AL FINADITO TAMBIEN LE LLAMABAN CELULAR |
Por: Ricardo Díaz
Cada vez que un político habla, no deja de referirse al bien común, sin embrago, cuando ese político llega al poder - en el cual sigue hablando de dicho objetivo -comienza a producir hechos que no tienen nada que ver, con ese bien a procurar. Por el contario, cada vez que se concreta algo es para un bien particular, disfrazado de "algo para todos”.
Respecto de estas consideraciones, me voy a referir al tema del tren bala, que ya es símbolo- si se quiere hilarante -de la corrupción oficial; de los negociados gubernamentales; de la “mordidita”; de no pensar en el pueblo sino en hacer un buen "curro" para sí mismo y para beneficiar a parte del pueblo, en este caso a los que mejor están economicamente.
Porque, de haberse concretado, ¿quién iba a usufructuar ese calificado y caro medio de transporte? ¿Acaso, alguien puede pensar que sería un medio para ser utilizado por el pueblo en general, por la gente común? El precio del boleto, se habían pre-establecido en alrededor de $ 600 - en aquél momento (2008) - ahora, tras la inflación galopante, estaría en $ 1.000; y que, además.
Como medio de transporte, se decia, estaba muy bueno porque iría a 350 km/h, por lo cual de Buenos Aires a Rosario se llegaría en un abrir y cerrar de ojos. ¿Para qué? ¿Acaso prevenian que va a caer un meteorito sobre esta región y que habrá que huir rápidamente hacia Santa Fe?
Como medio de transporte, se decia, estaba muy bueno porque iría a 350 km/h, por lo cual de Buenos Aires a Rosario se llegaría en un abrir y cerrar de ojos. ¿Para qué? ¿Acaso prevenian que va a caer un meteorito sobre esta región y que habrá que huir rápidamente hacia Santa Fe?
¿Cómo puede ser que no haya alguien que pare la pelota y diga: “no señores, esos cuarenta mil millones de pesos los necesitamos para hospitales; colegios; viviendas; no es justo gastar ese dinero en semejante lujo; hagamos una lista de prioridades”?.
En el fondo son todos aristócratas a la manera de un Macri que, en lugar de priorizar los colegios y los hospitales, restaura el teatro Colón, al que sólo concurre una franja acomodada del pueblo. Instalar el tren bala en un país en las condiciones en que se encuentra nuestra querida Argentina, es lo mismo que si una familia que vive en una precaria vivienda de chapas, contratara la TV con antena parabólica, - y sabemos que de hecho esta situación existe - lamentablemente.
Pero, no cabe duda que no es por falta de sentido común que se haya pensado en instalar semejante artefacto, sino que es porque representaba un flor de negocio con la sobrefacturación de rigor en estos casos. El apodo de “celular”, a muchos miembros del gobierno, es correcto: siempre hay que ponerles un “15” adelante.
Ahora, en estos días, la empresa francesa involucrada, está reclamando 16.000 millones de pesos, en resarcimiento, por la falta de cumplimiento de los plazos de la contratación. Evidentemente, estos franceses, por un momento no repararon que estaban tratando con un gobierno argentino.
Mientras tanto, los trabajadores, usuarios del ex – Roca y del ex – Sarmiento, viajan como ganado o peor aún. Son las contradicciones de un país en donde el bien común es el menos común de los bienes.
1 comentario:
Con este proyecto se nota claramente que Kirchner era un oligarca. En nada se diferencia esta pelotudez de la plataforma espacial de Menem que nos iba a "remontar a la estratosfera". Los pueblos del interior se siguen muriendo por la falta del ferrocarril convencional y los "nacionales y populares" K pretenden arreglar todo con el tren bala, proyecto que, además de todo lo señalado, probablemente sea otro caso de corrupción galopante. Me pregunto cómo hará Jorge Luis para justificar esto.
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