lunes, 5 de abril de 2010

SEMILLA DE UNA PATRIA NUEVA


La sangre de aquellos que han muerto por la Patria tiene que ser la semilla de una Patria nueva. No podemos olvidar su espíritu. No podemos olvidar el coraje y la generosidad con los que fueron voluntarios al combate. No podemos olvidar su muerte, por más que nos quieran hacer olvidar todas estas cosas.

Nos quieren hacer olvidar del heroísmo, nos quieren hacer olvidar de los ideales grandes, porque todo eso no les conviene. No les conviene a los cobardes, nos les conviene a los traidores, no les conviene a los vende-patrias, no les conviene a los que pactan y tienden la mano con el enemigo, no les conviene a los que quieren que la Argentina siga siendo una colonia en su territorio y en su alma y en su cultura y en su espíritu.

No les conviene el espíritu de Malvinas porque es espíritu de Patria, porque es espíritu de Dios, porque es espíritu de lucha, porque es espíritu de sacrificio. Y por eso quieren que nos olvidemos, pero nosotros no podemos olvidar. Porque nosotros no podemos traicionar esa sangre derramada, porque nosotros no podemos traicionar y olvidar el sacrificio de los que fueron nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros camaradas en la lucha. Porque no podemos permitir que esa sangre se haya derramado inútilmente.

Es semilla, es semilla de una Patria futura, de una Patria que costará tal vez más sangre, más sacrificio y muchos años de lucha, pero que no importa. Tenemos que llevar en nuestra alma, en nuestro corazón, en nuestra esperanza, en nuestra oración como un deseo, como un anhelo que no puede pasar, que no podemos traicionar.

Alguno de los combatientes en Malvinas, heroico combatiente en las Malvinas, respondía al deseo del señor Presidente de la República que visitaba una brigada y que quería conversar o ver algún ex combatiente, con estas palabras: «Señor Presidente, aquí no hay ex combatientes porque las Malvinas siguen estando en poder de Inglaterra».

Guardemos en nuestro corazón esas palabras, enfrente a la injusticia que permanece, enfrente a la violación de nuestros derechos que permanece, enfrente a la mentira que permanece, enfrente a la traición que permanece, aquí no puede haber ex combatientes. Todos nosotros tenemos que seguir siendo combatientes, cada cual en el puesto en que Dios lo quiere, en la lucha para que esta Patria sea lo que Dios manda. Para que esta pobre Patria Argentina herida en su cuerpo y en su alma pueda un día llenarnos de orgullo, como de orgullo nos llenaron aquellos que por ella en esos días de las Malvinas hicieron cosas grandes, tan grandes que fueron capaces hasta de dar la vida; que como dice el Señor: «Nadie ama más que aquél que es capaz de dar la vida por los suyos». El martirio, que es el acto supremo de la virtud de la Fortaleza, y al mismo tiempo, el acto más grande de la Caridad”.

Sermon del Padre Alberto Escurra. Paraná 2 de abril de 1985 (Gentileza Agr. AURORA)

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