Por: Luis Asis Damasco
La industria es un factor de
innegable e insustituible valor para la existencia soberana de una Nación, es
una cuestión que excede lo meramente económico.
Tal es así, que se puede saber el estado político de una Nación según su
grado de industrialización. En nuestro
País, el retroceso y extranjerización de la industria nacional es por demás
alarmante.
Desde el 24 de marzo de 1976 hasta
el 10 de diciembre de 1983, se cerraron 18.000 industrias, elevándose a 52.000
en 1988; durante la década del “primer mundo”, 108.000 industrias
desaparecieron (“Asalto a la Argentina”, Dr. Julio C. González – Editorial Docencia,
Bs. As. 2011), demás está aclarar lo que hay que detrás de esas cifras:
miseria, desocupación, marginación, etc.
La desindustrialización de la Argentina se pronunció y se aceleró a
partir de todo un andamiaje legal que permitió el desguace del Estado y el
aniquilamiento del capital nacional, ya sea cerrándose establecimientos
fabriles (muchos de cuyos edificios se convirtieron en shoppings o locales de
grandes cadenas comerciales) o su sustitución por capitales extranjeros. La suscripción por parte de la Argentina (54
tratados firmados y ratificados) de Tratados de Promoción y Protección
Recíproca de inversiones (TPPI) condicionan fuertemente la industria y,
también, la mano de obra nacional; puesto que permiten la libre remesa de
ganancias al exterior, no exige requisitos de desempeño (es decir, poner
ciertas condiciones para recibir beneficios impositivos, comerciales, etc), se
sustraen de la justicia argentina, por el término inversión se entiende
prácticamente cualquier cosa, como comprar una empresa argentina sin aumentar
su capital, e incluso, despidiendo personal, etc.
Veamos cómo lleva adelante este
tema nuestro vecino Brasil (firmó sólo 14 TPPI, sin ratificar ninguno). Un ejemplo cabal, es la exigencia que los
vehículos producidos cuenten con un 70 % de partes fabricadas en Brasil o
dentro del bloque del Mercosur (http://www.infobae.com/notas/ 672606-Brasil-exigira- integrar-70-de-partes- nacionales-o-del-Mercosur-a- automotrices.html);
la Argentina en virtud de los tratados mencionados ut supra, no podría tomar esa decisión.
En Brasil se encuentra el BNDES: “El
Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social
es el principal Agente de Desarrollo en Brasil. Desde su fundación en
1952, el BNDES desempeña un papel clave en el fomento de la expansión de la
industria y la infraestructura del país. A lo largo de su historia, su
actuación ha evolucionado de acuerdo a los desafíos socioeconómicos brasileños,
llegando a cubrir el apoyo a la exportación, a la innovación tecnológica, al
desarrollo socioambiental sostenible y a la modernización de la gestión
pública.
El Banco ofrece varios mecanismos de apoyo financiero
a las empresas brasileñas de todos los tamaños y entidades públicas, que
permite la inversión en todos los sectores económicos. En cualquier negocio
apoyado, desde la fase de análisis inicial hasta el acompañamiento, el BNDES
hace hincapié en tres factores estratégicos a ser llevados en cuenta: la
innovación, el desarrollo local y el desarrollo del medio ambiente”. (Fuente: http://www.bndes.gov.br/ SiteBNDES/bndes/bndes_es/ Institucional/BNDES).
Es de destacar que el BNDES “fue
establecido el 20 de junio de 1952, en virtud de la Ley 1.628, como una agencia
gubernamental, con el objetivo de desarrollar y llevar a cabo las políticas
nacionales de desarrollo económico. Posteriormente, según la Ley 5.662, del 21
de junio de 1971, el BNDE se convirtió en una empresa estatal de derecho
privado, que se tradujo en una mayor flexibilidad para la captación y
aplicación de recursos, además de menor interferencia política.”
“El Banco fue
pieza fundamental en la política brasileña de substitución de importaciones en
los años 1970, lo que condujo a la formación del más completo parque industrial
de América Latina. Se iniciaron las inversiones en segmentos aún incipientes en
Brasil, tales como la informática y la microelectrónica”. (Fuente: http://www.bndes.gov.br/ SiteBNDES/bndes/bndes_es/ Institucional/BNDES/historia. html).
