jueves, 26 de enero de 2012

RECIBIDO DE LOS CAMARADAS

Editorial de "Nacional y Católico"
UNIDAD DEL NACIONALISMO PRIORIZANDO LA COHERENCIA

En los últimos tiempos, y bienvenido sea, se habla con especial énfasis en las redes sociales acerca de la necesidad de lograr la unidad del nacionalismo. El tema, lejos de ser novedoso, es tan antiguo como la injusticia y es y ha sido el anhelo trunco de muchas generaciones de nacionalistas. De modo que, el sólo hecho que se encuentre sobre el tapete es importante.
Ahora bien, a fuerza de ser sinceros y a riesgo de que nuestra sinceridad sea considerada como derrotismo, debemos aclarar que no vemos más que un desmesurado voluntarismo, seguramente muy bien intencionado, pero de suyo absolutamente insuficiente para forjar los cimientos de una unidad no sólo seria, sino siquiera viable.
Alguien tiene que decirlo claro y con todas las letras, el nacionalismo argentino, como movimiento unitario, tiene que ser fundado sobre la irrepetible tradición cultural argentina, heredera de la filosofía perenne a través del aporte de la hispanidad. Pero el nacionalismo argentino no es ni será el fascismo, el nacionalsocialismo, el rexismo, el falangismo, ni ninguna otra experiencia que, seguramente, aportarán, unas más, otras menos, elementos y consideraciones, pero que en ningún caso serán en sustancia el nacionalismo argentino. Así es y así debe ser.
No somos nada de todos ellos y, a su vez, como una extraña paradoja, no podemos negar, la influencia que hemos recibido de los diversos movimientos de raíz nacional a que nos hemos referido. Entiéndase bien, no estamos haciendo aquí una crítica a ninguna de aquellas manifestaciones nacionales, por muchas de las cuales guardamos gran admiración y respeto. Con otras nos separan marcadas diferencias, pero también conocemos sus perfiles positivos.
El nacionalismo argentino tiene que definirse a partir de la historicidad de la patria, de sus creencias, de sus valores, de sus herencias arraigadas, de su proyección hacia el futuro, de las conductas señeras de nuestros héroes, etc. En la Argentina, hemos aceptado al término “nacionalismo” como multívoco y hasta equívoco; debemos tornarlo unívoco para poder hablar de unidad.
Y para que el término “nacionalismo argentino” sea “uno” y símbolo de unidad, por sobre las diferencias insustanciales, debemos compartir sin reservas una clara declaración de principios y adherir a una misma base programática.
No es fácil, pero de algo estamos seguros: es mucho más factible que construir una Torre de Babel

Desde Santiago del Estero
CARTA ABIERTA AL NACIONALISMO ARGENTINO

Marche o muera...!!!, es la legendaria frase que un oficial legionario francés le increpa a sus soldados en las largas y forzadas marchas sobre el desierto de Argelia, África del Norte. Si parafraseamos esta dura expresión a nuestra actual situación existencial, creo profundamente que el nacionalismo argentino está muriendo de a poco, porque más discutimos e increpamos a los cuatro vientos, en vez de marchar “cara al sol” como diría el recordado José Antonio, por las calles, los barrios, los pueblos; en fin donde deberíamos estar; no en un café-bar, no encerrados en una casa o librería pululando y haciendo añoranzas de los “mártires del nacionalismo” (que el Señor  los tenga a su diestra). De nada sirve que miremos para atrás, enfrascándonos en nuestros héroes que dejaron su vida por la Patria, si nosotros seguimos con la nostalgia y la parsimonia.

Por eso, estimados camaradas nacionalistas, escribo esta Carta Abierta para que sinceramente nos despojemos de todo prejuicio, de todo rencor o bronca para aquellos que nos detractan o buscan desprestigiarnos o asociarnos con nacionalismos extranjeros, tildándonos de nazis o fascistas. Por supuesto que las actitudes que muchos de nuestros camaradas han tenido, dieron a la sociedad la impresión de que lo que representamos, es totalitario, golpista, o revanchista. Nada más lejano de la realidad, aunque existen en nuestras filas personas con una visión un tanto equivocada de cómo llevar el nacionalismo hacia el pueblo, en vez de que el pueblo se vuelque al nacionalismo.

