Mientras los gorilas de aqui, deliran de alegria por el triunfo del golpe militar en Honduras promovido por los yanquis, los izquierdistas van a protestar a EEUU pidiendo se restablezca la democracia. Obama los apoya ( a ambos). Delicias de la "guerrita fria" latinoamericana y de la dialectica inducida.
Al fin libres: La izquierda y Chávez van con EEUU por la salvación del "sistema democrático"
Les hacía falta un golpe militar bananero al más puro estilo setentista y Washington se los proveyó.
La nueva izquierda vive en la "guerra fría", en el escenario de los militares de la "doctrina de seguridad nacional", mientras Washington (en un claro desfasaje) ya no domina con los militares sino con elecciones, políticos y un orden blindado basado en el respeto al "orden constitucional".
Tanto para Washington como para la izquierda de la "guerra fría" (viviendo en el presente) ya no importan mucho lo que hagan los gobiernos "burgueses", lo que hagan los que protestan en las calles, lo que haga la policía, lo que hagan los que no comen, lo que importa es que lo hagan en "democracia".
La "democracia" es una supra categoría que ocupa el lugar que antes ocupaba la palabra "revolución", o la frase "liberación nacional". Quien conquista la democracia, conquista simultáneamente la "revolución" y la "liberación".
Como dijo hace hace 25 años el político socialdemócrata argentino, Raúl Alfonsin: "Con la democracia se vive, se cura y se come". Ya no se necesita una causa para cambiar el mundo, ya no se necesita cambiar la injusticia social por la justicia social, ya no se necesita organizarse para luchar contra el sistema (capitalista) dominante, ya no se necesita tomar el poder, ya no se necesita derrotar a un sistema económico que embrutece y hambrea a más de la mitad de la humanidad, solo basta con cultivar y adorar la democracia como máxima religión y disciplina mental.
En consecuencia, los descendientes de la izquierda setentista "democrática", ya no pelean contra la depredación del sistema capitalista, no pelean contra las columnas vertebrales de la nueva dominación (políticos, medios de comunicación y sociedad de consumo) sino que pelean contra los que infringen o ponen en peligro el "sistema democrático".
En otras palabras, ya no interesan los contenidos sino las formas, ya no interesa la acción revolucionaria sino el discurso "revolucionario", ya no interesa combatir al sistema, sino ocupar un lugar de "rebelde" aceptado dentro del sistema.
Así como Washington y el capitalismo trasnacionalizado establecieron y nivelaron el "fin de las ideologías" también instauraron la "democracia" como ideología excluyente y dominante del "mundo único".
En ese escenario, la nueva izquierda de la "guerra fría" acomodó su tablero mental y Washington estableció su nuevo reinado en la vigencia de la "elección indefinida" de los politicos que transitan diferentes discursos pero con un solo programa económico, político y militar: El que establecen Washington y las potencias dominantes para dominar y controlar (sin armas) el planeta capitalista.
A una izquierda solo "revolucionaria" en el plano del discurso, sin referencias organizativas, doctrinarias y operativas de "toma del poder para cambiar el sistema", ya no hay que destruirla sino reciclarla, asimilarla, y convertirla en alternativa de poder dentro de las reglas y los contenidos del sistema capitalista.
En ese nuevo escenario de poder geopolítico-estratégico, legitimado por gobiernos satélites elegidos en elecciones populares, Washington consolidó su dominio regional en un teatro latinoamericano sin lucha armada, sin estallidos revolucionarios, y con las "organizaciones populares y de izquierda" participando como "opción de gobierno" en los países dependientes.
Esto explica la nueva fórmula de "coincidencia" que junta a la revolución (la izquierda) con la contrarrevolución (la derecha). Votar, y votar, y seguir votando: Con el voto se cura, se come y se libera, es el axioma de máxima del nuevo precepto "revolucionario" de moda en las tiendas de la nueva izquierda "políticamente correcta".
No importa que se vote a los verdugos, no importa que se vote el programa económico y la sociedad de consumo del capitalismo globalizado, no importa que se vote por más fábricas de pobreza, no importa que se vote por más activos empresariales y crecimiento de las "súper fortunas" del ranking Forbes, no importa que se vote a políticos mercenarios que, durante 25 años de vigencia de "proyecto democracia" en América Latina, han dejado tras de sí 200 millones de pobres y 100 millones de indigentes. Lo que importa, es depositar periódicamente en las urnas de la dominación trasnacionalizada la ofrenda sagrada de la legitimación "democrática" con el voto popular.
Y finalmente, Washington les dio a todos un mártir de la revolución: Zelaya. Un vaquero terrateniente de la oligarquía hondureña, que Cuba y Chávez adoptaron como "hijo propio".Y la izquierda, soliviantada, con fervor revolucionario renovado, salió a tomar embajadas para defender lo mismo que defienden Washington y la Unión Europea: La continuidad del "sistema democrático" en Honduras.
Con Zelaya, con los bancos y las corporaciones bananeras, con la máquina capitalista de fabricar pobres en serie, no importan los contenidos ni la representación clasista del dominio: ZELAYA ES EL SISTEMA DEMOCRATICO.
Y así fue como Chávez, el ALBA, Cuba y Washington se juntaron en el paraíso: La defensa irrestricta de las banderas del "sistema democrático" por sobre cualquier otra circunstancia. Bienvenidos a la revolución.
