Reaccionario, calificación que se utilizaba mucho hace años. Ahora pega mas decir discriminador o facho o autoritario. Cosas de la moda del boludaje semizurdificado de hoy en día. La cultura del Sistema que tanto abreva en Marx o Stalin como en el bueno de Milton Freedman, cuando no en Adam Smith.
Pero aquel mote de reaccionario a algunos les resulta seguramente más entrañable que la huevada intelectualoide del discurso políticamente correcto de la actualidad. Y es que cuando se utilizaba este “insulto” (pues se empleaba como tal) daba a pensar que quien era así calificado se encontraba en reacción ante algo concreto. poderoso y bien determinado, algo mas importante que un mero protocolo de
Cuando antaño se llamaba a alguien reaccionario a veces corría riesgo de muerte, hoy cuando te llaman discriminador el único riesgo es que te levante una infracción la inspectora de pensamientos autoritarios,
Luego de esta superflua (pero divertida) digresión volvamos al término primigenio y pongámonos un poco más serios.
Si bien a muchos el mismo no les disgusta, tenemos que ser sinceros: como insulto vaya y pase pero como autodefinición la cosa suele ser tan confusa como pobre en contenido, confusa por que el stablishmen intelectual mediático asigna esa calificación a cualquier cosa: así será reaccionario un gorila que quiere restituir
Algunos opúsculos de la derecha también arrastran al mismo casillero cosas distintas: al fascismo, la derecha, el conservadurismo, el monarquismo. Complementan la dialéctica del progresismo, y se definen siempre por la negativa, por lo anti solamente. Además olvidan que los campos tributarios de las ideologías de la modernidad representados acabadamente por EEUU y Rusia soviética, se aliaron para destruir a los nacionalismos, único y verdadero enemigo de lo mismos. Nos preguntamos, que comunidad de intereses e ideas podemos tener los nacionalistas con esos dos sistemas
Entonces quien es identificado como reaccionario puede sentirse tentado a autodefinirse políticamente por la negativa ( lo mas común es anti comunista), y allí hay un problema y puede ser la pobreza de contenido que mencionamos antes, o la intención de meter de contrabando otra cosa, pues por lo general quien se define por la negativa explicita que es lo que no quiere pero deja en blanco el renglón de lo que quiere. Es allí donde surge lo que nosotros denominamos reaccionarismo un estar en contra de algo y un no explicitar por distintos motivos o dejar “para otra oportunidad” aquello de lo que se esta a favor.
Confieso que es una forma de definirme que francamente no me gusta. Por que justamente el nacionalismo no es lo mismo que el liberalismo, que el conservadurismo. No es lo mismo que “la derecha” y no es lo mismo que la derecha en orden a las soluciones que propone a los problemas actuales, no es lo mismo en cuanto al proyecto ideológico y no es lo mismo en la dimensión de los valores que sustenta.
Demos un ejemplo, alguien dice me opongo a Chávez y al denominado socialismo del siglo XXI. Ahora bien, podría decir que yo también, pero también preguntarme y preguntarle a mi interlocutor que es lo que tienes a cambio de eso que hoy se propone desde el zurderio para toda América latina como antes se propuso el castrismo. Por que no es igual oponerse con un proyecto liberal o liberal conservador, como no es lo mismo oponerse con la bandera nacionalista (patriótica, social y orgánica). Por más que estemos en contra de Chávez, jamás podemos hacer causa común con gente cuyo proyecto político es tan enemigo como el de Chávez. Vaya esto como ejemplo que puede aplicarse a cualquier otra cosa.
Por eso a la hora de las definiciones lo fundamental es decir claramente que es lo que se quiere, cual es nuestro proyecto que en última instancia, dirá claramente que es lo que no se quiere y definirá también nuestra política de alianzas.
No vamos a ser tan idiotas de dormir con el enemigo a pesar que se camufle con ropa que suela parecernos atractiva. La cosa es mas profunda no es cuestión solo de reaccionar, sino de conocer acabadamente aquello contra lo cual se reacciona y además tener una propuesta concreta y opuesta, sino corremos el riesgo de que nos utilicen para reaccionar y que el proyecto lo escriban y lo apliquen otros y que ese proyectos y esos otros sean tan enemigos como aquellos contra los que reaccionamos en su momento. Ojo.
Jorge Ortiguera
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