En primer lugar creo que nos deberíamos preguntar que entendemos por Nacionalismo, pero no doctrinariamente, si no en un lenguaje simple, llano, para que de una vez por todas sepamos hacia donde marchamos. Creo, y espero que así lo entiendan mis camaradas también, que el nacionalismo es un movimiento (por ende se tiene que mover, lógicamente) cultural, social y político; donde la base del mismo es la relación indisoluble entre Dios y la Patria, entendiendo al primero como Él rector permanente de las acciones que este movimiento ejecuta hacia una única dirección que conduce a la verdad y vida que es Cristo Rey, quien por su intermedio, la Patria es la receptora de las acciones del mismo. Por lo tanto, un nacionalista no puede esgrimir ideas apoyadas en cierto modo por fuera del mensaje central de Cristo, resumidas en sus memorables bienaventuranzas o sermón de la montaña. Ahora bien, eso no quita que en la búsqueda permanente de la luz, no debamos luchar contra la oscuridad, que es la injusticia y la mentira. Inclusive, somos responsables de que la mentira no reine en este mundo, plagado por el relativismo, el liberalismo y el progresismo marxista.

Como movimiento cultural, tenemos el deber de lucha contra aquellos que corrompen nuestros orígenes, nuestra Identidad y nuestra existencia como Nación Soberana.
Nuestra cultura la heredamos de la Patria Vieja que era en su momento España, de ella obtuvimos su religión (la Cristiana Católica), su lengua (el español) y también sus costumbres a veces buenas, a veces malas, pero nuestras al fin. Lo que terminó de forjar la cultura nacional fue la llegada del inmigrante, que sumó sus vivencias a la ya existentes y enriqueció nuestro patrimonio cultural. Ahora bien, la concordia entre el criollo y el inmigrante no fue buena en los primeros tiempos y es allí donde aun hoy, a más de uno le cuesta identificarse como argentino, sino más bien como hijo de Español, Italiano o Árabe, por nombrar a los principales países que aportaron inmigrantes. Entonces, ¿Que se busca defender con el Nacionalismo? ¿Qué sigamos en la nostalgia de nuestros abuelos europeos o bien dejar de lado todo ello, y sentirnos orgullosos de haber conformado una sola Nación con la suma de diferentes nacionalidades?.-

El Movimiento Nacionalista Argentino, es ante todo una expresión social, por lo tanto no puede existir ni razas, ni pueblos originarios, ni colectividades, somos más que nada una Sociedad respetuosa de sus tradiciones y, por aquí pasa el eje central de la cuestión, celosamente custodio de su historia y raíces que la convirtieron en una sola y única Nación, por lo tanto toda ideología o cultura extranjera que busque ya sea romper nuestra unidad nacional u homogeneizarnos (o como se dice “globalizarnos”) con el resto de las naciones, en su mayoría olvidadas de Dios y de sus preceptos, no puede tener cabida en nuestro suelo. La globalización, Camaradas, es la Tercera Invasión Anglosajona a nuestra Patria Nueva que en 200 años de historia aún no ha podido consolidarse como una Gran Nación, sino más bien como un Pueblo sumido en su propia vergüenza e ignorancia, esclavo de los designios de quienes nos gobiernan de afuera y sus cipayos a medida.

Políticamente, nuestro Movimiento debe apuntalar los valores de una democracia orgánica, donde el auténtico poder viene de quien es fiel custodio y testigo de nuestros actos, que es Dios; pero  asimismo reconociendo que el Pueblo, es quien debe ser el principal receptor de las acciones del líder de turno; y construyendo una estructura política única y indisoluble basada en los pilares de nuestro Dogma: DIOS – PATRIA – FAMILIA.

Aquel que no crea en la existencia de Dios, carece de la luz de Cristo, por lo tanto es un ciego que conduce a otro ciego y lo llevará a la perdición. Y así como no hay cabida para los ateos en el nacionalismo; tampoco la hay para los que admiten la existencia de una democracia que tolere intereses lobbystas del imperialismo o del partido de turno (Partidocracia), y en donde el verdadero “opio del pueblo” (como diría Marx) es la libertad de expresión y los derechos humanos.

