Entre la gran variedad de peliculas que nos ofrece la industria cultural, hay una protagonizada por Robert De Niro y Jean Reno llamada “Ronin”. Una historia que narra las vicisitudes de un grupo de agentes de inteligencia de variada nacionalidad, que se pelean por rescatar una maleta que contendría material vinculado a los acuerdos entre el gobierno britanico y los rebeldes irlandeses.
En el momento del reclutamiento y formacion de este grupo de espias que deben enfrentarse con otros servicios de inteligencia que pujan por la posesion de esa informacion, se selecciona a personas experimentadas en el oficio, pero tambien se cuela un personaje que luego de una serie de acciones es dejado fuera de las operaciones.
Se trataba de un ex militar llamado Spence (protagonizado por Sean Bean) que aparentaba contar con un importante curriculum en la materia: En el uso de armas de largo alcance, en acciones armadas que necesitan de una gran audacia y nervios de acero etc. Pero las observaciones de sus compañeros iban dando cuenta dque el personaje era alguien que parecia estar inventando situaciones jamas vividas, y es puesto a prueba en algunos conocimientos especificos, de la cual no sale airoso. Mas bien se iba confirmando esa sospecha de que se trataba de un sujeto con rasgos mentales algo especiales, por no decir inapropiados para el trabajo que tenian por delante. Exaltado en sus gestos y expresiones, su rostro denotaba un estado psicologico que llevaba a los integrantes del equipo a considerar seriamente su permanencia dentro del mismo.
Cuando de pronto en un intercambio de armas por dinero llevado a cabo a orillas de un rio, su actuacion en medio de un tiroteo que se genera, demuestra no tener condiciones para semejante situacion.
Al regresar velozmente por las calles una vez terminado el operativo, este singular personaje grita dentro del vehiculo como un loco, completamente exaltado por lo ocurrido, para finalmente detener la marcha porque necesitaba vomitar por el miedo que tenia... La exageracion lo consumio, y fue tan evidente que se trataba de un falsario que no sabia nada de esos menesteres, que la decision tomada fue pagarle la parte que le correspondia y apartarlo del grupo, porque no estaba a la altura de las circunstancias.
Exageraba, era un impostor y todos se dieron cuenta de ello. Lo dejaron caminar, lo escucharon y vieron su actuacion. Casi arruina todo, por querer ser algo que no era. No tuvieron mas opciones que apartarlo.
Que esta anecdota filmica sirva para entender que para ser como nosotros no se necesita exagerar nada. O se es nacionalista o no se es. No podemos seguir tolerando que cualquiera que diga formar parte de nuestra Causa, genere conductas disruptivas de nuestra forma de ser. No necesitamos bravucones ni pavos reales, que andan por ahi voficerando cosas que no deben, con el riesgo que ello implica para nuestra seguridad y nuestra identidad. Y ademas porque el que exagera y sobreactua, no es nuestro, y esto deberiamos tenerlo en claro.
Porque podemos entender que nuestros caracteres personales sean distintos, en algunos algo mas apocados y en otros mas vehementes, pero siempre inmersos en una comunidad del pensar, sentir y actuar.
El trabajo es arduo y el camino a recorrer extenso, pero lo sera aun mas sino consideramos qué hacer frente a estas situaciones, en donde ciertos personajes ajenos a nuestra forma de ser se comportan de tal manera que no deberíamos dudar en marcarles la puerta de salida.
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