Por: Jose Arturo Quarrachino
En la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, celebrada en la primera quincena de septiembre de 1994 en El Cairo (Egipto), David Rockefeller brinda un apoyo y reconocimiento explícitos a las iniciativas antinatalistas y pansexualistas.
La mencionada Conferencia fue organizada por las Naciones Unidas, y en ella fueron incorporados “oficialmente” al organismo los conceptos de «derechos sexuales» y «derechos reproductivos» , orientados a la anticoncepció n y al control de la natalidad, lo cual mereció el cálido apoyo del representante más certero de la plutocracia financiera y del imperialismo internacional del dinero.
A continuación expondremos en forma sintética de qué modo los objetivos antinatalistas y genocidas de un minúsculo grupo, ultra rico, se han convertido en doctrina oficial de gobiernos y organismos internacionales.
Queda claro que las supuestas fuerzas que “enfrentan” y “critican” la globalización impulsada por los ricos del mundo son, en realidad, sus aliados estratégicos en su apoyo al control de la natalidad de los pueblos empobrecidos del mundo, apoyo formulado en forma eufemística como “promoción de los derechos sexuales” y de la “salud reproductiva”.
1. En 1966, el poder plutocrático y la oligarquía mundial que se ha adueñado del mundo comenzó la guerra contra el crecimiento poblacional mundial, a través de la familia Rockefeller, portavoz y rostro visible del mencionado poder. En un documento redactado inicialmente por John Davison Rockefeller III, rubricado y firmado por 30 líderes mundiales, el factotum contemporáneo del control de la natalidad a nivel planetario instituyó el falso dogma básico del derecho humano -de individuos y parejas- la decisión de determinar la cantidad de hijos y el espaciamiento entre ellos, ignorando y erradicando el derecho a la vida como derecho humano fundamental y primordial del cual goza todo ser humano que viene a la existencia.
Junto con ello, también instituyó el falso dogma de los hijos como causa de la pobreza de sus padres [1].
La actitud adoptada por los líderes mundiales convocados por el clan Rockefeller, para rubricar el documento en cuestión, sirvió para convertir el proyecto corporativo privado de control de la natalidad en política de Estado: los poderes públicos adoptaron como propio el plan de las corporaciones privadas transnacionales y del poder financiero internacional de controlar el crecimiento poblacional en el mundo.
2. En 1968, el clan Rockefeller da un paso más y convierte el falso dogma básico del derecho a decidir la cantidad de hijos y el espaciamiento entre ellos como parte de los derechos humanos sancionados por la ONU en 1948.
En la Conferencia de Teherán, realizada en 1968 en un país en el que gobernaba uno de los regímenes más brutales en cuanto a la violación de los derechos humanos, se emite una Proclamación en la cual se postula el mencionado derecho como uno de los derechos humanos que las Naciones Unidas deben “garantizar” y “proteger”[2].
De este modo, el “derecho básico fundamental” inventado por el clan Rockefeller se convierte en dogma reconocido por las Naciones Unidas, es decir, el criterio de la oligarquía plutocrática transnacional respecto al derecho a la existencia o no de los hijos se transforma en valor universal que debe ser reconocido por todos los gobiernos del mundo.
3. En 1969, en unas jornadas organizadas por United Nations Association of the United States of America (UNAUSA) sobre Política Nacional, el mismo John Davison Rockefeller III explicitó como prioritario para la política de las Naciones Unidas el objetivo del control del crecimiento poblacional mundial, a través del control de la natalidad. Reclama allí no sólo que los gobiernos deben hacerse cargo del control de la natalidad en sus respectivos países, sino que además las Naciones Unidas deben asumir este objetivo como medular, a través de sus distintos organismos e instituciones (Organización Mundial de la Salud , Banco Mundial, Fondo de Población de Naciones Unidas, FAO, UNESCO, etc.) [3].
De este modo, la plutocracia financiera internacional impone la política del control de la natalidad como uno de los objetivos principales de las Naciones Unidas, con lo cual este organismo internacional adopta como política de Estado el objetivo antinatalista del imperialismo internacional del dinero.
4. En 1972, a pedido del entonces presidente Richard Nixon, junto a un organismo de más de 100 miembros, John Davison Rockefeller diseña en forma detallada y exhaustiva la política del control de la natalidad para Estados Unidos (aunque proyectada hacia el conjunto de las naciones del mundo) [4].
Uno de los criterios ejes fue el de considerar la anticoncepció n química, la mutilación genital y la despenalizació n del aborto en el marco de una política global y unitaria.
El otro criterio-eje fue el de postular la necesidad de llevar a cabo una mutación radical de la política y de los valores culturales, para asegurar el éxito de los instrumentos antinatalistas y la información que se pretendía difundir en forma masiva y global.
