frente a un muro. ¿Qué significa esto?”.
Yangqi respondió: “Era indio y no sabía hablar chino”."
En efecto, cuando Bodhidharma llegó al monasterio de Shao Lin se dice que fue rechazado por sus ideas. Al impedírsele entrar en el monasterio, Bodhidharma se retiró a una cueva (la de Da-Mo) cerca del templo. Según la leyenda, en aquella covacha permaneció nueve años frente a la pared de la gruta en meditación. Al término de los nueve años, Bodhidharma fue admitido en el monasterio de Shao Lin.
“Aquellos que abandonan lo engañoso para volver a la realidad, que meditan frente a la pared sobre la ausencia de yo y otro, sobre la unidad de mortales y sabios, y que ni siquiera se dejan conmover por las escrituras, están en completa y silenciosa comunión con la razón” (Libro de la Meditación sobre los Cuatro Actos).
En Platón, la cueva es alegoría del mundo sensible donde transcurre el vértigo de las imágenes y de las sombras. En Bodhidharma la cueva es el refugio del meditabundo que, dando la espalda al mundo fenoménico, se oculta en la gruta y, al ponerse frente a la pared, se vuelve al interior de sí mismo, ensimismándose y renunciando al tráfico de las apariencias.
Hay una mística –cristiana- que no renuncia al mundo. Que no lo entiende como una cueva, ni que marcha a la caverna para huir de él. La auténtica mística pone al hombre frente a paredes más mudas que la de la cueva de Bodhidharma: la de los seres humanos, prójimos y semejantes, que en su intimidad son cavernas sin explorar.
Suena duro y es duro, pero, allí y aquí… Y, sobre todo -aquí y ahora- la verdad consiste en amar sin apegarse y en desapegarse sin odiar.
Como escribiera el gran G. K. Chesterton:
“Night shall be thrice night over you,
And heaven an iron cope.
Do you have joy without a cause,
Yea, faith without a hope?”.
(“The vision of the King”, Book I)
EXTRAIDO DE: http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/
Yangqi respondió: “Era indio y no sabía hablar chino”."
En efecto, cuando Bodhidharma llegó al monasterio de Shao Lin se dice que fue rechazado por sus ideas. Al impedírsele entrar en el monasterio, Bodhidharma se retiró a una cueva (la de Da-Mo) cerca del templo. Según la leyenda, en aquella covacha permaneció nueve años frente a la pared de la gruta en meditación. Al término de los nueve años, Bodhidharma fue admitido en el monasterio de Shao Lin.
“Aquellos que abandonan lo engañoso para volver a la realidad, que meditan frente a la pared sobre la ausencia de yo y otro, sobre la unidad de mortales y sabios, y que ni siquiera se dejan conmover por las escrituras, están en completa y silenciosa comunión con la razón” (Libro de la Meditación sobre los Cuatro Actos).
En Platón, la cueva es alegoría del mundo sensible donde transcurre el vértigo de las imágenes y de las sombras. En Bodhidharma la cueva es el refugio del meditabundo que, dando la espalda al mundo fenoménico, se oculta en la gruta y, al ponerse frente a la pared, se vuelve al interior de sí mismo, ensimismándose y renunciando al tráfico de las apariencias.
Hay una mística –cristiana- que no renuncia al mundo. Que no lo entiende como una cueva, ni que marcha a la caverna para huir de él. La auténtica mística pone al hombre frente a paredes más mudas que la de la cueva de Bodhidharma: la de los seres humanos, prójimos y semejantes, que en su intimidad son cavernas sin explorar.
Suena duro y es duro, pero, allí y aquí… Y, sobre todo -aquí y ahora- la verdad consiste en amar sin apegarse y en desapegarse sin odiar.
Como escribiera el gran G. K. Chesterton:
“Night shall be thrice night over you,
And heaven an iron cope.
Do you have joy without a cause,
Yea, faith without a hope?”.
(“The vision of the King”, Book I)
EXTRAIDO DE: http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/
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