EL MONETARISMO EN ARGENTINA
Dr. Walter Beveraggi Allende
Comenzaremos por aclarar que nosotros no inculpamos a Milton Friedman
por todas las calamidades que se han derivado y se derivan diariamente,
para muchos países, de las estrategias monetarias atribuidas, con razón o
sin ella, al monetarismo. Es muy posible que muchas de esas
calamidades se deriven de tácticas y maniobras (de grupos interesados)
que nada tienen que ver con las proposiciones monetaristas.
Pero si tal inculpación ocurriera, Milton Friedman deberá, en última
instancia, asumir la responsabilidad, aún por aquello que no es
estrictamente derivado de su preceptiva o de la de su "Escuela de
Chicago". Por dos razones fundamentales.
Primero, porque el mismo Friedman dice que "lo que importa para el mundo
de las ideas, no es lo que pueda ser cierto, sino lo que sea
considerado como cierto". Y con la ambigüedad de sus proposiciones,
él ha dado lugar a que, en último análisis, cualquier proposición
atribuida -con razón o sin ella- almonetarismo, "sea considerada como cierta".
En segundo lugar, porque el Prof. Milton Friedman se ha prestado, en
todo tiempo y en todas las latitudes, a una propaganda tan exagerada, en
favor de sus proposiciones monetaristas, que todos tenemos el derecho de suponer que, más que propuestas científicas, las
suyas son tácticas integrantes de una "acción psicológica" de alcances,
no ya nacionales, sino mundiales, a fin de servir propósitos que nada
tienen que ver ni con la verdad científica ni con el bien común de la
humanidad.
A partir de marzo de 1976, en Argentina, amparado por un gobierno
militar y provisto prácticamente con la "suma del poder público", asumió
el timón de la economía José Alfredo Martínez de la Hoz, quien -sin ser
economista- dijo tomar como modelo las enseñanzas de Milton Friedman y
acto seguido puso en práctica un programa decididamente ruinoso para el
país y cuyos resultados ya están sobradamente en evidencia.
Por supuesto que el Prof. Friedman no sólo se abstuvo de negar su
paternidad respecto del "Plan Martínez de la Hoz", sino que contribuyó
de muy diversas maneras a darle su "espaldarazo", convenciendo a medio
mundo de que, efectivamente, el aludido Ministro, audaz e improvisador
sin límites, era un fiel discípulo de la "Escuela de Chicago". Cientos
de públicaciones periodísticas así lo acreditan.
Como prueba de ello, bastará señalar que en 1977, la revista semanal más
popular de Argentina publicó una entrevista con Milton Friedman,
especialmente dedicada a consultarlo sobre los problemas de ese país y
que dicho reportaje, ilustrado con abundantes fotografías del "premio
Nobel", al que se califica como "una de las más grandes autoridades en
Economía del mundo", ocupa nada menos que trece páginas de la aludida públicación.
En dicho reportaje, el Prof. Friedman avala directa o indirectamente cuanto Martínez de la Hoz estaba haciendo en la Argentina.
Las tasas de interés bancario, que en esos momentos sobrepasaban
el 200 por 100 anual, para nada perturbaban a Friedman, quien se
limitaba a recomendar la consabida restricción monetaria, "para controlar o aminorar la inflación", al tiempo que -en el mejor estilo clásico-liberal- recomendaba que Argentina produjera aquellos artículos en cuyos costos tenía "ventajas competitivas" ...
A todo esto, el panorama de inflación en Argentina seguía agravándose sostenidamente y no por incremento del caudal monetario, sino
por razones enteramente ajenas a esa causal, a la cual Friedman
atribuía "siempre y en todas partes" la responsabilidad de dicha
anomalía.
Tal como lo he hecho notar en sendas públicaciones durante los últimos
años, los principales motores de la inflación en Argentina nada tenían
que ver con el incremento de moneda. A saber:
los "reajustes técnicos", nombre que allí se da a los aumentos de los precios y tarifas de
productos elaborados y servicios prestados, respectivamente, por
empresas estatales, como ser, combustibles, energía eléctrica,
transportes, correos, teléfono, gas, etc. Tales reajustes técnicos han
significado un incremento de los precios y tarifas aludidos que, con
seguridad, supera el 150 por 100 anual, de promedio, durante los últimos
seis años; y como se trata de artículos y servicios de consumo muy
generalizado - que en numerosos casos constituyen a su vez costos para
el adquiriente o usuario - dicho incremento se traslada íntegramente a
los precios de todo el espectro productivo, pues si el Estado podía
resarcirse de sus "déficit operativos" en las empresas de que era
titular, mediante los aumentos aludidos, se consideraba que los
particulares tenían el mismo derecho a hacerlo, aumentando sus precios y
tarifas de manera análoga. De tal modo que, este solo incremento (no
practicado de un solo golpe en el año, sino a través de incrementos mensuales que,
sumados constituyen el total anual antes mencionado), bastaba y sobraba
para asegurar un ritmo inflacionario equivalente, en lo que antañe al índice general de los precios.
el aumento sideral de las tasas de interés. Fundado en un
argumento utilizado sibilinamente por el Prof. Friedman, Martínez de Hoz
provocó la elevación de las tasas de interés bancario, que al comienzo
de su gestión estaban, digamos, entre un 25 y 30 por 100, por año, hasta
situarlas - en pocos meses - entre 250 y 300 por 100 anual. El
justificativo Friedman - Martínez de Hoz, totalmente arbitrario y reñido
con la ética, es muy simple: como el dinero corriente se desvaloriza en
la medida de la inflación, las tasas de interés tienen que elevarse hasta compensar con creces, al "ahorrista", dicha desvalorización. .