Vivimos en tiempos donde la Soberanía Nacional, la Independencia Económica y la Justicia Social son meras expresiones sin sentido y vacías de contenido. Ni que hablar de la Doctrina Social de la Iglesia. Es cosa del pasado, de un vetusto Estado Benefactor que se intento pergeñar con la Revolución del 43, y que luego lo continuó Perón pero con ribetes populistas; lo cual lo llevo al despilfarro y al mamarracho político de su segundo mandato; sin Eva, rendido ante el imperialismo y enfrentado a la Iglesia, sin el sentido nacionalista de su primer gobierno. 

Con todo ello, no significa que el Nacionalismo de hoy debe retroceder 60 años, como algunos nostálgicos camaradas añoran, los tiempos han cambiado y es necesario que el Nacionalismo evolucione. Sabemos cuál es nuestro principal enemigo: el Imperialismo Internacional del Dinero. Sabemos cuál es su táctica: impulsar (por la fuerza de las armas si es necesario) un Régimen Democrático de masas idiotizadas, carentes de todo valor moral y ético, para impulsar sus políticas capitalistas (en lo económico) y progresistas – seculares (en lo cultural y religioso).

Con todo este panorama, lo peor es que EL NACIONALISMO NO MARCHA…Y VA MURIENDO en los laureles, en la nostalgia, en las grandes obras literarias y de pensamiento como el Prof. Bruno Genta, Dr. Carlos Sacheri, Prof. Walter Beveraggi Allende, Padre Ezcurra, por nombrar algunos de los tantos nombres que dejaron su huella en la defensa de la Nación ante el Comunismo Ateo y el Capitalismo Liberal apátrida.

Pero NO camaradas, que no nos invada la desesperanza, la resignación, la bronca por los que no colaboran con nuestro movimiento. Son comprensible las palabras de los camaradas del Movimiento Nacional y Católico (ver artículo “Red Patriotica Argentina, Lunes 02/01/2012), pero aunque suene lapidario los comentarios vertidos, es menester mantener la lucha, la movilización de recursos (aunque sean escasos) humanos y económicos, porque el Amor a la Patria, tiene que ser así, sacrificado, doloroso, constante, se lo debemos a los 650 hombres que dejaron todo en Malvinas, y a todos aquellos que murieron por el ideal Nacionalista.

Por ello camaradas, teniendo a Dios como testigo de nuestro tiempo, la Patria como nuestro baluarte más preciado y la familia como semillero genuino de las próximas generaciones; es tiempo que nos hagamos escuchar en cada rincón de nuestra suelo, para demostrar al enemigo que el Nacionalismo marchara hasta las últimas consecuencias.

Por Dios y la Patria
Enrique Fernando Marañón
Santiago del Estero – 19/01/2012
  
lAS OPINIONES VERTIDAS NO NECESARIAMENTE REFLEJAN LAS DE ESTA PAGINA

2 comentarios:

Memoria dijo...

Adhiero totalmente a lo esbozado por ambos artículos. Según mi modesta opinión el nacionalismo está transitando un duro momento político. O mira la realidad tal como es o desaparece inmerso en una "burbuja". Hay quienes piensan que ya desapareció y que estaría en esa "burbuja". Yo creo que no, que hay muchos nacionalistas que no saben que lo son: gente harta, patriota, que desea reaccionar.
Sobre estos potenciales adherentes debe trabajar el militante nacionalista. Sin hacer generalizaciones, ya estamos hartos de los nacionalistas virtuales: blogs, foros, redes y nada más. Antes era los de "café", eternos conspiradores que a nada llegaban. Finos doctrinarios y pulcros principistas que alejaban a los sencillos,a los patriotas carentes de sólida formación.
Lo cierto es que hoy pocos son los que miran la realidad tal como es. Se exhiben tantos prejuicios y se eleva a tal cima el "principismo" que la realidad queda muy distante. Tan distante como el de quienes creen vivir en Berlín 1939.
Estimados camaradas: nos hace falta el "sentido común". Con esta arma podrá comenzar a trabajarse.
Hernán

Juan Manuel dijo...

Tiene mucha razón Hernan, el nacionalismo esta pasando un duro momento como fuerza política, sin embargo hay mucha gente con sentimientos nacionalistas que podría encuadrarse en nuestras organizaciones; claro que para ello debemos ponernos a militar con humildad, sentido común, y perseverancia; sin pretender liderazgos omnímodos y sin andar buscando el detalle que nos divida.
Edgardo