En síntesis, este informe no es otra cosa que un desarrollo integral de la aplicación del dogma inventado en 1966 por John Davison Rockefeller III respecto a los hijos, dándole status jurídico y político a los conceptos de “embarazo no deseado” y del “aborto como un problema de salud pública”, legitimando la aplicación de la pena de muerte para los hijos no planificados o deseados sobre la base del principio “ético” que «sólo deben ser traídos al mundo los hijos deseados» [5].
5. En 1974, a pedido del presidente de Estados Unidos, Henry Kissinger –como Consejero de Seguridad Nacional- elaboró un conocido memorando -200/74-, en el que proyectó a nivel planetario el proyecto-plan antinatalista elaborado por John Davison Rockefeller III en 1972, para salvaguardar la seguridad nacional de Estados Unidos y sus intereses de ultramar[6].
El criterio-eje sobre el cual está estructurado este memorando es el de hacer resaltar y promover, por parte de las autoridades de Estados Unidos (incluidos sus presidentes) , el derecho básico de todo individuo y pareja de decidir la cantidad de hijos y el espaciamiento entre ellos. Es decir, el dogma rockefelleriano de controlar la natalidad a nivel mundial, sobre la base del “derecho” de eliminar a los hijos no esperados o no deseados, constituye la política oficial exterior de Estados Unidos, dado que hasta la fecha este Memorandum de seguridad nacional continúa vigente.
Para decirlo en pocas palabras: el inicial proyecto corporativo privado, de raíz angloamericana, de controlar el crecimiento poblacional a nivel planetario “para proteger la paz mundial” se convirtió en forma paulatina en la política oficial de las Naciones Unidas y en la política oficial, nacional e internacional, de Estados Unidos, «cuyo liderazgo es esencial para combatir el crecimiento poblacional en el mundo» y «promover la Seguridad de Estados Unidos y sus intereses de ultramar»[7].
Es decir, la ideología gubernamental estadounidense y de las Naciones Unidas ha oficializado y “estatizado” los dogmas y las políticas antinatalistas, de raíz corporativa privada, diseñada y planificada por la plutocracia transnacional –representada y personificada en el clan Rockefeller- que se ha apropiado de los recursos naturales y económicos que pertenecen en esencia a todos los pueblos y naciones del mundo.
Este dogma privado de controlar la natalidad a nivel mundial para proteger la paz (de los negocios y de la rapiña imperialista) fue reiteradamente expuesto y repetido en diversos pronunciamientos oficiales. Por su parte, muchas fundaciones y organizaciones “no-gubernamentales” subsidiadas y financiados por el imperialismo financiero se ocuparon a lo largo de estos años en “promover desde abajo” esta ideología genocida y reaccionaria (Ford Foundation, Population Council, William & Flora Hewlett Foundation, Bill & Melinda Gates Foundation, International Planned Parenthood Federation (IPPF), David & Lucille Packard Foundation, International Women´s Health Coalition (IWHC), etc.
6. En 1994, David Rockefeller explicitó e hizo público que lejos de promover la salud reproductiva como afirma eufemísticamente, la política de derechos sexuales y reproductivos constituye en el fondo y en esencia un plan de control de la natalidad, bendecido por la oligarquía financiera mundial.
A) En septiembre de ese año, junto con la División de Población del Departamento de Información Social y Económica de las Naciones Unidas, el Fondo para Población de Naciones Unidas (United Nations Fund Population Agency /UNPFA) promovió la celebración de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, llevada a cabo en El Cairo (Egipto).
En este encuentro internacional fueron impuestos oficialmente en las Naciones Unidas los conceptos de salud reproductiva y derechos reproductivos como criterios para la acción del organismo. Como dice explícitamente el Plan de Acción aprobado al final del encuentro, el conjunto de los derechos sexuales y reproductivos se basan o se fundan en «el derecho básico de los individuos y parejas de decidir la cantidad de hijos y su espaciamiento» [8].
Es decir, la doctrina oficial de las Naciones Unidas sobre la salud sexual y los derechos reproductivos –para controlar los nacimientos- se funda en la ideología antinatalista de la oligarquía y plutocracia multinacional, representada por el clan Rockefeller.
En forma por demás llamativa, al día de hoy (11 de enero de 2010), hay en documentos oficiales de las Naciones Unidas el “acceso universal a la salud reproductiva” (control de la natalidad) 117 citas o referencias sobre el tema. Pero no hay ninguna cita o referencia al “acceso universal a la riqueza”, ni tampoco al “acceso universal al trabajo” ni al “acceso universal a la vivienda”.
En otras palabras: control de la natalidad para todos, pero trabajo, vivienda y riqueza para el que pueda conseguirlos. Éste es el carácter progresista de las Naciones Unidas y de sus pronunciamientos oficiales, sobre los cuales basan su accionar y su prédica los distintos grupos “progresistas” que pululan en nuestras tierras de Iberoamérica[ 9].