Ese banco ha posibilitado la compra
por parte de empresas brasileras de empresas argentinas consideradas otrora
como insignias de la industria argentina, por ejemplo, Loma Negra (productora
de cemento, básico para la construcción, que a su vez ésta es considerada
fundamental en la economía argentina) y Alpargatas. Pero ello no ha sido por el simple movimiento
de capitales, sino que es una finalidad expresa del BNDES: “como inductor del desarrollo, dispone de una línea específica para la
internacionalización de empresas brasileñas. El objetivo es estimular la
inserción y el fortalecimiento de compañías en el mercado internacional, a
través del apoyo a inversiones o proyectos a ser realizados en el exterior.
Además del apoyo financiero a las exportaciones de
productos brasileños, el BNDES auxilia en la inserción internacional de las
empresas por medio de la identificación de oportunidades y de la orientación a
la estructuración de los proyectos de la organización fuera de Brasil”. (Fuente:http://www.bndes.gov. br/SiteBNDES/bndes/bndes_es/ Institucional/BNDES_ Internacional/ internacionalizacion.html).
Suerte para Brasil, que no tuvo (como sí padecimos y padecemos nosotros)
publicistas que hayan bregado por desproteger absolutamente a nuestra mano de
obra nacional y a nuestra industria.
No es la primera vez que sucede, en
el siglo XIX, fue Irineo Evangelista Da Souza, Barón de Mauá, quien financió la
extraordinaria expansión del Imperio del Brasil, aportando capitales para la
Batalla de Caseros (3 de febrero de 1852), campaña militar contra la
Confederación Argentina gobernada por el Restaurador Gral. Don Juan Manuel de
Rosas y la funesta Guerra de la Triple Alianza (1865-70), deshaciéndose de dos
poderosos rivales, Argentina y Paraguay respectivamente, los principales
figurones que apoyaron eso fueron Urquiza, Mitre y Sarmiento.
Diferencias cruciales con la
Argentina, Brasil hoy es toda una potencia económica, tiene empresas líderes en
el mundo, por ejemplo como la JBS, iniciales de su fundador, José Batista
Sobrinho, fundada en 1953, hoy factura 37.000 millones de dólares, es la
segunda empresa de alimentos del mundo, “se
convirtió en emblema de “conquistador” empresario en los años de Lula, al
afianzarse como la mayor empresa de producción y procesamiento de carne del
mundo. Y como gran exportador, ya que
sus ventas a 150 destinos representan 15.290 millones de euros…ese ascenso se
hizo especialmente a fuerza de múltiples adquisiciones, dentro y fuera del
país, con el sostén, a comienzos de la década pasada, de fondos del Banco
Nacional del Desarrollo (BNDES), poderoso brazo financiero de Brasilia.”
(Suplemento “iEco”, Clarín 15/03/15).
Brasil fortaleció el mercado interno y exporta cada
vez mas, nosotros, el mercado interno languidece por la inflación y se exporta
cada vez menos, perdiéndose mercados tradicionales. Vemos cómo Brasil ingresó al “primer mundo”,
tan célebre para nosotros, a través del Estado, financiando a sus empresas para
que se expandan en todo el mundo (para ellos la “globalización” fue una
bendición, y no una maldición, todo depende de qué política se adopta) y no
como Argentina que pretendió pertenecer al “primer mundo” desmantelando el
Estado y sus empresas nacionales, en suma, DESCAPITALIZÁNDOSE. Hoy vivimos
sólo una caricatura de industrialización, se celebra que una empresa
extranjera “nos haga el favor” de instalarse en el País y darle trabajo a un
par de cientos de trabajadores, sin mencionar que esa empresa nos
descapitalizará progresivamente, pues podrá remitir todas sus ganancias sin
ningún tipo de condicionamiento; si es que se fabrica algo, podrá incluso, ante
nuestra impotente mirada, importar lo que quiera para completar y/o
complementar el proceso industrial que se tratase; le pagará al trabajador
argentino un salario que puede llegar a equivaler, por dar un ejemplo, a la
décima o a la centésima parte de la ganancia que se “fuga”, es decir, por cada
salario argentino, se podrían estar yendo 10 o 100 salarios para “afuera”,
¿cuál es el beneficio?. Los acuerdos con
China sólo van a empeorar las cosas para nuestra industria, para ejemplo basta
mencionar los ferrocarriles adquiridos recientemente, que podrían haber sido
fabricados en el País, y así en muchas otras cuestiones es lo mismo, entregarle
a extranjeros negocios y empresas que perfectamente podrían realizar
argentinos, con un poco de ayuda financiera y compromiso político como hace
cualquier país serio que pretende sobrevivir como entidad soberana.
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