Ahora bien como el ritmo inflacionario atribuido a los últimos meses del
gobierno anterior al de Martínez de Hoz era muy elevado (en el
reportaje a Friedman, antes citado, se hace mención de una "tasa de
inflación", entre marzo y mayo de 1976, del 900 por 100 anual), los
pretextos estaban dados para elevar las tasas de interés hasta cualquier
extremo, bancarias y no bancarias, y así efectivamente ocurrió.
Lo cual vino a sumarse a una rigurosa restricción crediticia bancaria -
destinada a afectar exclusivamente al "sector privado " de la economía
nacional - que también obedecía - según Martínez de Hoz - a la
preceptiva monetarista, pues había que "restringir a todo trance el caudal monetario"... ¡para evitar la inflación!...
Y, en esa forma, el poco crédito bancario que las empresas y los
particulares podían obtener a tasa del 200 al 250 por 100 de interés
anual, no alcanzaba a satisfacer ni la vigésima parte de los prestamos
requeridos por los productores,quiénes - desde luego - hacían frente a
un incesante incremento de costos y carecían de recursos propios para
financiar su producción. De resultas de lo cual, la inmensa mayoría de
estos quedó a merced de los prestamistas "extrabancarios", (compañías
financieras, cajas de crédito, y usureros "particulares"), quienes
cobraban intereses muy superiores (digamos, del 2 ó 3 por 100 diario),
por plazos brevísimos (90, 60 y 30 días, aun cuando entonces se "
popularizó " el préstamo a solo 7 días, y aún por plazos menores, para
operaciones "interbancarias" o entre compañías financieras) y,
obviamente, con garantías tan "leoninas" como les resultaba posible
obtener a los prestamistas.
Puede colegirse el fenomenal impacto inflacionario que este incremento de costos financieros tuvo
para toda la economía argentina. Quien debía financiar su producción a
un costo del 1 ó 2 por 100 diario, de intereses, mal podía dejar de
trasladar íntegramente a sus precios de venta semejante carga que estaba
soportando.
el incremento de la carga fiscal. tal vez para adaptarse a
la preceptiva monetarista en cuanto a que el Estado no debe financiarse
sino con el producido de impuestos y empréstitos internos, el gobierno
argentino - durante la gestión de Martínez de Hoz - sobresalió por estas
dos circunstancias: 1) el aumento descontrolado de los impuestos,
particularmente de los impuestos indirectos y específicamente al
consumo; 2) la contratación sin límite de empréstitos, no solo en el
mercado internacional; sino también en el mercado interno, teniendo como
proveedor de fondos a bancos, entidades financieras y particulares.
Tales empréstitos, no solo se contratan para atender "gastos generales
de la administración pública", sino también obras públicas y los
requerimientos siempre crecientes de las empresas estatales, a tasas de
interés comparables con aquellas que antes mencionáramos y, por ende,
con un costo descomunalmente creciente para el Tesoro Nacional.
Tenemos así enumeradas tres causales, directas e inmediatas, de la galopante inflación argentina que
nada tienen que ver con el incremento del caudal monetario: los
reajustes técnicos, los " costos financieros " o tasas de interés y la
presión fiscal. Todo ello formando parte de un entorno de "terapéutica
monetarista".
Nuestra apreciación es que el incremento real del "nivel de los
precios", durante los cinco años de gestión de Martínez de Hoz, se sitúa
en la cercanía del 400 por 100 anual. Y, al hablar del aumento real del
índice de precios, queremos simplemente significar que la tasa de
inflación que resulta de las estimaciones oficiales (Instituto Nacional
de Estadística y Censos), en ese ínterin, es inferior - en más de un 50
por 100 - a lo que debiera de ser.
El Financial Times, de Londres, sintetizaba de la siguiente manera, en
un comentario de mediados del corriente año, la catastrófica situación
argentina: "En la actual situación económica de la Argentina hay muchas
posibilidades de regresar a la hiperinflación de hace cinco años"... "El
número de bancarrotas, que este año es tres veces superior a las del
año anterior, es tan endémico que hace tambalear los cimientos de la
estructura económica y bancaria argentina"..."Alrededor de 4.200.000
personas, que suponen alrededor del 40 por 100 de la fuerza de trabajo
argentina, están actualmente sin empleo, bien sea trabajando pocas horas
a la semana o realizando actividades económicamente irrelevantes. Casi
25 bancos de tipo medio y pequeño se encuentran en dificultades"... "un
año después del golpe de Estado militar, en 1977, las compañías
industriales Deutz, Fiat, Johnn Deere y Massey Ferguson produjeron,
entre todas ellas, 25.845 unidades ( tractores ), de las cuales
aproximadamente 2.000 fueron dedicadas a exportación. En el último año,
las citadas cuatro "grandes" compañías produjeron 3.658 unidades, de las
que únicamente 800 fueron enviadas a la exportación. En los primeros
cuatro meses de 1981, una industria con capacidad para construir 30.000
tractores al año, únicamente produjo 279 unidades" .
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