No hay que perder de vista que los 15 principios que han servido de guía para la configuración del Programa, sobre los cuales se establece un «cuidadoso equilibrio» entre el reconocimiento de los derechos humanos individuales y el derecho de las naciones al desarrollo, incluyen invocaciones a la igualdad genérica en dignidad y derechos, los derechos a una vida sana y productiva, al desarrollo sostenible, a disfrutar al más alto nivel de salud física y mental, protección de la familia, a la educación, a un nivel de vida adecuado para el bienestar de los niños, a ser asilado en caso de persecución, a la identidad y cultura de los pueblos indígenas, etc., pero ni una palabra sobre trabajo, vivienda y riqueza.
Tampoco hay que perder de vista que los componentes de la piedra angular para los programas de población y desarrollo son la equidad e igualdad de los sexos y los derechos de la mujer, la eliminación de todo tipo de violencia contra la mujer y que sea «la mujer quien controle su propia fecundidad»[10] .
Una vez más, ninguna referencia a los elementos concretos que sostienen un desarrollo y un crecimiento sostenibles: trabajo, vivienda, riqueza. De esto ni hablar. Más todavía, el crecimiento sostenible se sustenta en el control de la natalidad, no en el acceso a un trabajo y a una vivienda digna, ni tampoco en el acceso a la riqueza.
B) En su exposición a escasos días de la conclusión de la Conferencia , David Rockefeller explicita y clarifica el objetivo de la misma, la cual está «apropiadamente enfocada en la cuestión del crecimiento de la población», ya que apunta a «estabilizar [el crecimiento] de la población mundial» para «estimular el desarrollo económico». Para el gran oligarca de Ohio, el crecimiento poblacional obliga al desarrollo económico-industrial y al consumo de recursos naturales vitales, lo cual lleva –según su óptica- a la degradación del medio ambiente: «El impacto negativo del crecimiento poblacional en todos nuestros ecosistemas planetarios se está volviendo evidente».
En otras palabras, hay que contener el crecimiento económico para evitar la degradación medio-ambiental, razón por la cual hay que controlar el crecimiento poblacional. En este sentido, los derechos sexuales y reproductivos están orientados, mejor dicho, son conceptos que remiten al control de la natalidad, no a la propagación sana y digna de la vida humana.
¿Qué pueden decir los “progresistas” –reformistas, revolucionarios, de izquierda, indigenistas, “nacionales y populares”, etc.- que difunden y promueven la política antinatalista de las Naciones Unidas, diseñada y aprobada por la oligarquía financiera internacional y las multinacionales del saqueo y de la usura?
NOTAS
[1] Statement on Population from World Leaders (1966) [Declaración sobre Población por parte de líderes mundiales]
(Versión original en inglés en: http://www.popcounc il.org/mediacent er/popstatement. html).
[2] Proclamación de Teherán, § 16 (1968): «La comunidad internacional debe seguir velando por la familia y el niño. Los padres tienen el derecho humano fundamental de determinar libremente el número de sus hijos y los intervalos entre los nacimientos;» , en http://www.unhchr. ch/spanish/ html/menu3/ b/b_tehern_ sp.htm.
[3] UNA-USA, World population: A challenge to the United Nations and its system agencies, New York, 1969 (citado y resumido en http://www.popline. org/docs/ 1421/691778. html .
[4] Rockefeller Commission Report, Population and the American Future, New York , 1972.
[5] Ibidem, Chapter 11.
[6] Consejo de Seguridad Nacional, Memorando Estudio de Seguridad Nacional 200/74: Implicancias del crecimiento poblacional mundial para la seguridad de Estados Unidos e intereses de ultramar, rubricado el 24 de abril de 1974. Es importante recordar que la carrera política de HK fue impulsada por la familia Rockefeller , a cuyo servicio ha estado toda su vida, hasta el día de hoy.
[7] Decisión de Seguridad Nacional 314/75, rubricada por el presidente Gerald Ford el 26 de noviembre de 1975, avalando el Memorando 200/74 de Henry Kissinger (esta Decisión presidencial sigue vigente hasta la fecha).
[8] Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, Plan de Acción, Capítulo VII, § 1: «Los derechos reproductivos abarcan ciertos derechos que ya están reconocidos en las leyes nacionales, en los documentos internacionales de derechos humanos y en otros documentos pertinentes de Naciones Unidas, aprobados por consenso. Esos derechos se basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el momento de tenerlos, y a disponer de la información y de los medios necesarios para ello, y el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva» .
[9] Los 15 principios sobre los cuales se establece un «cuidadoso equilibrio» entre el reconocimiento de los derechos humanos individuales y el derecho de las naciones al desarrollo
Enviado por los camaradas de Guardia Patrótica de San Rafael (Mendoza)
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