Fuente:IAR
Foto: Cristina dice apoyar a Zeleya por que no quiere que le pase lo mismo (?)
Al fin libres: La izquierda y Chávez van con EEUU por la salvación del "sistema democrático"
Les hacía falta un golpe militar bananero al más puro estilo setentista y Washington se los proveyó.
La nueva izquierda vive en la "guerra fría", en el escenario de los militares de la "doctrina de seguridad nacional", mientras Washington (en un claro desfasaje) ya no domina con los militares sino con elecciones, políticos y un orden blindado basado en el respeto al "orden constitucional".
Tanto para Washington como para la izquierda de la "guerra fría" (viviendo en el presente) ya no importan mucho lo que hagan los gobiernos "burgueses", lo que hagan los que protestan en las calles, lo que haga la policía, lo que hagan los que no comen, lo que importa es que lo hagan en "democracia".
La "democracia" es una supra categoría que ocupa el lugar que antes ocupaba la palabra "revolución", o la frase "liberación nacional". Quien conquista la democracia, conquista simultáneamente la "revolución" y la "liberación".
Como dijo hace hace 25 años el político socialdemócrata argentino, Raúl Alfonsin: "Con la democracia se vive, se cura y se come". Ya no se necesita una causa para cambiar el mundo, ya no se necesita cambiar la injusticia social por la justicia social, ya no se necesita organizarse para luchar contra el sistema (capitalista) dominante, ya no se necesita tomar el poder, ya no se necesita derrotar a un sistema económico que embrutece y hambrea a más de la mitad de la humanidad, solo basta con cultivar y adorar la democracia como máxima religión y disciplina mental.
En consecuencia, los descendientes de la izquierda setentista "democrática", ya no pelean contra la depredación del sistema capitalista, no pelean contra las columnas vertebrales de la nueva dominación (políticos, medios de comunicación y sociedad de consumo) sino que pelean contra los que infringen o ponen en peligro el "sistema democrático".
En otras palabras, ya no interesan los contenidos sino las formas, ya no interesa la acción revolucionaria sino el discurso "revolucionario", ya no interesa combatir al sistema, sino ocupar un lugar de "rebelde" aceptado dentro del sistema.
Así como Washington y el capitalismo trasnacionalizado establecieron y nivelaron el "fin de las ideologías" también instauraron la "democracia" como ideología excluyente y dominante del "mundo único".
En ese escenario, la nueva izquierda de la "guerra fría" acomodó su tablero mental y Washington estableció su nuevo reinado en la vigencia de la "elección indefinida" de los politicos que transitan diferentes discursos pero con un solo programa económico, político y militar: El que establecen Washington y las potencias dominantes para dominar y controlar (sin armas) el planeta capitalista.
A una izquierda solo "revolucionaria" en el plano del discurso, sin referencias organizativas, doctrinarias y operativas de "toma del poder para cambiar el sistema", ya no hay que destruirla sino reciclarla, asimilarla, y convertirla en alternativa de poder dentro de las reglas y los contenidos del sistema capitalista.
En ese nuevo escenario de poder geopolítico-estratégico, legitimado por gobiernos satélites elegidos en elecciones populares, Washington consolidó su dominio regional en un teatro latinoamericano sin lucha armada, sin estallidos revolucionarios, y con las "organizaciones populares y de izquierda" participando como "opción de gobierno" en los países dependientes.
Esto explica la nueva fórmula de "coincidencia" que junta a la revolución (la izquierda) con la contrarrevolución (la derecha). Votar, y votar, y seguir votando: Con el voto se cura, se come y se libera, es el axioma de máxima del nuevo precepto "revolucionario" de moda en las tiendas de la nueva izquierda "políticamente correcta".
No importa que se vote a los verdugos, no importa que se vote el programa económico y la sociedad de consumo del capitalismo globalizado, no importa que se vote por más fábricas de pobreza, no importa que se vote por más activos empresariales y crecimiento de las "súper fortunas" del ranking Forbes, no importa que se vote a políticos mercenarios que, durante 25 años de vigencia de "proyecto democracia" en América Latina, han dejado tras de sí 200 millones de pobres y 100 millones de indigentes. Lo que importa, es depositar periódicamente en las urnas de la dominación trasnacionalizada la ofrenda sagrada de la legitimación "democrática" con el voto popular.
Y finalmente, Washington les dio a todos un mártir de la revolución: Zelaya. Un vaquero terrateniente de la oligarquía hondureña, que Cuba y Chávez adoptaron como "hijo propio".Y la izquierda, soliviantada, con fervor revolucionario renovado, salió a tomar embajadas para defender lo mismo que defienden Washington y la Unión Europea: La continuidad del "sistema democrático" en Honduras.
Con Zelaya, con los bancos y las corporaciones bananeras, con la máquina capitalista de fabricar pobres en serie, no importan los contenidos ni la representación clasista del dominio: ZELAYA ES EL SISTEMA DEMOCRATICO.
Y así fue como Chávez, el ALBA, Cuba y Washington se juntaron en el paraíso: La defensa irrestricta de las banderas del "sistema democrático" por sobre cualquier otra circunstancia. Bienvenidos a la revolución.
Fuente:IAR
Foto: Cristina dice apoyar a Zeleya por que no quiere que le pase lo mismo (?)
2 comentarios:
Afeitate la barba, zurdo! Piketero peronista!
Hacete ver por un psiquiatra o tomá clases de comprensión de textos que no pasaste del libro UPA...
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