miércoles, 16 de marzo de 2011

UN GOBIERNO DE ASESINOS

Por Antonio Caponnetto

En vísperas de la Nochebuena del 2010, exactamente el pasado 23 de diciembre,  tuvo lugar en la estación de Constitución uno de esos tristes episodios a los que ya estamos dolorosamente acostumbrados, y que la ignorancia o la complicidad periodística, si es de “derechas”, suele calificar de actos de vandalismo, mientras el resto prefiere hablar de protesta política. En ambos casos, el verdadero rostro del caos programado, que es la guerra social, pasa al olvido y se oculta, para que la ciudadanía continúe sin advertir la auténtica naturaleza del mal que nos está engullendo por culpa de este gobierno homicida.

  La breve secuencia de los hechos es la siguiente. Una célula del Partido Obrero corta las vías del ferrocarril a la altura de la localidad de Avellaneda. No se necesita ser jurista para advertir que se trata de un hecho ilegal con claras connotaciones delictivas. Los medios cubren abundantemente el episodio, de modo que nadie puede aducir desconocimiento del mismo. La policía no solamente no evita la demencia sino que, desarmada, como ya es costumbre, es enviada al lugar del tumulto, más que para imponer orden para servir de ocasión de desfogue ideológico a los delincuentes.

 Cortadas las vías, lógicamente, los trenes no podían salir de Constitución, y al llegar la hora pico se produjo el espantoso desbande largamente televisado. Incendios, saqueos, robos, pedradas, corridas y hasta el intento de tomar por la fuerza una de esas camionetas que trasladan caudales. La nueva policía de Garré desbordada por los cuatro costados. La Metropolitana del imbécil de Macri festejando el casamiento de dos lesbianas. La impunidad absoluta, la lenidad vergonzosamente a la vista, las fuerzas de seguridad dando lástima. Atadas de pies y manos, en número y calidad de pertrechos, convertidas -como decimos- en agentes funcionales al trágico divertimento de los activistas.

 No se nos escapa que muchísimos de los exaltados eran simples usuarios cercenados en su elementalísimo derecho a regresar sanos y salvos a sus casas, tras agotadora jornada laboral. Pero las características que pronto tomó la protesta -muy especialmente la de elegir como blanco principal de la agresión a la policía- no encajan propiamente con las del perfil del transeúnte habitual, por irritado que esté. Lo que sucedía era un muestrario típico del modus operandi de las bandas del lumpen-marxismo, y de su peculiar gimnasia revolucionaria.

 ¿Tanto costaba desalojar a los miembros del Partido Obrero del lugar en que estaban cortando irresponsablemente las vías? ¿Tanto se pecaba contra el garantismo si se arrestaba a aquellos delirantes malevos? ¿Era acaso un genocidio mandar un par de policías duchos dispuestos a erradicar a los intrusos? Y una vez desbordado el gentío en la terminal ferroviaria, ¿por qué se permitió la consumación prolongada de la violencia en vez de ordenar la represión? ¿Por qué ese lumpen-marxismo cuenta con la total aquiescencia del poder político, que le teme, lo utiliza y lo premia? ¿Por qué, aunque estén filmados y registrados hasta la minucia sus cabecillas, jamás dan con sus huesos en la prisión, mientras se castiga severamente a los policías que se “exceden” en sus funciones; esto es, que se defienden de los linchamientos?

  Sin embargo, no es esto hoy lo que queremos decir. De sobra lo sabemos.

 Sucedió que durante las tropelías murió un obrero alcanzado por las pedradas de los revoltosos. Un hombre simple, plomero de oficio, de 70 años de edad, que pasaba por la zona, cargando a cuestas sus penurias cotidianas, sus esperanzas simples, sus herramientas de labor. Las piedras de los bárbaros le dieron en la cabeza. Los medios todos captaron la desgarradora imagen. En coma fue llevado al Argerich y tras días de sufrimiento murió el 4 de enero. Los diarios del día 5, en minúsculos recuadritos, dieron cuenta de la noticia, consignando que la “identidad del occiso no fue revelada por las fuentes”. Un N.N sin madres plazamayistas que reclamen por su aparición con vida. Ni defensores de los derechos humanos que tomen nota de este derecho a vivir arrancado de pronto a un inocente.

