Los gobiernos democráticos son
por definición, demagógicos. Alcanzan el poder a través de la propaganda
insistente y promesas (mentiras) de los candidatos que los votantes
aceptan sin chistar, porque prometen no lo que van a hacer, sino aquello
que la gente desea escuchar. Para saber lo que la gente desea escuchar,
se sirven de las mismas técnicas que utilizan las empresas de
marketing: medios de comunicación, encuestas, redes sociales, consultoras, etc.
Alcanzado el objetivo (el poder aparente), la cuestión pasa por mantenerlo, nada de gobernar; y para ello se propone mantener dividida, enfrentada y ocupada a la población, que de este modo olvida las promesas (mentiras) incumplidas y se enzarza en nuevas riñas.
Durante un tiempo, el nuevo gobierno se dedica a promocionar los reales o supuestos errores y delitos del gobierno anterior, algo muy celebrado por sus votantes, pero pasado un tiempo, cuando este recurso comienza a agotarse porque la población no percibe mejoras en la situación, la estrategia consiste en generar nuevos temas de discusión, debate y división. Mantener a la población enfrentada, repito, es muy importante.
Llegado a este punto, ante la inevitable falta de resultados, el gobierno "instala" entonces nuevos temas que durante la campaña no fueron siquiera mencionados: debate por el aborto, convenios sanitarios con países limítrofes, nuevos "derechos" para gente torcida, "gatillo fácil" o garantismo, cambio de sexo en la tercera edad, relaciones sexuales en la escuela, machismo vs feminismo, etc.; y del mismo modo que hizo en la campaña electoral, con ayuda de las mismas herramientas, distrae a la gente y gana tiempo con el objetivo de imponerse en la próxima disputa electoral, única razón de ser de la democracia. Los problemas continúan agravándose y se acumulan solo sobre la espalda del votante, pero eso no es problema para la democracia ni de su incumbencia.
Alcanzado el objetivo (el poder aparente), la cuestión pasa por mantenerlo, nada de gobernar; y para ello se propone mantener dividida, enfrentada y ocupada a la población, que de este modo olvida las promesas (mentiras) incumplidas y se enzarza en nuevas riñas.
Durante un tiempo, el nuevo gobierno se dedica a promocionar los reales o supuestos errores y delitos del gobierno anterior, algo muy celebrado por sus votantes, pero pasado un tiempo, cuando este recurso comienza a agotarse porque la población no percibe mejoras en la situación, la estrategia consiste en generar nuevos temas de discusión, debate y división. Mantener a la población enfrentada, repito, es muy importante.
Llegado a este punto, ante la inevitable falta de resultados, el gobierno "instala" entonces nuevos temas que durante la campaña no fueron siquiera mencionados: debate por el aborto, convenios sanitarios con países limítrofes, nuevos "derechos" para gente torcida, "gatillo fácil" o garantismo, cambio de sexo en la tercera edad, relaciones sexuales en la escuela, machismo vs feminismo, etc.; y del mismo modo que hizo en la campaña electoral, con ayuda de las mismas herramientas, distrae a la gente y gana tiempo con el objetivo de imponerse en la próxima disputa electoral, única razón de ser de la democracia. Los problemas continúan agravándose y se acumulan solo sobre la espalda del votante, pero eso no es problema para la democracia ni de su incumbencia.
Nestor Daniel Veiga Gomez
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