 No busque la justicia quien tiró las malditas piedras. Los asesinos son los pequeños burgueses del Partido Obrero, la otrora terrorista Nilda Garré y la insensata viuda de Kirchner, cada vez más próxima al retrato de Dorian Gray, tan vistosa por fuera como repugnante por dentro. A ellos y a sus secuaces debe caberles el calificativo de criminales.

 Hemos esperado pacientemente hasta hoy que el Partido Obrero emitiera al respecto alguna palabra de condolencia. Siquiera para considerar al hecho un luctuoso “efecto colateral” de sus luchas. Pero he aquí la paradoja funesta: muere un genuino obrero de carne y hueso y los defensores de la “obreridad” enmudecen y se hacen los distraídos. Hemos esperado asimismo alguna señal de luto o de dolor por parte de los funcionarios que, por causa de su ineptitud y malicia, consintieron el caos destructor durante interminables horas. Y hemos esperado la voz de algún pastor que elevara públicamente algunas preces por el alma del desconocido infortunado y su familia. Sólo llegó la indiferencia, la simulación, el olvido, el encogimiento de hombros.

 Cuando José Antonio les hablaba a los obreros de su patria, a quienes la propaganda roja quería predisponer contra Falange acusándola de señoritismo, solía él mostrarles con evidencias ilustrativas estas contradicciones insalvables. La de unos dirigentes comunistas desentendidos de la suerte real de los proletarios, mientras los señalados o tenidos por señoritos caían en acto de servicio resguardando las dignidades concretas de todos los hombres de España. “Toma, hermano obrero, mi mano” -escribía Pemán- “y no me cierres el puño. Porque abierta, hermano obrero, te la ofrezco, como abierto el corazón”.

También nosotros hemos de repetir ahora este gesto. Llegue nuestra mano tendida, enhebrada de oraciones y de piadosos rezos, hasta la desconocida familia de este hombre de trabajo asesinado por el Régimen. Y si algún puño ha de cerrarse que sea para caer, justiciero y tremendo, sobre las testas infames de los homicidas.

         Cabildo, Año XI, Nº 87, marzo 2011

 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

hay muertos con coronita
EAM

Pampa dijo...

Estimados Amigos:
Qué alegría es ver una publicación del señor Caponnetto en este excelente blog. Llegué a creer que no estaban de acuerdo con él o con el blog de Cabildo, y no entendía porqué. Por favor, unámonos amigos. No sé la opinión de Cabildo para con ustedes, pero si fuera la esperada, seguramente es subsanable. Ustedes como ellos son unos grosos y si hay diferencias serán muy menores. Sé que hay grupos nacionalistas actuando en cinco o seis provincias en estos momentos bajo las consignas: 24 de Marzo día de la Venganza TERRORISTA. Apoyémoslos... quizá estén dando el puntapié inicial y puedan morir porque no reciban apoyo. Sé por uno de ellos que les está constando muchísimo salir, y que incluso ya, me comentaron, ya hubo un detenido por la valiente prédica. Unámonos todos, por favor bajo el nombre que los más entendidos dispongan. Depongamos todo por este maravilloso país del cual ustedes son dignos representantes. Mañana patrocinarán una conferencia espectacular a la que lamentablemente no podré asistir por estar a más de 1000 km de distancia. Disculpen amigos por este comentario fuera del tema del artículo.
VIVA RED PATRIÓTICA ARGENTINA
VIVA LA REVISTA CABILDO.
ARRIBA LA ARGENTINA.

Red Patriotica Argentina dijo...

Hola amigo Pampa, nosotros publicamos todo lo que sea nacionalista. Lo que hacemos es una selección de los temas que pueden tener mas llegada a la gente de a pie, y este articulo es un ejemplo de ello.
Con referencia a lo demas ya tendremos posibilidad de charlarlo fuera de este medio.
Le adelantamos desde ya que no tenemos problema alguno con Cabildo y que ya hemos subido articulos de Caponetto.Ademas estamos por la unión de todo el nacionalismo argentino, logicamente respetando matices que los hay. Un abrazo de Guillermo

Pampa dijo...

Muy bien Amigo Guillermo. Cuando usted disponga y guste. Sé que usted como los que están llevando adelante la prédica de Red Patriótica propugnan la unión del nacionalismo, y por ello fue mi anterior comentario. Fuerza amigos y gracias por lo que están haciendo por todos.
En Cristo y en la Patria.